2/10/2011

Hoy, Caetano Veloso, Gilberto Gil y Carlinhos Brown, juntos e ao vivo en Guadalajara

Tumbando Caña
Ernesto Márquez
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Carlinhos BrownFoto Arturo Campos Cedillo
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Gilberto GilFoto Archivo La Jornada

En un hecho insólito, y por demás atractivo, hoy, en la ciudad de Guadalajara (Jalisco) se reúnen por única ves tres grandes figuras de la música popular brasileña actual, Caetano Veloso, Gilberto Gil y Carlinhos Brown.

El encuentro de estos destacados artistas se da en el contexto de las fiestas conmemorativas por el 469 aniversario de la fundación de esta ciudad, organizada por el Ayuntamiento y el Patronato del Centro Histórico.

Calificado como único y electrizante, el concierto, a llevarse a cabo en la Plaza Liberación en punto de las 20:30 horas, ha generado gran interés. Nadie sabe cuál será el programa y qué es lo va a suceder, pero se espera que sea todo lo magnifico que tres genios puedan desarrollar juntos “e ao vivo”.

Llama la atención que sea Guadalajara la ciudad elegida para tan significativa reunión. Esto, quizá, por la relación de empatía que tiene la población tapatía con Brasil desde aquel Mundial de 1970, cuando la selección verdeamarelha fue arropada como propia en estas tierras. Desde entonces Guadalajara se ha caracterizado como la ciudad más brasileña de México y la que más disfruta los ritmos del Brasil.

Los tres exponentes son originarios de Bahía. Bahía de Todos los Santos, la Bahía de Jorge Amado, la patria grande del ritmo brasileiro. Caetano y Gilberto nacieron el mismo año, 1942. Carlinhos, más joven, en 1962. Hijos del bossa nova, han participado en el maridaje estético-musical, a caballo entre la música tradicional afrobrasileña y las formas tonales más contemporáneas, revestidas con un lírica que va de la poesía más renovadora a la canción social.

De Caetano y Gilberto se sabe fueron los creadores del tropicalismo; movimiento cultural cuyo objetivo era la revaluación de la música tradicional brasileña. A Carlinhos se le conoce por haber revolucionado el sistema percusivo del batuque, desarrollado el axe music y, sobre todo, por haber logrado El milagro de Candeal, que Fernando Trueba retrata en senda película homónima.

Las historias de Caetano Veloso y Gilberto Gil han corrido a la par. Desde aquel momento en que publicaron Tropicalia ou Panis et circencis (1968), manifiesto discográfico del movimiento tropicalista ruptura de falsas dicotomías tradición/modernidad, buen gusto/mal gusto hasta el rencuentro para celebrar 25 años de tropicalismo, lejos de los fastos oficiales en la plaza pública.

En 1969, fueron considerados subversivos y apresados por el régimen militar brasileño instaurado después de 1964. Una vez liberados, ambos fijaron residencia en Londres, donde trazaron la ruta a seguir de las nuevas tendencias musicales. De regresó a Brasil formaron el grupo Dulces Bárbaros junto a Gal Costa y Maria Bethania, hermana de Veloso. Los cuatro viajaron por todo Brasil, perpetrando una de las más electrizantes giras musicales en la que no sólo compartieron sus ideas, sino levantaron una importante grey de seguidores que apuntalaron el fenómeno tropicalista.

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Caetano VelosoFoto Roberto García Ortiz

La discografía de Veloso y Gil es muy amplia y en cada uno de sus álbumes se percibe su inquietud de búsqueda por mejorar sus formas musicales. Ambos son parte fundamental de la historia musical de Brasil, además de haber integrado legendarias formaciones experimentales y producir trabajos de otros artistas.

Tratando de ubicarlos por separado diremos que Caetano es un artista luminoso al que se le puede definir con tres palabras: inteligencia, sensibilidad y elegancia, poseedor de una obra inusitada.

Gilberto es un luchador social que se ha distinguido por la defensa de los derechos humanos y la protección ambiental. Pertenece al Partido Verde de Brasil, ha sido embajador de buena voluntad de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y ministro de Cultura en el gobierno de Lula da Silva. Es reconocido también por su defensa del software libre y, por extensión, de la cultura libre.

Por su lado, Carlinhos Brown es un multinstrumentista cuya música es sinónimo de fiesta, de diversión, porque considera que la alegría hace a todo el mundo igual, al rico y al pobre. Por encima de todo, su música es ejemplo de solidaridad, de compromiso, de ayuda. Pocos artistas pueden presumir del compromiso que ha demostrado Carlinhos Brown con la comunidad donde nació, creció y forjó su persona, Candeal. Y con su país. Y con el mundo en general. Compromiso que no se queda en las letras de las canciones o en las palabras de las entrevistas, sino en aportar todo lo que está en su mano y en su bolsillo para, por ejemplo, sacar al popular barrio de Salvador de Bahía de la miseria por medio de la música, desarrollar espacios como el Candyall Gueto Square y la escuela de música Pracatum, apostando por la educación, cambiando las pistolas en manos de los jóvenes por instrumentos musicales.

Como se ve, cada uno contiene una gran historia por separado y ahora las unen en un espectáculo del que se espera mucho y del que se dice se hablará por años.

Veamos y escuchemos.

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