John M. Ackerman
Durante
la séptima Cumbre de las Américas, celebrada los pasados 10 y 11 en
Panamá, se ratificó la derrota de Washington a manos de un pueblo
latinoamericano cada día más consciente, participativo e independiente.
En lugar de aplaudir a Barack Obama por la
normalizaciónde relaciones entre Estados Unidos y Cuba, el mensaje central fue de celebración de la victoria del pueblo cubano sobre la retrógrada estrategia de bloqueo imperial. La mayoría de los presidentes latinoamericanos también exigieron a Obama que cancelara inmediatamente la ridícula categorización de la administración de Nicolás Maduro como
amenazapara la
seguridad nacionalde Washington.
El principal obstáculo para el surgimiento de una poderosa unión
regional que logre finalmente establecer relaciones de respeto e
igualdad entre los pueblos al sur y al norte del río Bravo es la
vergonzosa captura del Estado mexicano por los intereses más oscuros de
Estados Unidos. El abyecto servilismo del gobierno de Enrique Peña
Nieto con el vecino del norte no solamente ha profundizado la
corrupción y los derechos humanos en México, sino también mantiene
dividida a América Latina.
El mandatario mexicano jamás escatima esfuerzos para alabar la supuesta
valentíay
visióndel líder estadunidense. En su última reunión con Obama en Washington, el pasado 6 de enero, Peña Nieto incluso prometió
ayudara Estados Unidos con su hipócrita e intervencionista misión de
promover la democracia y el respeto de los derechos humanosen Cuba. En la Cumbre de las Américas, Peña Nieto repitió el mismo mensaje sobre Cuba sin articular el mínimo cuestionamiento sobre las nuevas sanciones a Venezuela.
Y para que no quedara ninguna duda sobre la lealtad del régimen
autoritario mexicano a Washington, el Senado de la República aprobó el
jueves pasado una reforma a la Ley Federal de Armas de Fuego y
Explosivos que permitirá a agentes de Estados Unidos portar armas y
hacer valer directamente las leyes de su país en México. Aquella
reforma implica una drástica modificación histórica, así como una grave
afectación a la soberanía nacional al abrir la puerta para una
expansión sin precedente de la presencia de las fuerzas de seguridad
estadunidenses en México.
El 10 de abril, los policías de Peña Nieto ratificaron su
subordinación a Washington al evitar la realización del Viacrucis de
migrantes indocumentados centroamericanos desde el albergue Hermanos en
el Camino, en Oaxaca, dirigido por el cura y dirigente social Alejandro
Solalinde, hasta el Distrito Federal. El objetivo de la movilización
era denunciar el estratosférico aumento en las violaciones a las
garantías básicas de los migrantes a partir de la entrada en vigor del
Programa de la Frontera Sur por el gobierno mexicano por órdenes de
Washington.
Desde
la llegada de Peña Nieto, México ha fungido como leal perro guardián de
Estados Unidos en contra de los hermanos y hermanas de Centroamérica.
El pasado 6 de enero, Peña se comprometió públicamente con Obama en la
Casa Blanca a
mantener nuestra política de mayor control en la frontera surcon Guatemala. Unos días después, Washington autorizaría nuevos recursos millonarios para apoyar con la
modernizaciónde aquella frontera.
No sorprendió a nadie entonces que Obama celebrara durante la Cumbre de las Américas el
trabajo sobresalientede Peña Nieto. Después de poco más de dos años en el poder, el mandatario mexicano no solamente ha logrado privatizar el petróleo y profundizar las políticas neoliberales, sino también participa plenamente en el desplazamiento de la frontera sur de Estados Unidos hacia la frontera con Guatemala. El gobierno de Peña Nieto también trabaja a marchas forzadas para promover el nuevo Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (o Transpacific Partnership) con sus agresivas medidas de
protecciónde inversionistas en contra de la regulación gubernamental y la soberanía nacional.
Habría que evitar a toda costa la escisión definitiva de México de
la región latinoamericana y su incorporación formal dentro del bloque
político de
América del Nortebajo las órdenes de Washington. Ello podría revertir en un solo golpe los grandes esfuerzos recientes para finalmente dejar el legado del imperialismo estadunidense en el pasado.
La actual lucha por el establecimiento de un nuevo gobierno digno y
soberano en México no compete entonces solamente al pueblo mexicano,
sino también a todos los ciudadanos de América Latina. México requiere
urgentemente del apoyo y la solidaridad activa de sus hermanos y
hermanas del sur para juntos construir una verdadera democracia, con
paz y justicia, en todo el continente.
Twitter: @JohnMAckerman
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