Jazz
Quince años de Horizonte
Antonio Malacara
Otomí,
el segundo disco de Víctor Patrón, es un viaje directo a esa noble
aldea donde tradición y vanguardia se ven de frente (se leen de frente)
para entenderse y reinventarse a sí mismas. Es una declaración de amor
a la tierra de uno, a la profundidad de sus raíces, pero es también una
inevitable exploración por las entrañas del porvenir.
Es la gramática de ese jazz contemporáneo que desde hace un buen
rato hurga en las músicas étnicas y folclóricas y mestizas del mundo
entero para proponer nuevas formas de la belleza. Hoy es el turno de la
nación otomí, una de las culturas más antiguas de este país, y que a
saber, pobló y fecundó las tierras de lo que hoy conocemos como
Guanajuato, Querétaro e Hidalgo. Es música tradicional hñähñü y es jazz.
El disco empieza con El lenguaje del corazón (…), pieza con
fluir de arroyuelo, tan sencilla como conmovedora, cantada en otomí por
Eulogio Lorenzo (autor de la letra), que sirve de preludio para la
profundidad jazzística de un quinteto de lujo: Giovanni Figueroa
(batería), Armando Montiel (percusión), Iván Barrera (contrabajo),
Jaime de la Parra (guitarra) y Víctor Patrón (piano y sintetizador).
Voces milenarias, a través de un coro infantil, se dejan oír cantando (siempre en otomí)
Nosotros somos México y amamos nuestra tierra.
Y el disco va y viene entre un ritual y otro. El jazz multiplica sus
códigos: ya moderado y reflexivo, ya trotando ahuapangado en medio de
la huasteca hidalguense, ya inmerso en la acidez del rock setentero.
Pero no es una fusión, es más bien una suerte de intersección entre el
verbo otomí y el decir de Patrón. Es algo que se tiene que descubrir y
degustar –preferentemente a solas– para poder zambullirse en sus
reclamos.
Muy probablemente ‘do ‘do es el tema que mejor
ilustra la sencillez del trazo y la profundidad del concepto. Aunque
más adelante se vea aparecer un huapango del siglo XXII, o se sospeche
un son istmeño, o se presencie el abrazo de un ewi (electric wind instrument) con una vihuela, o se celebren las líneas del primer Pink Floyd que preceden a una trompeta en la más pura vena mexicanista.
Y
los timbres y los pinceles también se multiplican, porque además del
quinteto que apuntábamos antes, ahí está la batería de Enrique
Nativitas y la guitarra acústica de Miguel Peña y la eléctrica de Alger
Erosa y el contrabajo de Marcos Milagres y el bajo eléctrico de
Emmanuel Merchand y el guitarrón de Rodrigo Duarte y la trompeta de
Israel Tlaxcaltécatl y la flauta y el ewi de Jako González. Una
verdadera pléyade de jazzistas que cubren y descubren esta nueva arista
en el espíritu de Víctor Patrón.
El colofón corre a cargo de una bella rareza: Enrique Nery en el
piano acústico, Mario Patrón (hijo del célebre maestro y primo de
Víctor) en los pianos acústico y eléctrico y Víctor Patrón en el
sintetizador interpretan Dos arbolitos, la misma que este Edipo irredento escuchaba desde su primera niñez en la bella voz de su madre.
Y quién lo fuera a decir, pero Horizonte (107.9 de FM) cumple 15
años al aire y se mantiene como la única estación radiofónica de este
país dedicada ciento por ciento al jazz (bueno, con los espacios
noticiosos de rigor). Y para celebrar a la quinceañera, todos los
martes y jueves de febrero se celebrará un ciclo llamado El arte del trío.
Los siete primeros conciertos se llevarán a cabo en las
instalaciones del Instituto Mexicano de la Radio (Imer), empezando con
los tríos de Dulce Resillas y de Esteban Herrera. Y para cerrar el
jueves 26, Horizonte presentará cuatro tríos de inmejorable factura en
la Sala Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes: Héctor Infanzón,
Alex Mercado, Gabriel Hernández y Alejandro Corona.
En el trío se sabe quién es quién; lo sabemos, lo degustamos y lo agradecemos.
Germán Palomares Oviedo, quien está al frente de Horizonte desde enero de 2014, comenta:
En la vertiente musical de la estación, creo que el camino es difícil, pero hemos transitado con fortuna en el primer año. Sin embargo, me parece que la programación necesita ser renovada, necesita nuevas voces, nuevas caras, nuevas ideas, y me gustaría vencer la resistencia al cambio.
Salud.
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