REPORTAJE
La última surrealista 'gana' el premio Biblioteca Breve
"Ha sido un ser solitario que buscó refugio en México", dice la autora
"Le pregunté si quería venir, pero me dijo que no; tampoco leerá el libro porque nunca lee nada sobre ella; ahora solo quiere fumar y tomar el té; como mucho, pregunta siempre cómo será la muerte, si como evaporarse o dejarse ir de la mano", informaba ayer Poniatowska sobre la última surrealista viva, que a sus 94 años aún devora sus amados huevos a la mexicana y se niega a hablar de su gran amor, Ernst. "No creo que fuera tanto una gran surrealista como que reflejaba su rica cosmo-visión: pintó su mundo infantil, de origen celta, con personajillos que vivían bajo tierra", apuntó la escritora.
"Ha sido un ser muy solitario, ha vivido entre ese miedo que da el haber estado en un sanatorio; casi siempre sola a pesar de sus dos hijos y con la única amistad fuerte de Remedios Varos", apuntala. ¿Ni tan siquiera trató con sus colegas mexicanos? "Había una escisión profunda entre los pintores europeos y los revolucionarios; nunca fue amiga de Frida Kahlo y con Diego Rivera solo habló dos veces: él llevaba pistola y ella no quería hablar más de violencia. En México buscó refugio".
En público y en privado los miembros del jurado -Rosa Montero, José Manuel Caballero Bonald, Darío Villanueva y Pere Gimferrer- hablaron maravillas de la obra en general y de la primera parte de la biografía novelada, donde se recrea la infancia de la joven y el París surrealista en particular. No tan difícil esa excelencia entre crónica y literatura porque el periodismo literario es el género en el que ha sobresalido esta mujer que, como Carrington, dejó París con nueve años debido a la II Guerra Mundial para recalar en México, donde desde 1953 trabajó en el diario Excélsior, lo que le dio acceso a los intelectuales de los cincuenta con figuras como Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis.
En sus dos facetas hay grandes títulos. En lo periodístico, amén de ser la primera mujer premio Nacional (1978) destaca La noche de Tlatelolco, sobre la masacre de la plaza de las Tres Culturas: y en novela, Hasta no verte Jesús mío, La piel del cielo (Premio Alfaguara, 2001) y El tren pasa primero (Rómulo Gallegos, 2007).
Poniatowska se mostró ayer con sentido del humor ("celebro que el premio me llegue antes de que me petateen [embalsa-men]") y un poco sentimental ("una forma de cansancio, como dice Leonora"): lo dedicó a las mujeres víctimas o agredidas en su país. De una modernidad aplastante.
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