La Jornada
Carlos Beristain nos
lleva, página tras página, hacia los adentros de América Latina. Cuenta
lo que cuenta con palabras desnudas, nacidas de difíciles realidades (…)
acompaña la dura tarea de quienes tejen las redes solidarias en tierras
donde nada es más barato que la vida humana. Este libro duele. Pero el
autor sabe abrirse paso en la cerrazón de las selvas, y descubre las
ramas, a veces invisibles, de los árboles que nacen separados y se
buscan para abrazarse. Él tiene ojos capaces de verlos y nos ofrece
palabras para celebrarlo. Así presenta Eduardo Galeano a Carlos
Beristain y su libro Historias de andares. Entonces aún estaban
en su escuela los 43 estudiantes de Ayotzinapa que fueron desaparecidos
el 26 de septiembre de 2014. Poco después, Carlos Beristain, médico,
doctor en sicología, escritor, con una reconocida trayectoria perito
internacional ante varios organismos internacionales, fue designado como
miembro del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI)
de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para coadyuvar en la
investigación sobre la desaparición forzada de los estudiantes.
El GIEI ha cumplido un papel histórico para México y América Latina,
con un trabajo extraordinariamente minucioso, riguroso y transparente,
que hizo añicos la llamada
verdad históricaque daba a los estudiantes por muertos a manos de narcotraficantes. La verdad, aunque dolorosa, fue un bálsamo para toda la sociedad y sobre todo para las muchas víctimas y familiares afectados. Abrió también un espectro de interrogantes sobre las responsabilidades de policías, ejército, funcionarios de gobierno.
A partir de entonces empieza una campaña de burdas mentiras y
calumnias contra los integrantes del GIEI, a cargo de quienes no quieren
que se conozca la verdad. Primero contra Ángela Buitrago, de Colombia (http://goo.gl/lnC3A7), y Claudia Paz, de Guatemala (http://goo.gl/UooC4x),
ambas protagonistas en juicios históricos contra responsables de
violaciones graves de derechos humanos que implicaron altos funcionarios
de gobierno y militares de sus países. Ante la vacuidad de las mentiras
contra ellas que caen por su propio peso, se dirigieron contra Carlos
Beristain, otra vez con falsedades, muy lejos de la verdad y de su
impecable trayectoria. (http://goo.gl/IZgme8)
Beristain participó de perito en el proceso hacia otro juicio
histórico, que al igual que con los juicios donde intervinieron Buitrago
y Paz, despertó en millones de personas ese raro sentimiento de que a
veces la justicia puede triunfar: el juicio de Ecuador contra la
petrolera Texaco (ahora Chevron) por la brutal devastación ambiental y
social que provocó en ese país durante décadas.
Junto a otros expertos internacionales, Darío Páez e Itziar Fernández, realizó un
Estudio sicosocial del impacto de las explotaciones petroleras de Texaco en las comunidades amazónicas de Ecuador, editado como libro con el título Las palabras de la selva. (http://goo.gl/gCJbBM)
El juez de Nueva Loja, Ecuador, que llevaba el caso, solicitó
un peritaje global, dentro del cual se inscribió este estudio, centrado
en el impacto socio-comunitario de las explotaciones petroleras de la
compañía Texaco en el oriente ecuatoriano entre 1964 y 1990. La
investigación integró evaluación ambiental, de salud, de aspectos
sociales y culturales. Realizaron mil 64 entrevistas individuales y
además se trabajó en cinco grupos focales, de indígenas y mujeres
mestizas, todo pensado con el mayor respeto e integrando las diversas
condiciones de los afectados, 30 por ciento indígenas de la Amazonia,
que han vivido siempre allí, y 70 por ciento familias campesinas
colonas.
El resultado es un documento que muestra las consecuencias de una
catástrofe, que muestra como Texaco durante 25 años devastó áreas únicas
de la Amazonia, produjo una contaminación feroz de aguas, suelos y aire
que enfermó y ahuyentó la fauna, destruyó grandes áreas de flora,
enfermó a un enorme número de personas, arruinó sus fuentes de
subsistencia y rompió los tejidos comunitarios y familiares. Además hubo
racismo, maltratos, trabajo esclavo, e incluso abusos sexuales contra
mujeres y niñas indígenas y campesinas, generando un ambiente de miedo,
culpa y vergüenza, además de hijos producto de esas violaciones, que
viven allí.
La extracción petrolera es siempre contaminante, pero Texaco además
no cuidó siquiera las normativas del país, botó los desechos tóxicos
donde mejor le convino. La supuesta remediación que hizo del lugar
posteriormente, por demanda del Estado ecuatoriano, fue insuficiente,
mal hecha y en una parte minoritaria de la zona impactada, por lo que
cuando hacen el estudio, persisten los impactos en tres cuartas partes
del área.
Las
acusacionesque le hacen a Beristain dicen que cometió
fraudecontra Texaco (¡!) por haber hecho este estudio, que luego fue usado por abogados en la demanda contra la petrolera, posteriormente impugnados por un juez estadunidense. Recientemente salió a la luz que la empresa había comprado al testigo en que se basó ese juez. (http://goo.gl/hzqxUs). De todos modos, la supuesta
pruebade que Beristain estaba
en connivencia, son unos minutos de video donde habla con un abogado de los pueblos demandantes, sobre cómo son las encuestas y que hay impactos ambientales, sociales y culturales. Lo cual es parte de su tarea como experto.
Es importante leer Las palabras de la selva (http://goo.gl/gCJbBM),
no sólo para ver lo absurdo de la manipulación de quienes tratan de
descalificar al GIEI, también porque allí hay claves para México, para
conocer los impactos y las metodologías para evaluar las consecuencias
de la violencia y el desprecio por la vida de la gente y su relación con
la naturaleza, que es de lo que se trata. Desviar la atención es parte
de las estrategias de la impunidad.
*Investigadora del Grupo ETC
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