Detrás de la noticia
No
puedo imaginarme que alguna vez el PAN pudiera regresar a la
Presidencia. Tal es el saldo desastroso que están dejando 12 años de
gobiernos panistas con Vicente Fox y Felipe Calderón.
Del
primero, baste decir que dilapidó todo: una aceptación de 85% al
iniciar su mandato, un gigantesco bono político que le otorgaron todos
los partidos y cientos de miles de millones de dólares de los
excedentes petroleros. Todo disuelto en un desesperante mar de
ineficacia, ignorancia y corrupción. Su descarada relación de origen
con Martha Sahagún fue llevada sin pudor alguno al interior de Los
Pinos, amplificada en una presidencia bicéfala, caprichuda y corrupta.
Hacia adentro, la parentela hinchada —en más de un sentido— por grandes
negocios y hacia afuera los ridículos intelectuales de un presidente
analfabeta. Paradójicamente, fue el hartazgo ciudadano de 70 años
abusivos de PRI el que le dio a Fox la Presidencia. Pero él logró la
“hazaña” de continuarlo con un neoliberalismo a ultranza y aumentarlo
con todavía más vicios y corruptelas, y, peor aun, a lo bruto. Los
Beverly de Guanajuato en Los Pinos.
El
caso de Felipe Calderón es más complejo. Opositor férreo a la
candidatura del neopanista Fox con la premisa de su maestro Carlos
Castillo Peraza: “No ganemos la Presidencia y perdamos el partido”,
Felipe hubo de optar por un autoexilio a Harvard cuando Vicente se
impuso. Luego sería incluido a regañadientes en el gobierno foxista,
hasta que Fox lo echó después de su prematuro destape en Jalisco. Más
tarde, reafirmaría su animadversión cuando mostró abiertamente sus
preferencias por Creel hasta que en una de esas vueltas del destino
tampoco pudo evitar la candidatura de Calderón.
La
mejor definición del 2006 me parece que es de Lorenzo Meyer: “Nadie
pudo probar el fraude, pero nadie pudo asegurar que fue una elección
equitativa”. Así, el haber ganado por una diferencia mínima, en un
proceso tan cuestionado —el propio Trife reconoció “una grave
injerencia del presidente Fox” aunque no la consideró motivo para
invalidarla— y la necesidad de tomar protesta por la puerta trasera,
marcaron para siempre al gobierno calderonista. El nuevo presidente
ignoró a las palomas que le aconsejaron restañar las heridas y sentarse
a la mesa con los opuestos. En cambio, escuchó complacido a los
halcones que lo convencieron de legitimarse sacando al Ejército a las
calles para recordarnos quién era y es el comandante supremo de las
Fuerzas Armadas. Pero se necesitaba de un pretexto, que fue encontrado
rápidamente: la guerra contra el narco.
El
problema es que nos llevó a una conflagración sin estrategia alguna.
Además, en medio de un caos disfuncional en el que esa tarea y su
principal responsable se ha venido rotando anárquicamente entre la PGR,
el Ejército, la PFP y más recientemente la Marina. Añádase el capricho
mayúsculo de beneficiar groseramente, con un presupuesto inagotable de
miles de millones de pesos, al favorito presidencial —desde los tiempos
de campaña— Genaro García Luna, al frente de una Secretaría de
Seguridad Pública que ahora será extinguida. En cambio, en este
gobierno se generaron 3 millones más de nuevos pobres y un millón más
de hambrientos.
Los
panegiristas de Calderón podrán argumentar cualquier cosa. Nada podrá
cambiar la percepción de que este será recordado como el sexenio de los
60 mil o tal vez 100 mil muertos, más los desaparecidos y torturados,
más los que huyendo de la muerte han dejado atrás ciudades y pueblos
fantasmas. Y es que el propio Calderón ha sido obsesivo en el tema que
aborda una y otra vez hasta la náusea. Y en esa obsesión compulsiva
está el otro saldo de su guerra. Una y otra vez hemos preguntado aquí
cuántas horas de su tiempo ha dedicado Calderón a su neurosis bélica y
cuántas a ocuparse de la educación, el desarrollo, el bienestar social,
el crecimiento o a aquello que prometió en campaña y que muy pronto
olvidaría: el empleo.
Así,
Fox y Calderón también se olvidaron rápidamente de los ideales panistas
que impulsaron gigantes como Gómez Morín, González Luna, Conchello y el
propio don Luis Calderón. En cambio, juntos conformaron esta docena
trágica que, afortunadamente, ya termina.
@RicardoRocha_MX
Periodista
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