Mathieu Tourliere
MÉXICO,
D.F. (apro).- En septiembre pasado, dos cartas llegaron a las oficinas
de Enrique Peña Nieto. Una era del Instituto Flamenco de Biotecnología
(VIB, por sus siglas en flamenco), firmada por un grupo de científicos
a favor de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM). La otra la
enviaron científicos del Laboratorio de Biología Celular y Molecular de
las Plantas del Instituto Salk.
Ambas compartían el mismo fin: Desacreditar la misiva enviada por
David Schubert hace un año al presidente, en la que el científico del
mismo Instituto Salk urgió al mandatario impedir la comercialización de
semillas de maíz transgénico en México.
En la carta alertó los riesgos que representarían para el medio
ambiente y las incertidumbres que, afirmó, existen sobre su inocuidad
en la salud humana.
Si bien las dos cartas no parecen vinculadas entre sí, ya que fueron
enviadas en fechas separadas y por autores de países distintos, la
consultoría de comunicación Llorente y Cuenca las juntó y se encargó de
difundirlas hoy –un mes después de su envío– a los medios de
comunicación mexicanos, acompañadas de un boletín.
Esta compañía, ubicada en el lujoso barrio de Bosques de las Lomas
en el Distrito Federal, vende estrategias de comunicación a las
empresas –lo que implica la difusión a medios– en temas tan diversos
como “reestructuraciones” empresariales, “minería”, “infraestructura”,
“reputación y empleados” y “comunicación online”, entre otros.
Contactada por teléfono por Apro para conocer la
fuente que envió las cartas a la consultoría, la encargada de la
difusión de Llorente y Cuenca, Karla Díaz, aseveró que éstas le
llegaron desde el “sector de la industria agropecuaria” y que la
consultoría las transfirió, “porque creemos que es información
relevante y queremos compartirla”.
La encargada afirmó varias veces que transfirió las cartas sin que ninguna empresa haya contratado a la consultoría.
En el comunicado, Llorente y Cuenca explicó que estos documentos
“desacreditan las hipótesis erróneas del Dr. Schubert, tan promovidas
por activistas anti-transgénicos” y que en caso de que el medio tenga
“cualquier cuestión adicional, no (dude) en contactarnos”.
¿Futuro de la humanidad?
En la carta enviada a Peña Nieto, fechada el 15 de septiembre
pasado, el VIB planteó que “las fuentes de gene endógeno de maíz deben
ser protegidas tanto como se pueda”. Sin embargo, precisó que “esto no
es un argumento para prohibir la introducción de maíz OGM en México”.
Abundó en que el maíz OGM no es más dañoso que las plantas
tradicionales y urgió al mandatario a no tomar en cuenta las “historias
de horror que circulan en Internet” respecto a las plantas modificadas
para tolerar el glifósato, un herbicida que, entre otros, comercializó
la transnacional Monsanto bajo el nombre de Roundup.
Al afirmar que existe un “consenso científico internacional sobre la
inocuidad de las plantas OGM, ambos para el medio ambiente y para la
salud de los humanos y los animales” y sin entrar en detalles, los seis
científicos del grupo pro-OGM subrayaron que las plantas transgénicas
“podrían ser vistas como una herramienta adicional para incrementar la
seguridad alimenticia y la productividad, mientras reduciría el impacto
de la agricultura sobre el medio ambiente”.
La segunda carta, escrita por varios científicos del Instituto Salk
el pasado 2 de septiembre –aunque insistieron en que la firmaron a
título individual y no como representantes del instituto–, aseveró que
“los OGM son muy importantes para el futuro de la humanidad”.
Su argumento lo apoyaron en “la vasta mayoría de los científicos”,
–sin especificar nombres– e insistieron en que “los OGM son seguros en
principio”.
Enorme peligro
Ambas cartas refirieron la recomendación que hizo David Schubert, el
inmunólogo y autor de varios textos que tratan del peligro de los OGM,
al mismo Peña Nieto el 14 de octubre de 2013.
En su carta, Schubert afirmó que la autorización de la
comercialización de las semillas de maíz OGM en México representaría un
riesgo ambiental –al degradar las poblaciones de maíz nativo–;
generaría altos costos sociales, debido al alto precio de las semillas;
así como una dependencia social y política a las compañías de
biotecnología como Monsanto.
Además, afirmó que el importante consumo de maíz en la dieta
mexicana generaría potenciales problemas de salud, ya que los mexicanos
ingerirían altas cantidades de proteína Bt, un insecticida producido
por ciertas variedades de plantas OGM a raíz de la modificación de su
genoma.
Citó estudios que demuestran la supuesta nocividad del consumo de
plantas OGM en puercos y ratas, cuya veracidad atacaron los
científicos, quienes enviaron sus peticiones a Peña Nieto el mes pasado.
Schubert concluyó: “El maíz GM no representa ningún beneficio para
su país, sino más bien un enorme peligro para la salud de los
mexicanos. Sería un profundo error que el maíz transgénico entrara al
suministro alimentario de México”.
A raíz de una medida cautelar, adoptada por el Juzgado XII en
Materia Civil del Distrito Federal el 17 de septiembre de 2013, las
compañías productoras de transgénicos no pueden ingresar a México sus
semillas de maíz modificado.
El tribunal otorgó la medida cautelar, ante el riesgo de que, a
través de su polinización, las plantas transgénicas contaminen a las
nativas de México y pongan en peligro su supervivencia.
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