Habla
de los vínculos existentes entre las luchas globales, del feminismo
negro, de la importancia de lo colectivo, de Palestina...
"El feminismo negro surgió como un esfuerzo teórico y práctico para demostrar que la raza, el género y la clase son inseparables en los mundos sociales que habitamos"
Frank Barat
Londres,
05 oct. 14. AmecoPress/Géneroconclase- En esta entrevista, Angela
Davis, activista, profesora, escritora e icono del movimiento Black
Power, habla de los vínculos existentes entre las luchas globales.
Retomando los temas del feminismo negro, de la importancia de lo
colectivo, de Palestina, del complejo industrial de prisiones, la
Profesora Davis expone el papel que los pueblos pueden y deben jugar.
A
menudo hablas del poder de lo colectivo y haces hincapié en la
importancia de los movimientos populares. ¿Cómo podemos conseguir ese
poder en una sociedad que fomenta el egoísmo y el individualismo?
Desde el
ascenso del capitalismo global y las ideologías relacionadas con el
neoliberalismo, es cada vez más importante identificar los peligros del
individualismo. Las luchas progresistas –centradas sólo en el racismo,
la represión, la pobreza u otras cuestiones- están destinadas al
fracaso si al mismo tiempo no intentan desarrollar la conciencia acerca
de la insidiosa promoción del individualismo capitalista.
Aunque Nelson
Mandela insistía siempre en que sus logros eran logros colectivos
conseguidos por hombres y mujeres, sus camaradas, los medios trataron
de santificarle como individuo heroico. Un proceso parecido se llevó a
cabo para disociar al Dr. Martin Luther King, Jr, del inmenso número de
mujeres y hombres que constituyeron el corazón mismo del movimiento
estadounidense por la libertad de mediados del siglo XX. Es esencial
resistirse a describir la historia como la obra de individuos heroicos
para que la gente reconozca hoy su potencial como parte de una
comunidad de lucha cada vez más amplia.
¿Qué queda hoy del movimiento del Black Power?
Pienso en el
movimiento del Black Power –o a lo que nos referíamos en su momento
como movimiento de liberación de los negros- como un momento especial
en el desarrollo de la búsqueda de la libertad de los negros. Fue, en
muchos sentidos, una respuesta a lo que se percibía como límites del
movimiento por los derechos civiles: no sólo necesitábamos proclamar
derechos legales dentro de la sociedad existente, sino también exigir
derechos sustantivos –puestos de trabajo, vivienda, atención sanitaria,
educación, etc.- y desafiar la estructura misma de la sociedad. Esas
demandas –también contra los encarcelamientos racistas, la violencia de
la policía y la explotación capitalista- se sumaron al programa de diez
puntos del Partido de las Panteras Negras (PPN).
Aunque las
personas negras han entrado en las jerarquías económicas, sociales y
políticas (el ejemplo más espectacular fue la elección de Barack Obama
en 2008), hay un abrumador número de ellas sometidas al racismo
económico, educativo y carcelario a un nivel mucho mayor que durante la
era anterior a los derechos civiles. En muchos aspectos, las demandas
del programa de diez puntos del PPN son ahora tan importantes –o quizá
incluso más importantes- como durante la década de los sesenta, que fue
cuando se formularon por vez primera.
La
elección de Barack Obama fue celebrada por muchos como una victoria
contra el racismo. ¿Crees que fue una falacia? ¿Piensas que realmente
ha estado paralizando durante mucho tiempo a la izquierda, así como a
los afroamericanos implicados en la lucha por un mundo más justo?
Muchos de los
supuestos respecto a la importancia de la elección de Obama están
totalmente equivocados, especialmente los que describen que un hombre
negro en la presidencia de EEUU simboliza la desaparición de la última
barrera del racismo. Pero creo que la elección en sí fue importante,
sobre todo porque la mayor parte de la gente –incluyendo la mayoría de
la gente negra- no creía al principio que fuera posible elegir a una
persona negra para la presidencia. Efectivamente, los jóvenes crearon
un movimiento –aunque debería calificarse diciendo que era un
cibermovimiento- que consiguió lo que parecía ser imposible.
El problema es
que la gente que se asociaba a sí misma con ese movimiento no prosiguió
ejerciendo ese poder colectivo como presión, lo que hubiera podido
obligar a Obama a moverse en direcciones más progresistas (por ejemplo,
contra un incremento militar en Afganistán, por un rápido
desmantelamiento de Guantánamo, por un plan más completo de atención
sanitaria). Creo que es importante destacar, incluso cuando nos
mostramos críticos con Obama, que no habríamos estado mejor con Romney
en la Casa Blanca. De lo que hemos carecido en estos últimos cinco años
no es del presidente adecuado, sino más bien de movimientos de masas
bien organizados.
¿Cómo definirías el “feminismo negro”? ¿Y qué papel podría jugar en las sociedades actuales?
El feminismo
negro surgió como un esfuerzo teórico y práctico para demostrar que la
raza, el género y la clase son inseparables en los mundos sociales que
habitamos. En el momento de su aparición, a las mujeres negras se les
pedía con frecuencia que eligieran qué era lo más importante para
ellas, el movimiento negro o el movimiento de las mujeres. La respuesta
era que esa era una pregunta equivocada. La pregunta más apropiada era
cómo entender las intersecciones e interconexiones entre los dos
movimientos.
Todavía
estamos enfrentándonos al desafío de entender las complejas vías por
las que se entrelazan la raza, la clase, el género, la sexualidad, la
nación y las capacidades, pero también al reto de cómo avanzar más allá
de estas categorías para entender las interrelaciones de ideas y los
procesos que parecen estar separados y sin vínculos entre ellos.
Insistir en las conexiones entre las luchas y el racismo en EEUU y las
luchas contra la represión israelí de los palestinos es, en ese
sentido, un proceso feminista.
¿Piensas
que ha llegado ya el momento de que la gente se desenganche de los
principales partidos políticos y de ese concepto que nuestros
“dirigentes” denominan democracia representativa? El hecho de
involucrarnos en un sistema tan corrupto y podrido, gobernado sólo por
el dinero y la avaricia, le da legitimidad, ¿no es verdad? ¿Cómo
detener esta charada, dejar de votar y empezar a crear algo nuevo y
orgánico de arriba abajo?
Ciertamente,
no creo que los partidos políticos existentes puedan constituir
nuestros ámbitos fundamentales de lucha, pero el ámbito electoral puede
utilizarse como terreno sobre el que organizarse. En EEUU, hemos
necesitado durante mucho tiempo de un partido político independiente,
un partido de los trabajadores antirracista y feminista. Creo también
que tienes toda la razón al identificar el activismo de base como el
ingrediente más importante para la construcción de movimientos
radicales.
El
mundo árabe ha pasado por cambios tremendos en los últimos años, con
revoluciones en curso en muchos países. ¿Qué importancia tiene que en
Occidente la gente comprenda la complicidad de nuestros propios
gobiernos en el mantenimiento de las dictaduras árabes?
Creo que es
completamente pertinente que los pueblos del mundo árabe exijan que
nosotros, en Occidente, impidamos que nuestros gobiernos apoyen a
regímenes dictatoriales, y especialmente a Israel. La llamada “guerra
contra el terror” ha hecho un daño inestimable al mundo, incluyendo la
intensificación del racismo antimusulmán en EEUU, Europa y Australia.
Como progresistas del Norte global, no hemos reconocido realmente
nuestras importantes responsabilidades en la prosecución de los ataques
ideológicos y militares contra los pueblos del mundo árabe.
Hace
poco diste en Londres una charla sobre Palestina, el G4S (Grupo 4 de
Seguridad), que es el grupo de seguridad privada mayor del mundo, y el
complejo industrial de prisiones. ¿Puedes explicarnos como están
vinculados?
Con el
pretexto de la seguridad y el Estado de seguridad, el G4S se ha
introducido en las vidas de la gente por todo el mundo, especialmente
en Gran Bretaña, EEUU y Palestina. Esta compañía es la tercera
corporación más grande del mundo después de Walmart y Foxcomm, y es el
mayor empleador privado en el continente de África. Han aprendido a
aprovechar el racismo, las prácticas antiinmigratorias y las
tecnologías de castigo en Israel y en todo el mundo.
El G4S es
directamente responsable de las experiencias de reclusión política de
los palestinos, así como de todo lo relativo al muro del apartheid
levantado allí, del encarcelamiento en Sudáfrica, de las
escuelas-prisión en EEUU y del muro a lo largo de la frontera entre
México y EEUU. Sorprendentemente, durante la reunión de Londres nos
enteramos que el personal del G4S es responsable de ataques sexuales
contra las mujeres en determinados centros de detención en Gran Bretaña.
¿Cómo es de rentable el complejo industrial de prisiones? Has dicho a menudo que es el equivalente a la “esclavitud moderna”.
El complejo
industrial global de prisiones está continuamente expandiéndose, como
se puede ver en el ejemplo del G4S. Por tanto, una puede asumir que su
rentabilidad está en alza. Ha llegado a abarcar no sólo prisiones
públicas y privadas (y las prisiones públicas están más privatizadas de
lo que uno podría pensar y cada vez más sujetas a las demandas del
beneficio) pero también las instalaciones para jóvenes, las prisiones
militares y los centros de interrogatorio.
Además, el
sector más lucrativo del negocio de las prisiones privadas es el de los
centros de detención de inmigrantes. Puede por tanto entenderse por qué
la legislación antiinmigrante más represiva en los EEUU fue redactada
por las compañías de las prisiones privadas en un intento manifiesto de
maximizar sus beneficios.
Una sociedad libre de cárceles-prisiones ¿es, en tu opinión, posible o es una utopía? ¿Cómo podría funcionar?
Pienso que una
sociedad sin prisiones es una posibilidad realista en el futuro, pero
en una sociedad transformada, una sociedad en la que las necesidades de
la gente, y no el lucro, constituya la fuerza motriz. Al mismo tiempo,
la abolición de las prisiones parece una idea utópica precisamente
porque la prisión y las ideologías que la refuerzan están muy
profundamente enraizadas en nuestro mundo contemporáneo. Hay cifras
enormes de gente tras las rejas en EEUU –alrededor de dos millones y
medio- y cada vez se utiliza más el encarcelamiento como estrategia de
desviación de los problemas sociales subyacentes: racismo, pobreza,
desempleo, falta de educación, etc.
Estas
cuestiones no se abordan nunca de forma seria. Sólo es una cuestión de
tiempo que la gente empiece a darse cuenta de que la prisión es una
solución falsa. La defensa del abolicionismo puede y debería producirse
en relación con las demandas de una educación de calidad, de
estrategias laborales antirracistas, de atención sanitaria gratuita y
todo ello dentro de otros movimientos progresistas. Puede ayudar a
promover una crítica anticapitalista y movimientos por el socialismo.
¿Qué es lo que el boom del complejo industrial de prisiones está indicando sobre nuestra sociedad?
Las elevadas
cifras de gente tras las rejas por todo el mundo y la creciente
rentabilidad de los medios para mantenerlos cautivos son uno de los
ejemplos más impresionantes del capitalismo global. Pero los obscenos
beneficios que se obtienen del encarcelamiento masivo están vinculados
a los beneficios de la industria sanitaria y de la educación y otros
servicios humanos comercializados que deberían realmente estar a libre
disposición de todos.
Hay
una escena en “The Black Power mixtape”, un documental sobre el
movimiento de las Panteras Negras/Poder Negro que apareció hace un par
de años, donde el periodista te pregunta si apruebas la violencia. Tu
respuesta fue: “¡Qué pregunta, ¿que si apruebo la violencia?! No tiene
sentido”. ¿Podrías elaborarla?
Intentaba
señalar que las preguntas acerca de la validez de la violencia deberían
dirigirse a esas instituciones que mantienen y continúan manteniendo el
monopolio de la violencia: la policía, las prisiones, el ejército.
Expliqué que crecí en el sur de EEUU en un momento en el que los
gobiernos permitían que el Ku Klux Klan perpetrara ataques terroristas
contra las comunidades negras. En aquella época me metieron en la
cárcel, tras acusarme falsamente de asesinato, secuestro y conspiración
y me convirtieron en un objetivo de la violencia institucional, y van y
me preguntan si estoy de acuerdo con la violencia. Fue grotesco.
También estaba
tratando de señalar que la defensa de la transformación revolucionaria
no se basa fundamentalmente en la violencia, sino que tiene que ver con
cuestiones sustantivas como mejores condiciones de vida para la gente
pobre y la gente de color.
Mucha
gente piensa actualmente que formaste parte de las Panteras Negras, y
algunos incluso piensan que fuiste uno de los miembros fundadores.
¿Puedes explicar cuál fue tu papel exactamente, tus afiliaciones en
aquel momento?
No fui miembro
fundador del Partido de las Panteras Negras. En 1966, el año en el que
se fundó el PPN, me encontraba estudiando en Europa. Después, en 1968,
me uní al Partido Comunista y también me convertí en miembro del PPN y
trabajé con una rama de la organización en Los Ángeles, donde me
encargaba de la educación política. Sin embargo, en un determinado
momento, el liderazgo decidió que los miembros del PPN no podían
afiliarse a otros partidos, por lo que decidí conservar mi afiliación
con el Partido Comunista. Sin embargo, seguí apoyando y trabajando con
el PPN. Cuando me metieron en la cárcel, el PPN fue la principal fuerza
que defendió mi libertad.
Volviendo
a tu respuesta sobre la violencia, cuando escuché lo que decías en el
documental, pensé en Palestina. La comunidad internacional y los medios
occidentales están pidiendo siempre, como condición previa, que los
palestinos renuncien a la violencia. ¿Cómo puedes explicar la
popularidad de esta narrativa de que los oprimidos tengan que
garantizar la seguridad de los opresores?
El hecho de
poner la cuestión de la violencia en primer plano sirve casi
inevitablemente para tapar los problemas que están en el centro de las
luchas por la justicia. Así sucedió en Sudáfrica durante la lucha
contra el Apartheid. Fíjate que a Nelson Mandela –al que han
santificado como el defensor más importante de la paz de nuestro
tiempo- le mantuvieron en la lista estadounidense de terroristas hasta
2008. Los aspectos más importantes de la lucha palestina por la
libertad y autodeterminación se minimizan y se vuelven invisibles ante
quienes intentan equiparar la resistencia palestina ante el apartheid
israelí con el terrorismo.
¿Cuándo fue la última vez que estuviste en Palestina? ¿Qué impresión dejó en ti esa visita?
Viajé a
Palestina en junio de 2011 con una delegación de activistas/académicas
feministas indígenas y de color. La delegación incluía mujeres que
habían crecido bajo el Apartheid sudafricano, bajo las leyes Jim Crow
del Sur y en las reservas indias. Aunque todas habíamos estado
anteriormente implicadas en el activismo solidario palestino, todas
nosotras nos quedamos terriblemente impactados por lo que vimos y
decidimos animar a nuestros distritos a que se unieran al Movimiento
del BDS (siglas en inglés de Boicot, Desinversión y Sanciones) y ayudar
a intensificar la campaña por la libertad de Palestina.
Más
recientemente, alguna de nosotras nos implicamos en conseguir que se
aprobara una resolución que instaba a participar en el Boicot Académico
y Cultural de la American Studies Association. Las componentes de la
delegación se involucraron en la aprobación de una resolución de la
Modern Language Association censurando a Israel por rechazar la entrada
de académicos estadounidenses en Cisjordania que iban a enseñar e
investigar en las universidades palestinas.
Hay
varios medios de resistencia de los que pueden disponer los pueblos
oprimidos por regímenes racistas o coloniales o por ocupaciones
extranjeras (i.e., Protocolo Adicional I del Convenio de Ginebra),
incluyendo el uso de de la fuerza armada. En la actualidad, el
movimiento de solidaridad palestino se ha comprometido con la vía de la
resistencia no violenta. ¿Piensas que con sólo esto se pondrá fin al
apartheid israelí?
Desde luego,
los movimientos de solidaridad son por su propia naturaleza no
violentos. En Sudáfrica, incluso cuando se estaba organizando un
movimiento de solidaridad internacional, el CNA (Congreso Nacional
Africano) y el PCSA (el Partido Comunista de Sudáfrica) llegaron a la
conclusión de que su movimiento necesitaba de un ala armada: Umkonto We
Siswe. Tenían todo el derecho a tomar esa decisión.
Del mismo
modo, le corresponde al pueblo palestino utilizar los métodos que
estime más convenientes para tener éxito en su lucha. Al mismo tiempo,
está claro que si Israel está aislado política y económicamente, como
la campaña del BDS intenta, no podrá seguir adelante con sus prácticas
de apartheid. Si, por ejemplo, nosotros, en EEUU, obligamos a la
administración Obama a interrumpir sus ocho millones de dólares al día
de apoyo a Israel, se iniciaría un largo camino de presiones a Israel
para que pusiera fin a la ocupación.
Formas
parte de un comité para la liberación del preso político palestino
Marwan Barghouti y de todos los presos políticos. ¿Qué importancia
tiene, para que prevalezca la justicia, que todos ellos sean liberados?
Es fundamental
que se libere a Marwan Barghouti y a todos los prisioneros políticos
que se hallan en las cárceles israelíes. Barghouti lleva dos décadas
tras las rejas. Su terrible situación refleja el hecho de que la mayor
parte de las familias palestinas han tenido o tienen al menos a un
miembro encarcelado por las autoridades israelíes. Actualmente hay
alrededor de 5.000 presos palestinos y sabemos que desde 1967, Israel
ha enviado a prisión a 800.000 palestinos (el 40% de la población
masculina). La demanda de liberar a todos los presos políticos
palestinos es un ingrediente fundamental de la exigencia de acabar con
la ocupación.
Durante
una charla en la Universidad Birbeck de Londres, dijiste que la
cuestión palestina tiene que convertirse en una cuestión global, una
cuestión social que debería llevar en su programa o agenda todo
movimiento que luche por la justicia. ¿Qué quisiste decir con esto?
Que al igual
que la lucha contra el apartheid sudafricano fue una causa abrazada por
los pueblos de todo el mundo e incorporada a muchas agendas de justicia
social, las organizaciones y movimientos involucrados en causas
progresistas por todo el planeta deben involucrarse de igual modo en la
solidaridad con Palestina. Se ha tendido a considerar a Palestina como
una cuestión aparte –y, lamentablemente, demasiado a menudo, marginal-.
Este es precisamente el momento de animar a todos los que creen en la
igualdad y en la justicia para que se unan al llamamiento por una
Palestina libre.
La lucha es interminable, ¿verdad?
Yo diría que
nuestras luchas maduran, producen nuevas ideas, nuevos planteamientos y
nuevos terrenos con los que comprometernos en la búsqueda de la
libertad. Como Nelson Mandela, debemos estar dispuestos a abrazar el
largo camino hacia la libertad.
Frank
Barat es un activista por los derechos humanos, vive en Londres. Es
asimismo coordinador del Tribunal Russell sobre Palestina. Ha editado
dos libros: “Gaza in Crisis: Reflections on Israel’s War Against the
Palestinians”, con Noam Chomsky e Ilan Pappe, y “ Corporate Complicity
in Israel’s Occupation” , con Asa Winstanley. Ha participado también en
el libro “ Is There a Court for Gaza?”, con Daniel Machover .
Foto: Archivo AmecoPress.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario