Bernardo Barranco V.
Con
suavidad y sutileza, el mensaje social del papa Francisco se va
robusteciendo conforme avanza su visita en Brasil. El Papa llegó a un
país convulsionado por protestas sociales que reclaman mayor coherencia
a una clase política que se ha vuelto torpe para dialogar con los
legítimos cuestionamientos de la ciudadanía. Brasil, a decir de muchos
expertos, ha vivido una gran expansión económica pero una contracción
política en la última década. El PT en el gobierno se ha engolosinado
con sus logros y ahora no sabe cómo dialogar con una
revolución ciudadanagestada por las redes sociales. Ibope acaba de publicar la caída en la aprobación del gobierno de Dilma Rousseff de 55 por ciento a un dramático 31 por ciento. Sin duda, esta especial circunstancia favorece los mensajes del Papa, pues pueden empatar con los reclamos de justicia social, contra la corrupción, a favor de la renovación de un sistema político gangrenado por el favoritismo y la corrupción. Así lo expresó Francisco en la favela Varginha, en el complejo de Manguinhos:
A ustedes, queridos jóvenes, que tienen una especial sensibilidad frente a las injusticias, a menudo se sienten decepcionados con la noticia que hablan de la corrupción, con políticos y gente que, en lugar de buscar el bien común, buscan su propio beneficio, dijo el pontífice ante miles de fieles que acompañaron a su discurso.
A todos ustedes, repito: no se desanimen, no pierdan la esperanza, no dejen que se apague la esperanza.
Marco Politi, probablemente el vaticanista italiano más respetado,
indicó que Francisco en Brasil proseguirá y profundizará su Evangelio
social. Desde que fue elegido ha venido denunciando las nuevas formas
de esclavitud, la explotación, la desigualdad. Politi precisa:
El papa Francisco es un fruto inesperado de la Teología de la Liberación porque es un representante de la llamada Teología Popular, que no es marxista ni politizada, pero que sí denuncia con fuerza los horrores de la miseria, la desigualdad y sus mecanismos económicos.
Ayer, Francisco denunció que la actual civilización mundial ha ido más allá, se
pasó de roscaen el culto al dios del dinero, excluyendo los dos polos de la vida de las personas: las personas mayores y los jóvenes. Ante 40 mil jóvenes argentinos, en la catedral de Río de Janeiro, el Papa denunció una especie de eutanasia cultural con los viejos y de los jóvenes:
El porcentaje de jóvenes que no tienen trabajo, ningún trabajo, es demasiado alto y es una generación que no tiene la experiencia de la dignidad del trabajo. Esta civilización nos está llevando la excluir estas dos puntas que son nuestro futuro, expresó en un improvisado mensaje.
Para Leonardo Boff, Francisco recupera para la Iglesia la denuncia y
los temas sociales olvidados y hasta combatidos por los últimos
pontífices. El posicionamiento sobre lo social puede operarse una
ruptura con los anteriores pontífices, es el evangelio social de
Francisco más que la Teología de la Liberación. Juan Pablo II libró
contra una durísima batalla que dejó muchas víctimas, pactos con las
dictaduras, corrupción eclesial en la curia que ha venido decantado su
decadencia varios años después de su fallecimiento.
En
Brasil podemos estar asistiendo al tránsito de un conjunto de gestos y
símbolos lanzados desde Roma en los últimos cuatro meses por
Francisco a una postura programática de su gobierno pontifical. Si
desde el Vaticano, Francisco ha venido anunciando con señales la
descosificación de la figura papal y de todo el viejo oropel monárquico
y esclerotizado de la Iglesia que la ponía por encima a los pastores de
los fieles, ahora, pareciera que desde el evangelio social, Francisco
propone una renovación a la Iglesia. Que no es otra cosa que retomar el
espíritu del Concilio, relativiza las discusiones
hermenéuticasde Ratzinger sobre la correcta interpretación y en los hechos está proponiendo dejarse llevar por los clamores y anhelos del pueblo. Palabra teológica que tanto gusta al Papa. Paradójicamente, Mario Bergoglio ha sido el único de los últimos cinco papas que no participó en el Concilio. Cuando éste se inaugura en 1962, el joven Bergoglio tenía 25 años y ni siquiera estaba ordenado sacerdote.
Algunos vaticanistas ha registrado no sólo los gestos de Francisco,
sino sus silencios. Ya habíamos señalado que Francisco no ha puesto
mucho énfasis en la discusión sobre los homosexuales, las nuevas
parejas, el aborto y los temas en los que Benedicto XVI había venido
insistiendo de manera recurrente. No creo que el actual Papa se atreva
a abandonar dicha agenda pero no absolutizarla. Pero Francisco es un
papa del Tercer Mundo, su sensibilidad es muy diferente a la de los
clérigos de los países ricos y prospero del área noratlántica. Por
ello, sí creo que Francisco introducirá con mayor fuerza la agenda
social y la crítica al sistema económico mundial que está produciendo
víctimas en todo el planeta, especialmente en las expectativas
frustradas de los jóvenes. Si Benedicto XVI priorizó Europa como
escenario de sus mayores esfuerzos pastorales y culturales, me parece
que Francisco retomará su acento en África, Asia y América Latina como
sus mayores prioridades geoeclesiales.
Ante los jóvenes argentinos, les dijo:
Quiero que salgan a las calles para armar lío, quiero lío en las diócesis que también salgan. Quiero que la Iglesia salga también a las calles, quiero que nos defendamos de todo lo que es mundano, comodidad, instalación, clericalismo y de estar cerrados en nosotros mismos. Las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir. Si no salen se convierten en una ONG y la Iglesia no puede ser una ONG.
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