6/26/2011

Politiquería sin freno



Jorge Melendez Preciado

Hace tiempo que en el orbe, pero especialmente en México, ya no se hace política, sino politiquería. Vicente Fox es el ejemplo más reciente y acabado. Prometer todo, hablar a cada momento y sin sentido, reunirse en diferentes lugares para insistir que es el salvador de la patria, utilizar la religión y la vida personal como ejemplo, usar facciosamente a la justicia y, básicamente, hacer propaganda en los medios de difusión en exceso para enviar mensajes de que “todo va bien”, son las señales más notorias que hemos visto en los últimos lustros.

El caso de Jorge Hank Rhon es un ejemplo de lo que no se vale, ni debe hacerse. En un corto periodo el impresentable tipo fue detenido supuestamente por acopio de armas, muchas de ellas de uso exclusivo del ejército; luego se dijo que se le iba a acusar de delincuencia organizada; se le llevó a un penal de alta seguridad, después se le trasladó a Tijuana; enseguida se le dictó libertad por la jueza Blanca Evelia Parra Meza; luego se le detuvo arraigado en un hotel y, finalmente, previo reclamo del comisionado de Derechos Humanos, Gilberto García, un juez lo liberó.

En el grave episodio queda pésimamente el Ejército Mexicano –de las instituciones más confiables todavía–. La nueva procuradora, Marisela Morales, hizo mal su trabajo, como en el caso del michoacanazo, e incluso se contradijo, ya que aseguró no pediría el arraigo y a fin de cuentas lo solicitó. El vocero presidencial, Alejandro Poiré, lo único que hizo fue tratar de exculpar a su jefe. La DEA (la agencia antinarcóticos estadunidense) insistió en que proporcionaría la información –y nuevamente se muestra nuestra dependencia con Estados Unidos– para fincar las responsabilidades al dueño de Caliente, y nunca, aparentemente la envió.

Pero todo eso se realizó, no hay que ser muy inteligente para saberlo, con el objeto de influir en las elecciones del Estado de México, ya que Hank está ligado a Peña Nieto, aunque se quiera ocultar. Resultado: Eruviel Ávila no descendió en las preferencias sino aumentó su índice de aceptación, y Luis Felipe Bravo Mena, aunque se hizo la prueba antidoping, junto con sus hijos, va lastimosamente en picada.

Todo porque desde el inicio no hubo credibilidad en la detención y el proceso al traficante de animales en extinción. Pero además, porque si la estrategia para desprestigiar a un priista resultó en Jalisco y Guerrero, ahora los ciudadanos saben que los golpes venideros se deben a un juego llamado: elecciones presidenciales.

Recientemente, para agregar mayor tensión, se dieron a conocer los millonarios negocios de Vicente Chaires Yáñez, coordinador de administración de la dirigencia tricolor. El individuo ha realizado su carrera política desde siempre al lado de Humberto Moreira. Con sueldos medianos, llegó a ser socio del grupo Súper Medios de Coahuila, conformado por un canal de televisión, dos estaciones de FM y otras dos de AM. Todas, en Coahuila, las cuales elogian sin cesar al actual presidente del antiguo partidazo, el profesor Moreira.

Pero además, Chaires es socio de una empresa en Texas y dos más en Estados Unidos. Incluso adquirió una casa de 850 mil dólares, para descansar plácidamente. Al darse la información, el Partido Revolucionario Institucional borró de internet el nombre y el cargo de Chaires.

Los dos casos son no un asunto de justicia, sino de politiquería. Pero Humberto, el Bailador, enmudeció; incluso no asistió a sus conferencias de los lunes.

Curiosamente, por esos días la Armada descubrió en Coahuila, el feudo de los hermanos Moreira, un arsenal de armas de los Zetas y dijo que había varias narcofosas que investigaría.

Pero no es todo. También en las jornadas turbulentas que vivimos, se detuvo, curiosamente, a Pablo Salazar Mendiguchía. El exgobernador de Chiapas es acusado de varios delitos: utilizar los recursos destinados al huracán Stan en su beneficio, cobrar seguros cuando ya no ejercía el poder, asesinatos de niños por omisión y otros más.

En este caso, sí se dictó auto de formal prisión, por parte de un juez que leyó miles de cuartillas en unas horas. Puede o no ser culpable de lo que se le imputa a Salazar, pero es curioso que el gobernador más calderonista en la actualidad, Juan Sabines, quien fue llevado al poder por un movimiento encabezado por el Partido de la Revolución Democrática, sea hoy la mano para sacrificar a quien lo llevó a la cumbre. Parricidio político.

Pablo quería ser candidato a una senaduría por el Partido del Trabajo. Ya había, dicen los que saben, hablado con Andrés Manuel López Obrador, quien aceptó. Y Salazar es parte del grupo llamado los Chuchos, quienes no pudieron aliarse con el Partido Acción Nacional en el Estado de México, algo que molestó enormemente a Felipe Calderón.

Éste, por cierto, no pierde oportunidad de criticar al PRI, algo que ha hecho ante universitarios de Estados Unidos –donde ensalzó a su hermana, Luisa Calderón, la cual se postulará para el gobierno de Michoacán–, empresarios y en el foro que se presente. En igual sintonía están Ernesto Cordero, Javier Lozano y Alonso Lujambio. El objetivo: aumentar la popularidad de los precandidatos albiazules y mellar, a como dé lugar, las amplias preferencias por los tricolores y otras organizaciones políticas.

El golpeteo ha dado resultados; tantos, que el PRI está callado y Peña Nieto, el hombre en que se ha puesto la mira para desinflarlo a toda costa, por fin salió a decir que Felipe Calderón estaba mal enfocando sus esfuerzos.

Claro, en este torneo oratorio sin freno, despunta Ernesto Cordero, lo mismo con expresiones ridículas como las de que con 6 mil pesos vive bien la gente y el salario mínimo alcanza para más como otras en las cuales asegura que quiere ser presidente de México con el alma (sic espiritual), o la que hizo ante el líder del Yunque, Elías Villegas, donde espetó: “Yo no tengo duda de que voy a ser presidente de México, pero necesito que me acompañen, necesito que me apoyen, necesito que me impulsen, necesito que me vean”. Ni Vicente Fox en sus momentos de mayor desenfado habría sido tan incoherente.

Mientras las instituciones se deterioran y la política está de vacaciones, los grillos insisten: nos interesa el poder no importa lo que cueste. Mala hora.

*Periodista

Fuente: Contralínea 239 / 26 de junio de 2011

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