10/14/2014

Aguirre: nepotismo y nexos oscuros

Serpientes y Escaleras / Salvador García Soto
La negligencia y la omisión no parecen ser las únicas faltas de las que se puede acusar al gobernador de Guerrero, Ángel Heladio Aguirre Rivero. En Chilpancingo se afirma que Aguirre tiene por lo menos 38 familiares directos en cargos del gobierno del estado, de los cuales un gran porcentaje tiene responsabilidad en el manejo y recaudación de recursos públicos. En la misma línea el secretario de Finanzas y Administración de Guerrero, Jorge Salgado Leyva, tiene 20 familiares directos en la nómina de la administración estatal. 

En ese ejercicio “familiar” del poder, Ernesto Aguirre, sobrino del gobernador, es el vicegobernador de facto y enlace de su tío con grupos de poder para lograr acuerdos financieros y políticos. El mismo sobrino, junto con un hermano de Ángel Heladio, Carlos Mateo Aguirre Rivero, son los principales operadores de la obra pública en el estado, por encargo del gobernador. 
Pero la cereza del nepotismo del gobernador es la escandalosa campaña que ha hecho para impulsar a su hijo, Ángel Aguirre Jr., a la alcaldía de Acapulco, donde el derroche y la presencia de dinero ha sido evidente en los actos del junior guerrerense, donde es común que se regalen refrigeradores y televisores a la gente, sin aclarar el origen de los recursos para tal despliegue. 
Al nepotismo y la corrupción se suman denuncias aun más graves que circulan en los corrillos guerrerenses sobre presuntos vínculos entre el poder estatal y la delincuencia organizada. Un caso que apunta en ese sentido es la protección con que opera el primo del gobernador, Víctor Hugo Aguirre Garzón, identificado por autoridades federales como uno de los líderes de la organización criminal denominada Cártel Independiente de Acapulco (Cida). 
El señalamiento más directo que pesa sobre Ángel Heladio tiene que ver con el video en el que la señora María Leonor Villa Ortuño, suegra de José Luisa Abarca, alcalde prófugo de Iguala, denunció que la campaña política del actual gobernador fue financiada por el narcotraficante Arturo Beltrán Leyva, a quien también se relacionó con su primo Víctor Hugo Aguirre Garzón, jefe del citado cártel y, según el dicho de la suegra, aliado de Los Guerreros Unidos responsables de secuestros y extorsiones en Guerrero. 
Así que el caso de Guerrero y su cuestionado gobernador no se agotan en un tema de omisión o negligencia, de sobra probadas en la masacre de los 43 estudiantes normalistas, sino que se trata más bien de un caso de contubernio y de complicidad en el que, a estas alturas, es difícil distinguir los límites: ¿donde termina el Estado y donde empieza la delincuencia organizada?
NOTAS INDISCRETAS… La política nacional por estos días se parece al tango “Cambalache” de Santos Discépolo. Diría el argentino que “siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos” pero hoy es claro que “vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos”. Basta ver el papel que hoy intenta jugar René Bejarano, quien en el escándalo de la masacre en Ayotzinapa, busca pasar como “el bueno” de la historia por haber advertido en 2013 a su partido de presuntos nexos criminales del alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y su esposa María Pineda. Y puede que Bejarano haya tenido información que ligaba al alcalde con crímenes, pero no presentó una denuncia formal ante las autoridades y dejó su denuncia en comentarios a dirigentes del PRD y al procurador Jesús Murillo. Por lo demás, eso no borra el pasado del profesor al que todo México vio recibir fajos de billetes de Carlos Ahumada sin que nunca explicara a dónde fue a parar todo ese dinero. Así que como dice el tango, en la política mexicana “no hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao”… Mientras Guerrero se vuelve un acertijo para el gobierno de Peña Nieto y para el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, donde se reconoce este momento como “el más complicado que haya enfrentado” esta administración, las aguas del movimiento estudiantil se agitan cada vez más. Hoy ocurrirá algo que no se veía desde el movimiento de 1968: un paro simultáneo en la UNAM y en el Politécnico. El miércoles viene una delegación de normalistas de Ayotzinapa a visitar la Universidad nacional y si a todo eso se suma el paro en la prepas de la UACM y las protestas magisteriales en Oaxaca, el coctel estudiantil parece más que peligroso y explosivo… Se recargaron los dados. Sigue la Serpiente.
sgarciasoto@hotmail.com

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