Más de 300 bancos son los que le dan vida a la industria armamentista nuclear. Son los que patrocinan la fabricación de nuevas ojivas, así como de misiles, bombarderos y submarinos. Cada año financian con 100 mil millones de dólares la creación de armas nucleares. Usuarios de servicios financieros de todo el mundo estarían contribuyendo, sin saberlo, a la generación de tecnología de destrucción masiva. En la lista, revelada por la ICAN, se encuentra Bank of America, BlackRock, JP Morgan Chase, BNP Paribas, Allianz, Deutsche Bank, Mitsubishi UFJ Financial, BBVA, Santander, Credit Suisse, UBS, Barclays, HSBC, Lloyds, Royal Bank of Scotland
Thalif Deen/IPS
Nueva York, Estados Unidos. La industria mundial de las armas nucleares es financiada y mantenida por más de 300 bancos, fondos de pensión, compañías de seguros y gestores de activos, de acuerdo con un nuevo estudio.
Instituciones bancarias realizan sustanciales inversiones en la fabricación de armas atómicas.
Divulgado por la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, por su sigla en inglés), el estudio de 180 páginas señala que las naciones con poderío nuclear gastan más de 100 mil millones de dólares al año para fabricar nuevas ojivas, modernizar las viejas y construir misiles balísticos, bombarderos y submarinos para lanzarlas.
Gran parte de este trabajo es realizado por corporaciones como BAE Systems y Babcock International, de Gran Bretaña; Lockheed Martin y Northrop Grumman, de Estados Unidos; Thales y Safran, de Francia, y Larsen & Toubro, de India.
“Instituciones financieras invierten en esas compañías al proveer préstamos y comprar acciones y bonos”, indica el informe, considerado el primero en su clase.
Titulado Don’t bank on the bomb: the global financing of nuclear weapons producers (No confíen en la bomba: el financiamiento mundial de los productores de armas nucleares), el estudio provee detalles de las transacciones financieras con 20 compañías intensamente involucradas en la fabricación, mantenimiento y modernización de las fuerzas atómicas estadunidenses, británicas, francesas e indias.
Denuncia que “se necesita una urgente campaña mundial coordinada por la desinversión en armas nucleares”.
Un movimiento así podría ayudar a frenar los programas de modernización y fortalecimiento de armamentos, e impulsar las negociaciones hacia una prohibición universal de ese tipo de bombas.
El estudio afirma que “dejar de invertir en las compañías de armas nucleares es una forma efectiva de que el mundo corporativo avance hacia la meta de una abolición nuclear”.
También llama a las instituciones financieras a que dejen de invertir en la industria armamentística atómica.
Señala que “cualquier uso de armas nucleares violaría el derecho internacional y tendría catastróficas consecuencias humanitarias. Al invertir en los fabricantes, instituciones financieras están de hecho facilitando la construcción de fuerzas atómicas”.
En el prólogo del informe, el arzobispo anglicano sudafricano Desmond Tutu, Premio Nóbel de la Paz en 1984, señala que “nadie debería hacer ganancias con esta terrible industria de la muerte, que nos amenaza a todos”.
El líder pacifista insta a las instituciones financieras a que apoyaran los esfuerzos para eliminar la amenaza atómica, y destaca que el cese de inversiones fue vital en la campaña para poner fin al apartheid (sistema de segregación racial en perjuicio de la mayoría negra) en Suráfrica.
La misma táctica puede y debe ser empleada para enfrentar a la creación más maligna del hombre: la bomba nuclear, añade.
Tim Wright, director de campañas de la ICAN y coautor del informe, indica a la agencia de noticias Inter Press Service (IPS) que algunas de las instituciones identificadas en el trabajo ya expresaron su “intención de adoptar políticas al prohibir las inversiones en fabricantes de armas atómicas”.
La campaña para que cesen las inversiones “probablemente será más exitosa en países donde la oposición a las armas nucleares es más fuerte”, por ejemplo los escandinavos y Japón.
Destaca que cada vez más bancos reconocen que se debe de aplicar algún tipo de criterio ético a las inversiones y que apoyar la fabricación de armas capaces de destruir ciudades enteras al instante era algo claramente contrario a la ética.
De las 322 instituciones financieras identificadas en el informe, alrededor de la mitad tienen su sede en Estados Unidos y un tercio en Europa. El estudio también denuncia a instituciones de Asia, Australia y Oriente Medio.
Las más involucradas con la industria de armas nucleares son Bank of America, BlackRock y JP Morgan Chase, en Estados Unidos; BNP Paribas, en Francia; Allianz y Deutsche Bank, en Alemania; Mitsubishi UFJ Financial, en Japón; los bancos Bilbao Vizcaya Argentaria y Santander, en España; Credit Suisse y UBS, en Suiza; y Barclays, Hong Kong and Shanghai Banking (HSBC), Lloyds y Royal Bank of Scotland, en Gran Bretaña.
Consultado sobre si sería viable una campaña para boicotear a estas entidades, Wright señala a IPS que “si los bancos se resisten a ceder, los clientes tendrán que buscar alternativas éticas”.
Muchos otros bancos, particularmente pequeños, se niegan a tener cualquier tipo de vínculo con esta industria, destaca. “Si la gente comienza a irse en masa, esto enviará una poderosa señal al banco de que su apoyo a las compañías de armas nucleares es inaceptable”.
En el caso de las instituciones multinacionales, una campaña coordinada de boicot en varios países sería efectiva, asegura.
El estudio también cita a Setsuko Thurlow, sobreviviente de la bomba atómica lanzada por Estados Unidos sobre la ciudad de Hiroshima, en 1945, y quien hizo un llamado a invertir de forma ética y a no contribuir con actividades que amenacen el mundo.
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