Un estudio del Banco Mundial concluye que sólo el 8% de las mexicanas desconoce que tiene derecho a denunciar, pero la mayoría elige no hacerlo porque considera que ser víctima no es digno de atención.
octubre 17, 2014Tania L. Montalvo (@tanlmont)
Casi la mitad de las mujeres mexicanas mayores de 15 años –el 46.1%- han sido víctimas de violencia a manos de sus parejas, según cifras oficiales. La razón principal por la que no la denuncian es porque consideran que se trata de un hecho insignificante, según datos del Banco Mundial.
En México, el 29% de las mujeres víctimas de la violencia no denuncia porque creen que ser víctimas es algo insignificante, que no es digno de atención; el 18% por preocupación a que sus hijos sufran, el 14% por vergüenza y otro 14% por temor a represalias de sus parejas.
En el documento “Empoderar a las mujeres y niñas para promover la prosperidad compartida” el Banco Mundial hace un llamado a que los países trabajen en promover acciones para que las mujeres no vean como algo cotidiano la violencia en pareja.
El organismo insiste en que acabar con la violencia de género permitirá avances en la igualdad entre hombres y mujeres, la cual está intrínsecamente unida al desarrollo económico:
“La igualdad no sólo garantiza los derechos básicos sino que también
desempeña un papel vital para tener el crecimiento necesario con miras
a acabar con la pobreza extrema”.
Según el Banco Mundial, sólo el 8% de las mujeres víctimas de violencia que participaron en el estudio publicado este año desconocía que podía presentar cargos, pero la mayoría eligió no denunciar.
El diagnóstico del Programa Nacional para la Igualdad de Oportunidades y no discriminación contra las Mujeres 2013-2018 del gobierno federal muestra la gravedad del problema de violencia contra las mujeres: el 46.1% de las mujeres mexicanas mayores de 15 años han sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja:
-A 42.4% se les ha humillado, encerrado, amenazado con correrlas de casa, quitarles a sus hijos o matarlas (violencia emocional).
-A 24.5% les han prohibido trabajar o estudiar, o les han quitado dinero o bienes (violencia económica).
-Un 13.5% ha sido golpeada, amarrada, pateada, o agredida con alguna arma por su pareja (violencia física).
-A 7.3% de las mujeres se les ha obligado a tener relaciones sexuales sin que ellas quieran.
Programas sociales con visión de género
El Banco Mundial cita datos de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y el Programa Oportunidades —que este año cambió su nombre a Prospera— que muestran que las mujeres que reciben el dinero en efectivo del programa —entregado bajo condición de que sus hijos acudan a la escuela y la familia se someta a revisiones rutinarias de salud— son 40% menos propensas a ser víctimas de violencia física de parte de sus parejas, pero se enfrentan a más amenazas.
¿Cómo se puede explicar esta contradicción? Según el Banco Mundial, por un lado, que las mujeres tengan control de las transferencias en efectivo disminuye el estrés económico en el hogar —que puede generar violencia—, pero al mismo tiempo les da independencia financiera para que ellas pueden optar por dejar una relación abusiva.
Sin embargo, si este tipo de programas no están hechos con visión de género y contemplan educación en el tema para las comunidades beneficiadas, en algunos casos la transferencia en efectivo puede ser vista como un desafío de las mujeres a los roles tradicionales de género y agravar la violencia.
“La violencia tiene efectos peligrosos en el corto y largo plazo, por ejemplo en los niños que frecuentemente pueden ser víctimas del abuso. En Monterrey, México, por ejemplo, la mitad de las mujeres maltratadas dijo que sus hijos presenciaban el abuso del que eran víctimas”, cita el informe.
Menos educación, más violencia
El Banco Mundial también alerta sobre el vínculo entre educación y violencia, pues en el estudio concluyó que el 65% de las mujeres de todo el mundo que sólo tienen educación primaria contraen matrimonio durante la niñez, no tienen control sobre los recursos del hogar y toleran la violencia física.
Ese porcentaje se reduce a 5% cuando las mujeres finalizan la escuela secundaria.
“En 18 de los 20 países con la mayor prevalencia de matrimonio infantil, las niñas sin educación tuvieron hasta 6 veces más probabilidades de contraer matrimonio que las niñas con educación secundaria. Entretanto, cerca de 1 de cada 5 niñas en países en desarrollo queda embarazada antes de los 18 años y la mayoría de las muertes de niñas de 15 a 19 años en el mundo en desarrollo se debe a causas relacionadas con el embarazo: alrededor de 70 mil niñas mueren cada año”.
En México, una de cada dos adolescentes de entre 12 y 19 años con vida sexual activa, se embaraza; y dos de cada diez entre los 15 y 19 años ha tenido más de un embarazo.
En total, el 40% de los embarazos en menores de entre 15 y 19 años no son planeados ni deseados y la tasa es de 77 embarazos por cada mil mujeres.
Aunado a eso, México es uno de los países de América Latina con el porcentaje más alto de matrimonio precoz, sólo por debajo de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), 4.5 millones de niñas mexicanas se casa sin ser mayor de edad, lo que pone en riesgo su derecho a la salud, a la educación y a la protección.
En México, el 29% de las mujeres víctimas de la violencia no denuncia porque creen que ser víctimas es algo insignificante, que no es digno de atención; el 18% por preocupación a que sus hijos sufran, el 14% por vergüenza y otro 14% por temor a represalias de sus parejas.
En el documento “Empoderar a las mujeres y niñas para promover la prosperidad compartida” el Banco Mundial hace un llamado a que los países trabajen en promover acciones para que las mujeres no vean como algo cotidiano la violencia en pareja.
El diagnóstico del Programa Nacional para la Igualdad de Oportunidades y no discriminación contra las Mujeres 2013-2018 del gobierno federal muestra la gravedad del problema de violencia contra las mujeres: el 46.1% de las mujeres mexicanas mayores de 15 años han sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja:
-A 42.4% se les ha humillado, encerrado, amenazado con correrlas de casa, quitarles a sus hijos o matarlas (violencia emocional).
-A 24.5% les han prohibido trabajar o estudiar, o les han quitado dinero o bienes (violencia económica).
-Un 13.5% ha sido golpeada, amarrada, pateada, o agredida con alguna arma por su pareja (violencia física).
-A 7.3% de las mujeres se les ha obligado a tener relaciones sexuales sin que ellas quieran.
Programas sociales con visión de género
El Banco Mundial cita datos de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y el Programa Oportunidades —que este año cambió su nombre a Prospera— que muestran que las mujeres que reciben el dinero en efectivo del programa —entregado bajo condición de que sus hijos acudan a la escuela y la familia se someta a revisiones rutinarias de salud— son 40% menos propensas a ser víctimas de violencia física de parte de sus parejas, pero se enfrentan a más amenazas.
¿Cómo se puede explicar esta contradicción? Según el Banco Mundial, por un lado, que las mujeres tengan control de las transferencias en efectivo disminuye el estrés económico en el hogar —que puede generar violencia—, pero al mismo tiempo les da independencia financiera para que ellas pueden optar por dejar una relación abusiva.
Sin embargo, si este tipo de programas no están hechos con visión de género y contemplan educación en el tema para las comunidades beneficiadas, en algunos casos la transferencia en efectivo puede ser vista como un desafío de las mujeres a los roles tradicionales de género y agravar la violencia.
“La violencia tiene efectos peligrosos en el corto y largo plazo, por ejemplo en los niños que frecuentemente pueden ser víctimas del abuso. En Monterrey, México, por ejemplo, la mitad de las mujeres maltratadas dijo que sus hijos presenciaban el abuso del que eran víctimas”, cita el informe.
Menos educación, más violencia
El Banco Mundial también alerta sobre el vínculo entre educación y violencia, pues en el estudio concluyó que el 65% de las mujeres de todo el mundo que sólo tienen educación primaria contraen matrimonio durante la niñez, no tienen control sobre los recursos del hogar y toleran la violencia física.
Ese porcentaje se reduce a 5% cuando las mujeres finalizan la escuela secundaria.
“En 18 de los 20 países con la mayor prevalencia de matrimonio infantil, las niñas sin educación tuvieron hasta 6 veces más probabilidades de contraer matrimonio que las niñas con educación secundaria. Entretanto, cerca de 1 de cada 5 niñas en países en desarrollo queda embarazada antes de los 18 años y la mayoría de las muertes de niñas de 15 a 19 años en el mundo en desarrollo se debe a causas relacionadas con el embarazo: alrededor de 70 mil niñas mueren cada año”.
En México, una de cada dos adolescentes de entre 12 y 19 años con vida sexual activa, se embaraza; y dos de cada diez entre los 15 y 19 años ha tenido más de un embarazo.
En total, el 40% de los embarazos en menores de entre 15 y 19 años no son planeados ni deseados y la tasa es de 77 embarazos por cada mil mujeres.
Aunado a eso, México es uno de los países de América Latina con el porcentaje más alto de matrimonio precoz, sólo por debajo de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), 4.5 millones de niñas mexicanas se casa sin ser mayor de edad, lo que pone en riesgo su derecho a la salud, a la educación y a la protección.
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