Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
En plena reforma educativa que exageradamente valoran y presumen el titular del Ejecutivo federal y su amigo
el secretario de Educación Pública, como uno de los grandes logros de
los primeros tres años de gobierno –“la reforma estructural más
importante” de las 11, juran–, México ganó un liderazgo en la materia
entre los países más ricos de la aldea y que se agrupan en la
OCDE: el primer lugar en el número de alumnos por aula en primaria,
secundaria y bachillerato.
De
acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos, que dirige el crítico más intransigente del entonces sistema
estatal de pensiones pero se jubiló muy temprano bajo su protección,
“entre más estudiantes hay en un grupo, el profesor dedica menos tiempo
de enseñanza a cada uno de los niños y jóvenes de todo el salón”.
Y
en México, revela el estudio Panorama de la Educación 2015, por cada
docente de educación básica y media superior públicas hay alrededor de
30 estudiantes de un mismo grupo, mientras que el promedio de la OCDE
son 15 por cada profesor. No contempla que en zonas rurales abundan los
profesores que atienden a los alumnos de tres y hasta los seis grados de
primaria. En secundaria el problema se acentúa porque el promedio es de
32 alumnos por profesor, mientras que el internacional es de 15.
Para
el análisis de la OCDE un alumno adicional en un grupo de tamaño
promedio, se asocia a un decremento de 0.5 por ciento del tiempo
dedicado a actividades de enseñanza y aprendizaje.
En
la educación privada los coeficientes de profesor-estudiantes son de 19
y 15, pero aún en ese ámbito México está por encima de los promedios de
los países de la OCDE, que es de 13.
Si
a este dramático cuadro que coloca a México por debajo de Colombia,
Turquía y Chile, suma usted las carencias de miles de planteles en agua
potable, sanitarios, piso firme y salones seguros, la reforma
administrativa y laboral en curso resulta intrascendente. Enhorabuena
que los próximos tres años invertirán 50 mil millones de pesos, así sea
endeudando más al país de lo mucho que ya se hizo en el primer trienio
de Enrique Peña Nieto, mas resulta inaceptable que nadie rinda cuentas
de los cuantiosos recursos destinados antes para ese renglón.
El informe dado a conocer el pasado día 26, no distrajo la ocupadísima atención del gran reformador
e incluso “liberador” de los profesores que “comienzan a sacudirse las
presiones y yugo de la Sección 22”. Pero a juicio de la dirigencia del
Partido de la Revolución Democrática, encabezada por Agustín Basave, la
reforma es “un mecanismo para posicionar a Aurelio Nuño rumbo a la
candidatura presidencial de 2018”.
Cuando
los colegas abordaron al secretario para indagar su opinión sobre la
denuncia perredista que, por cierto, coincide con la de diversas voces
de la opinión pública y publicada, alcanzó a responder: “Yo estoy en lo
mío; mi responsabilidad es sacar adelante esta reforma, la reforma
educativa, la más importante que tiene el país”.
Reforma
que el pasado fin de semana tuvo “un éxito histórico”, dijo Nuño, “un
parteaguas” para Gabino Cué, al participar sólo “45 por ciento de los
convocados”, reconoció el primero, al examen de evaluación realizado con
la presencia de cuatro agentes policiacos por cada profesor examinado.
En
agudo contraste, el gobernador de Michoacán y la Sección 18 de la
Coordinadora Nacional acordaron realizar “un congreso plural e
incluyente” para mejorar y fortalecer el sistema educativo estatal. Ruta
opuesta a la excluyente que imponen Peña Nieto y Nuño Mayer.
Twitter: @IbarraAguirreEd
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