Vacía de propuestas. “No trae nada en la buchaca”, cual se dice popularmente. Y ante la inoperancia –de ella y de sus asesores-- para ofrecer soluciones reales y no ficticias a la situación de crisis crónica tanto de la sociedad civil como de la sociedad política, la ausencia de un discurso de propuestas de cambio, conlleva a invocar la unidad de los suyos y, claro, a tratar al contrario ideológico como un enemigo a liquidar o a temer para que no llegue a ejercer el poder de las instituciones seudo-democráticas de nuestro país.
Es la vaciedad no sólo de estadios sino, peor todavía, de ideas.
Una sola, machacona, persistente: “¿Por qué debe repetirnos en cada perorata que ella es mujer?”, me preguntaba la mañana de ayer un amigo que es agudo observador del acontecer nacional. “Es tan lerda que ella misma cree que no nos damos cuenta”.
Vacía de verdades. Difícil su papel de candidata presidencial del partido que no ha sabido, no ha podido o no ha querido ser gobierno. Está maniatada, amordazada. No puede criticar –o autocriticar, pues ella ha sido parte-- a la, en más de una veintena de rubros, fallida Administración de Felipe Calderón. Pero, de ahí a tergiversar la realidad hay un paso enorme. Porque, ¿cómo demuestra Josefina Vázquez que “no hay endeudamiento en el país”?
¿Cómo desvirtúa que, sólo en enero más reciente, la fallida Administración contrató empréstitos por 3 mil 400 millones de dólares –mientras ponía las reservas del Banco de México a la abierta disposición del FMI--, como lo que se elevó la deuda externa del sector público federal a 115 mil 800 millones de billetes con la efigie de George Washington, nivel sin precedente en el país. Vaya, ¡ni sus tan criticados Echeverría y López Portillo llevaron tan mal las finanzas nacionales!
Y pese a tener tales cifras enfrente, Vázquez dice que ¡no hay endeudamiento!
¿En qué nube vive la señora?
¿O de plano será que, como producto mercadológico, está envasada al vacío?
Al vacío, sí. La han empaquetado sus asesores sacándole el aire, en una atmósfera libre de oxígeno y de realidad. Se observó así cuando debatió con sus contendientes al seno de Acción Nacional. Evadió responder a los cuestionamientos, como si no se los hubiesen planteado. Ella, en Babia; sus contrincantes, en Jauja.
Y dicen que pronunció un discurso. Quién sabe cuál, porque sus palabras se perdieron en el vacío del estadio donde rindió protesta estatutaria.
No fue mucho lo perdido, eso sí. Los discursos panistas, tras 12 años de “mal gobierno” –Enrique Peña, dixit--, ya no dicen ni aportan nada. Son vejestorios e inservibles discursos de ideologías decadentes sin principios morales y éticos universales, sin el sentido de la responsabilidad comunitaria del buen gobernar las instituciones constitucionales e históricas del Estado de Derecho, dado por la Constitución de 1917.
Tiene décadas que México está colapsado por los discursos cansinos y huecos, millones y millones de veces archirrepetidos desde el segundo tercio del siglo XX, que no salen de las putrefactas consignas partidocráticas de que viene el miedo a la derecha o el miedo a la izquierda, la izquierda o la derecha del cambio sin cambios, de los cambios consistentes en los cambalaches del progresismo sin desarrollo humano.
La vaciedad de los discursos partidistas de la partidocracia endémica, no van más allá de la estúpida confrontación que ha conducido a México a una crisis profunda de polarización social.
Vacía. Hueca. Y candidata del fallido calderonato, además.
Índice Flamígero: Esta semana hay cambio total –sí, total-- en el Sistema de Administración Tributaria (SAT) por acuerdo de Calderón y de José Antonio Meade, secretario de Hacienda y Crédito Público. + + + Por cierto, Miguel Ángel Mancera y sus hermanos son dueños de los “Bisquets Bisquets Obregón”, y debido al mal manejo contable tenían un problema con el SAT por el pago de impuestos en las ventas de franquicias. Crisógono Díaz, alias Quicho, ayudó Mancera a arreglar el asunto en el SAT. Díaz se desempeña como coordinador de asesores de Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, todavía jefe del SAT. A partir de ese entonces, se entabló una amistad entre el ahora candidato a Jefe de Gobierno del Distrito Federal y Crisógono Díaz. Pero la cosa no paró ahí: el “padrino” de éste último, Homero Cárdenas Garza, fue quién consiguió apoyo financiero para el ex procurador del DF por medio de su paisano tamaulipeco, Juan Hinojosa, uno de los principales constructores del Edomex. Además, Cárdenas Garza (uno de los testaferros de Emilio Gamboa), maneja las relaciones públicas del estado de Tamaulipas a través la empresa Consorcio Estratégico Corporativo, gestión por la que factura medio millón de pesos mensuales al gobierno de Eligio Torre Cantú. ¿Sabrá Enrique Peña Nieto de las otras relaciones de las personas que le rodean?
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