9/26/2011

Para Calderón el Estado policiaco es la solución

Para Calderón el Estado policiaco es la  solución
Sin embargo, el remedio que quiere imponer la oligarquía es absolutamente inadecuado,
pues las consecuencias agravarían aún más la situación de deterioro generalizado de la vida del país

Según la procuradora general de la República, Marisela Morales Ibáñez, el narcomenudeo es el motor de la violencia en el país. Dijo esto en referencia a los múltiples homicidios ocurridos en Veracruz en los últimos días, precisamente cuando se lleva a cabo en el puerto el undécimo Encuentro Nacional de Procuradores y Presidentes de Tribunales Superiores de Justicia. Independientemente de lo que subyace detrás de estos hechos criminales, y de que pareciera que una fracción del crimen organizado está retando al gobierno de facto de Felipe Calderón, cabe puntualizar que resulta falsa tal apreciación: el motor de la violencia, conviene reiterarlo cuantas veces sea necesario, es el resquebrajamiento del tejido social a niveles inmanejables por el grupo en el poder.

Sin embargo, el “remedio” que quiere imponer la oligarquía es absolutamente inadecuado, pues las consecuencias agravarían aún más la situación de deterioro generalizado de la vida del país. La militarización es inviable, como también lo es crear un Estado policíaco, como lo pretende Calderón con su propuesta de nuevo Código Federal de Procedimientos Penales, que “legitimaría” graves violaciones a las garantías individuales, como sería el caso con las detenciones, “en caso de urgencia”, sin que se tenga que autorizar una investigación previa, así como el cateo de domicilios por denuncia anónima. La justificación es que este nuevo sistema sería la “necesaria respuesta del Estado a los ciudadanos en su derecho a una justicia pronta y expedita”.

La justicia pronta y expedita no está por el lado penal, sino en el de un desarrollo social pleno en un marco de progreso incluyente. Lo esencial es ir a las causas del fenómeno de inseguridad que vivimos, no perder el tiempo dizque corrigiendo los efectos, como lo hacen el Fondo Monetario Internacional y el Banco mundial en el renglón de los problemas económicos del mundo. Esta forma de “atacar” los problemas no sólo significa un engaño a la ciudadanía, sino una tramposa justificación para ahondar en los fines que buscan los grupos oligárquicos, o sea el mantenimiento de una realidad adversa a la sociedad pero ampliamente provechosa para ellos.

Vemos que no les importan las consecuencias, así que seguirán poniendo en práctica todo tipo de mecanismos engañosos, que a final de cuentas sólo prolongan la agonía que viven las clases mayoritarias, hasta que la cuerda se reviente. En el caso de los mecanismos del gobierno de facto en el combate a la delincuencia, son ya insuficientes para contener la violencia que azota al país, de ahí que se busquen “soluciones” extremas, como la militarización y el Estado policíaco. Con todo, el remedio sería peor que la enfermedad, como hemos visto con el imparable incremento de la violencia y la inseguridad pública.

Lo mismo acontece en el rubro económico, pues no obstante todas las “soluciones” puestas en práctica por ambos organismos internacionales, la situación del mundo es cada vez peor, al grado de que en la actualidad, “la economía mundial entró en una zona de peligro”, como eufemísticamente señaló Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial. De hecho, en esa zona está desde hace tres décadas, cuando ambos organismos impusieron el modelo neoliberal por exigencias de las siete naciones más ricas del planeta. Lo más dramático de esta situación es que los costos de la debacle los habrán de pagar los países menos desarrollados, y de manera más lamentable los países emergentes, que hace tres decenios tenían posibilidades de alcanzar niveles de desarrollo más justos.

Así que Calderón pierde su tiempo queriendo frenar un grave problema estructural con cataplasmas. La violencia en el país se habrá de parar en la medida que se consoliden avances democráticos concretos, que influyan en mejores niveles de vida para las capas mayoritarias de la población, donde están los jóvenes sin oportunidades a quienes la única salida que se les deja es enrolarse en las filas del crimen organizado, o morirse de hambre. Mientras esto no se entienda en la cúpula del poder, de nada valdrán las acciones coyunturales puestas en marcha, por más “inteligentes” que parezcan.

Lo que llama la atención, por otro lado, es que el mundo no se haya colapsado como en 1929, cuando las condiciones de la economía son más irracionales que en la segunda década del siglo pasado. Tal pareciera que la elite de los ricos entre los ricos del planeta lo que busca es liquidar a los prescindibles que pululan por las naciones pobres, más de 2 mil millones de habitantes. Ciertamente lo están consiguiendo, pero a costos muy caros para toda la humanidad. No sólo están acabando con esa población sin futuro, sino con el planeta. De igual modo, la oligarquía mexicana quiere poner punto final al problema de la violencia con más violencia, con los resultados que estamos sufriendo todos los mexicanos. Todo por no frenar la voracidad irracional que mueve sus objetivos sociales, económicos y políticos.

Guillermo Fabela Quiñones - Opinión EMET

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