Arturo González Villaseñor
“Nymphomaniac Vol. 1”, de Lars Von Trier. |
MÉXICO,
D.F. (apro).- El polémico cineasta danés Lars von Trier, fundador del
movimiento fílmico vanguardista Dogma 95, basado en un decálogo para
purificar la manera de hacer cine, llega a la Muestra Internacional de
Cine con la primera parte de su más reciente película Nymphomaniac Vol. 1.
Después de haber sido señalado como persona non grata por el Festival de Cannes en el 2011 al declarar que simpatiza con Adolf Hitler, el director ocasionó paradójicamente que se desatara una campaña publicitaria tanto para su figura pública como para su nuevo filme.
Este es el remate de lo que la crítica ha llamado la “trilogía de la depresión”, después de la violenta Anticristo (2009) y de la sublime Melancolía (2011). Sin embargo, esta parte que por su puro título (y por las declaraciones de la actriz principal) presumía ser la más transgresora, se queda corta.
La trama nos presenta a una adolescente que descubre su adicción al sexo, provocando múltiples encuentros con hombres para satisfacer su apetito sexual, lo que la lleva a desafortunadas situaciones, pero nada tan retador como lo fue Anticristo (con sus indigeribles escenas de sadismo y sexo).
La polifacética Charlotte Gainsbourg, hija del músico Serge Gainsbourg y la bella actriz Jane Birkin ha sido el pilar fundamental de los últimos trabajos del realizador danés. Sus fuertes declaraciones al decir que el trabajar con Lars von Trier la había dañado psicológicamente nos llevó a pensar que Nymphomaniac tendría un nivel de violencia sexual insuperable.
Aunque en esta cinta el director quizá no obedece todos los diez mandamientos de Dogma (entre ellos, el sonido directo y el respeto a la verdad durante la filmación, sin efectos visuales o sonoros), sin duda cumple con escenas de sexo tal y como son, sin la ayuda “tramposilla” de la cámara o la puritana edición.
La espera del filme fue invadida por una enorme gama de diferentes pósters que ilustraban a los actores desnudos en su faceta sexual, y clips provocadores que nos daban una pizca de lo que sería la trama.
Por otro lado, la noticia de la exhibición por accidente del tráiler a niños de Florida en los Estados Unidos (cuyos angustiados acompañantes adultos no se daban abasto para tapar los ojos de los infantes que habían ido a ver Frozen): ¿malévolo truco publicitario o coincidencia?
Sin embargo la publicidad se desinfla en la butaca. Esperemos que la decepción no caiga también en Nymphomaniac Vol. 2.
Pero si eres de los que les gusta los que a los otros no, no dejes de verla a partir del 14 de abril.
Después de haber sido señalado como persona non grata por el Festival de Cannes en el 2011 al declarar que simpatiza con Adolf Hitler, el director ocasionó paradójicamente que se desatara una campaña publicitaria tanto para su figura pública como para su nuevo filme.
Este es el remate de lo que la crítica ha llamado la “trilogía de la depresión”, después de la violenta Anticristo (2009) y de la sublime Melancolía (2011). Sin embargo, esta parte que por su puro título (y por las declaraciones de la actriz principal) presumía ser la más transgresora, se queda corta.
La trama nos presenta a una adolescente que descubre su adicción al sexo, provocando múltiples encuentros con hombres para satisfacer su apetito sexual, lo que la lleva a desafortunadas situaciones, pero nada tan retador como lo fue Anticristo (con sus indigeribles escenas de sadismo y sexo).
La polifacética Charlotte Gainsbourg, hija del músico Serge Gainsbourg y la bella actriz Jane Birkin ha sido el pilar fundamental de los últimos trabajos del realizador danés. Sus fuertes declaraciones al decir que el trabajar con Lars von Trier la había dañado psicológicamente nos llevó a pensar que Nymphomaniac tendría un nivel de violencia sexual insuperable.
Aunque en esta cinta el director quizá no obedece todos los diez mandamientos de Dogma (entre ellos, el sonido directo y el respeto a la verdad durante la filmación, sin efectos visuales o sonoros), sin duda cumple con escenas de sexo tal y como son, sin la ayuda “tramposilla” de la cámara o la puritana edición.
La espera del filme fue invadida por una enorme gama de diferentes pósters que ilustraban a los actores desnudos en su faceta sexual, y clips provocadores que nos daban una pizca de lo que sería la trama.
Por otro lado, la noticia de la exhibición por accidente del tráiler a niños de Florida en los Estados Unidos (cuyos angustiados acompañantes adultos no se daban abasto para tapar los ojos de los infantes que habían ido a ver Frozen): ¿malévolo truco publicitario o coincidencia?
Sin embargo la publicidad se desinfla en la butaca. Esperemos que la decepción no caiga también en Nymphomaniac Vol. 2.
Pero si eres de los que les gusta los que a los otros no, no dejes de verla a partir del 14 de abril.
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