Víctor M. Toledo
Este
pequeño e inmisericorde aspirante a militar ha dejado un país en
ruinas. La causa principal han sido sus guerras. Su guerra contra el
narcotráfico, su guerra contra los trabajadores, su guerra contra los
pobres y, finalmente, su guerra contra la naturaleza. Su belicismo
obedece no solamente a la necesidad de legitimar una presidencia
obtenida mediante el fraude electoral, sino a saldar y resolver
resortes síquicos profundos ligados con la imagen que mira frente al
espejo. Provinciano, mediocre, católico y corrupto, fue calificado por
Raúl Vera, obispo de Saltillo, como
el más cruel presidente que hemos tenido en México. El que se hizo llamar
candidato del empleoenvió a 15 millones de mexicanos a la miseria (según la Coneval), aumentó los impuestos, desmanteló sindicatos y restringió sus derechos a los que trabajamos, dedicó solamente 8 por ciento del presupuesto a los programas sociales (según la OCDE), dejó 7 millones de jóvenes sin escuela ni trabajo, y propició la muerte o desaparición de unos 100 mil mexicanos. También hubo impactos de sus decisiones en la dimensión ambiental y ecológica, en lo que fue su cuarta guerra.
Fiel a la doctrina neoliberal y a la maquinaria tecno-económica que
la pone en práctica, Calderón terminó apoyando a y apoyándose en los
monopolios nacionales y trasnacionales y en el Ejército y las fuerzas
de seguridad. ¿Puede un presidente neoliberal pintarse de verde?
Imposible. La causa primera y última de la crisis ecológica a toda
escala, incluido el cambio climático, ha sido el modelo que busca
mercantilizar los procesos naturales, explotar el capital natural. La
contradicción fue enmascarada bajo una política doble: por un lado
haciendo compromisos retóricos y concesiones irrelevantes mientras se
facilitaban los grandes proyectos depredadores de la naturaleza. Como
sucede en muchos países, en México la cosmética verde se ha vuelto una
práctica común. Corporaciones, empresas, gobiernos y elites científicas
se hacen la corte de manera recíproca, se conceden premios, se hacen
cómplices, inventan espectáculos, guardan silencio y terminan formando
parte de un círculo perverso.
Desde el inicio Calderón aprendió a manejar un discurso pintado de
verde, pero su primera acción fue bajarle el presupuesto a la Semarnat
en 21 por ciento. En la dimensión internacional estuvo siempre en
sintonía con la corriente buscadora de un capitalismo verde, que
intenta hacer negocios de cada asunto ecológico. Esto explica por qué
organizó la Cumbre Mundial de Negocios para el Medio Ambiente (B4E, por
sus siglas en inglés) en octubre de 2010. Lo anterior le permitió
obtener el reconocimiento del PNUMA
Campeones de la Tierra en 2011, y el
Premio Ecología y Medio Ambiente, de la Fundación Miguel Alemán Valdés. Calderón fue no sólo puntual sino destacado en propiciar y facilitar una política ecológicamente destructiva de gran escala en cinco principales frentes.
El primero es el de la minería a cielo abierto. Durante el sexenio
se otorgaron concesiones y permisos a casi 200 compañías canadienses,
inglesas, estadunidenses, chinas, mexicanas, que se llevan oro, plata,
cobre y otros metales prácticamente gratis, afectando y usurpando
territorios comunitarios, y contaminando aguas, tierras y aire. Las
emisiones tóxicas de la minería constituyen 70 por ciento del total,
principalmente plomo, ácido sulfhídrico, cadmio, cromo, níquel y
cianuro. Cada gramo de oro o cobre supone además un gasto descomunal de
agua. Hoy, las concesiones mineras alcanzan una superficie de más de 50
millones de hectáreas, ¡la cuarta parte del territorio de México! De
2009 a la fecha los proyectos mineros han generado 54 conflictos con
las poblaciones locales. Lo que las mineras han extraído en esta década
equivale a ¡todo el oro y a la mitad de la plata extraída por la Corona
Española en 300 años! El segundo frente tiene que ver con los
megaproyectos turísticos, hidráulicos, urbanísticos y comerciales.
Éstos afectaron cultivos, fuentes de agua, áreas forestales o manglares
o arrecifes coralinos, e inundaron pueblos en al menos ocho estados de
la República. El tercer frente es el de la producción de alimentos y
otras materias primas. Calderón promulgó una Ley General del Cambio
Climático, pero no hizo nada para detener el modelo agroindustrial que
produce, a escala global, 28 por ciento de los gases de efecto
invernadero. Los monocultivos agrícolas, forestales y ganaderos,
orientados a la exportación, basados en agroquímicos, pesticidas, el
despilfarro del agua y los altos costos energéticos, fueron objetivo
central de la política agropecuaria y forestal de la Sagarpa. Como
contraparte fueron mínimos los apoyos para incentivar, favorecer o
fortalecer la agroecología dirigida a la soberanía y autosuficiencia
alimentarias y a los productores tradicionales, no obstante que México
es un país pionero a escala mundial en este campo.
A
pesar de sus 35 millones de focos ahorradores, Calderón jamás adoptó
una política de transición energética hacia las fuentes renovables.
Ello implicaba poner en marcha apoyos sustantivos a la investigación
aplicada, apoyos a la pequeña industria mexicana dedicada a generar
tecnología, y programas masivos para la reconversión a escala de
hogares. Finalmente debe citarse el caso trágico del maíz transgénico
que las corporaciones (Monsanto, Syngenta, Dupont, Dow) intentan desde
hace una década introducir en México en complicidad con las oficinas
gubernamentales. Frente a ello, la resistencia campesina creció y se
expandió por numerosas regiones del país y los científicos demostraron
con hechos contundentes que todo el territorio mexicano es centro de
origen y diseminación del maíz, además de emblema civilizatorio. Tan
sólo en la península de Yucatán, la contaminación genética alcanzaría
la producción de miel, donde 25 mil familias de apicultores mayas están
amenazadas: su miel se exporta a Europa, donde se exigen productos
genéticamente limpios. No tengo espacio para narrar la muerte de
decenas de defensores, campesinos, asesores o activistas, que esta
guerra también produjo. Sólo en Cherán, 12 comuneros han dado su vida
en la defensa de los bosques. También el país tiene mártires
ambientales. En unos días la cuarta guerra de Calderón habrá concluido.
¿Quién o quiénes recogerán los escombros?
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