7/26/2013

Internet es un lugar con muchas mentiras



Por Miguel Carbonell  @MiguelCarbonell


Miguel Carbonell es investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Su cuenta de Twitter tiene más de 121,000 seguidores. Su sitio web es www.miguelcarbonell.com

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Internet es un universo entero de conocimiento. Es la referencia esencial para todo tipo de informaciones y búsquedas. Hay quienes lo utilizan para estudiar, para comunicarse con los demás, para planificar sus viajes o para consultar sus cuentas de banco. Son muchos también, por desgracia, los que usan la red para mentir.
No faltan en internet quienes sueñan con acostarse con Britney Spears o con Lady Gaga, pero estando despiertos lo escriben en su perfil de Facebook o en su cuenta de Twitter… como si hubiera sido verdad. Y lo mismo pasa con personas de quinta categoría que se atreven a difamar, ultrajar y difundir todo tipo de mentiras sobre personajes conocidos o no tan conocidos.

Se trata de lo que Roberto Saviano, en un memorable artículo publicado en el periódico El País, llamó los “matones de Twitter”.

En la vida real también abundan las mentiras, naturalmente. Pero internet las potencia al permitir que se escriban comentarios y se añadan contenidos desde el más absoluto anonimato. Eso les da fuerza a los mentirosos, quienes desde cuentas como @GalanRapero, @CapecucitaSexy o @NorteadoperoDecidido (son ejemplos inventados, no se molesten en buscarlos) disparan sus dardos contra quien les venga en gana, sin nunca dar la cara, sin nunca preocuparse por el daño que pueden hacer, sin nunca generar ningún tipo de valor positivo en las redes sociales. Lo suyo es la mentira, el improperio, el insulto o la descalificación.

Nunca construir, nunca aportar, nunca generar debates constructivos sobre los muchos temas que tiene pendientes el país. Ni lo hacen ni lo podrían hacer, cobardes y lerdos como son. Puros fantasmas, que supuran su odio hacia los demás y ponen en evidencia sus propias frustraciones, dejando ver el mucho daño que la vida les ha hecho.

Como regla general de urbanidad en las redes sociales, nadie debería contestarle nunca a una cuenta que no se identifica y que se centra en descalificar a los demás. Si no se tiene al menos el decoro de dar la cara, eso significa que no se le da importancia a lo que uno mismo escribe, por tanto merece ser desconocido por todos los demás.

Ese silencio es, en todo caso, la mejor respuesta que pueden obtener quienes difaman y mienten sin cesar. Una mención, un minuto de atención, los elevaría hasta un nivel que ni tienen ni merecen tener. Hay que dejarlos hablando solos, como se hace con las personas indeseables, que tienen por misión en la vida hacerle daño a los demás.

En todo caso, como bien han subrayado las mejores escuelas de periodismo, hay que diferenciar siempre los "hechos" de las "opiniones".

En materia de opiniones puede existir, como es evidente, la más amplia diversidad y pluralidad. Y eso puede suponer la emisión de críticas muy duras y ácidas sobre temas o sobre personajes. Pero otra cosa son los hechos: sobre ellos solamente cabe la mentira o la verdad. Los hechos son infalsificables, precisamente por ser hechos y no percepciones o puntos de vista de quien escribe o habla.  Refrendemos, también en internet, la mayor libertad de cada uno para tener la opinión que quiera y para poder expresarla sin censura.

Pero descalifiquemos por medio del silencio y del ostracismo a quienes inventan los hechos, dibujando una realidad que solamente existe en sus sueños o en su imaginación. Que se queden hablando solos. No merecen más.

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