Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
El general retirado Wesley
Clark, que brilló en la fase clintoniana y su guerra en los Balcanes,
acudió al Consejo del Atlántico –muy generoso en obsequiar preseas
insustentables a su
aliadosdel Tercer Mundo– a delinear una estrategia para
el crecimiento de Estados Unidos y su liderazgo global, basado en su libro No esperar a la siguiente (sic) guerra.
El portal del Consejo del Atlántico elogia al anterior comandante supremo de la OTAN como
pensador estratégico excepcionalcuando
Estados Unidos se desinfla de una década de guerra y se encuentra una vez más de nuevo (sic) en el precipicio (sic) de un nuevo conflicto prolongado (sic).
El general Wesley Clark, autor del libro Ganar las guerras modernas y librar las guerras modernas, se hizo famoso por haber estado a punto de desatar la tercera guerra mundial en Kosovo contra Rusia y por su premonitorio vaticinio sobre los
siete estados fallidos, coincidentemente islámicos.
Aborda en su ensayo
Cómo manejar (sic) a Chinacuando su
severa supresión de la disensión política desde Hong Kong a Xinjiang, y sus íntimos lazos con Rusia, Irán y Norcorea, han finalmente puesto en reposo el sueño de varios líderes occidentales desde la década de los 90.
Juzga que
lo contrario ocurrió: China es más confidente, segura y cerraday
35 años después de que Deng Xiaoping liberó la economía, el Partido Comunista usa la prosperidad materialista y la ideología nacionalista para mantener su legitimidad frente a las tensiones sociales apremiantes.
Aduce que la
política exterior de China se basa en un egoísmo calculado, a expensas de las instituciones internacionales, parámetros y obligaciones que Estados Unidos ha buscado encabezar. Peor aún:
China ve a Estados Unidos como un rival y adversario potencial.
Hasta aquí Wesley Clark carece de autocrítica y resalta su desprecio
a Rusia para la edificación del nuevo orden mundial. ¿Acabar con Rusia
antes, para luego guerrear con China?
Expone su diagnóstico cronológico desde la década de los 70 hasta 2013.
En la década de los 70,
Pekín buscó una asociación estratégica con Washington para disuadir la percibida amenaza soviética.
Al final de los 80
los chinos estaban especialmente impresionadoscon
la proezade Estados Unidos
en la guerra del golfo Pérsico de 1991, mientras
China construyó su fuerza tecnológica, industrial y agrícolacolocando
en segundo término su modernización militar.
A finales de 2005,
la admiración (sic) de China por Estados Unidosfue tal que
un joven y bien conectado líder del PCle comentó:
China desea ser el mejor amigo de Estados Unidos para que nos den el liderazgo del mundo, como lo hizo Gran Bretaña con Estados Unidos. ¡Qué ingenuidad!
El punto de inflexión se gestó
con la crisis financiera de 2008: aunque
todavía respetuosadel poder militar de Estados Unidos,
China empezó a ver a (ese país) como un sistema fallido, con una economía endeudada y un gobierno disfuncional, vulnerable para ser sustituido como el líder mundial. ¿A poco no es cierto?
Devela que
en 2011, un muy bien ubicado socio (sic) chinole comentó que
China intentaba dominar el Mar del Sur de Chinay que
los rivales regionales como Vietnam se inclinarían a sus ambiciones o les aplicarían una lección(sic) y que
si Estados Unidos interfería, los activos (nota: financieros) se volverían un objetivode represalias.
Las amenazas del socio chino
se tornaron más ominosasen 2013:
podemos detectar su fuerza aérea furtiva;
tenemos nuestro propio GPS y podemos derribar los de ustedes;
conocemos todas las tecnologías de sus empresas y la NASA.
Un dato relevante: en 2019 China tendrá cuatro portaviones
desplegados, lo cual, a mi juicio, representaría un notable
posicionamiento frente a los 10 portaviones activos de Estados Unidos.
¡Se desprende que 2019 será un año crucial en los mares!
Luego del garrote vienen las zanahorias y, a mi juicio, Wesley Clark intenta seducir a China (sin Rusia) a un sutil G-2 (
el esquema Brzezinski): China
no busca el conflicto y puede conseguir la mayoría (sic) de sus objetivos en forma diestra combinando su diplomacia tradicional con su extenso poder económico, pero
tampoco evitará el conflictocuando
en el pasado ha usado a su ejército en forma preventiva más que defensiva. Subsiste el riesgo que
una China ascendente busque el reconocimiento de su poder y derechosy
desencadene un conflicto en forma deliberada o por error de cálculo.
Para Estados Unidos,
el profundo problema estratégico es el desafío mas fundamental (sic) de China a la arquitectura global del comercio, las leyes (sic) y la resolución pacífica (sic) de las disputas. Virtudes que, por cierto, no aplica Estados Unidos.
Imbuido por el
excepcionalismode Estados Unidos, se inquieta de que
China buscará estructuras y relaciones que sustenten el reinado doméstico del PC y su política de que los países no deben intervenir en los asuntos ajenos. ¿Pretende Estados Unidos excluir la autodeterminación del resto del planeta para imponer su insustentable solipsismo geopolítico?
Wesley Clark intenta incorporar a China al caduco orden mundial
unipolar de Estados Unidos antes de que se deslice a ideas
nacionalistas del siglo XIX sobre
el equilibrio de poder y las esferas de influencia.
Admite que en
escala, el ascenso de China rebasa al de Alemania de hace un siglo y al de Japón en los 80, cuando
China no es como la Unión Soviética (sic), aislada económicamente de la mayor parte del mundo. ¿No habrá querido decir
Rusia?
Alega que
durante dos décadas, la estrategia de Estados Unidos con China ha osciladoentre la
concesióny la
contención, a la que tiende la política del
pivotede Obama en Asia mediante la polémica Asociación Transpacífica de
11 países sin China.
Concluye con las advertencias consabidas:
los chinos deben entender que la expansión de sus capacidades militares tiene consecuencias(supersic).
Mientras China
observa cercanamente los sucesos en Ucrania, Wesley Clark se torna condescendiente:
debemos ayudar (sic) a que China entienda (sic) que un alineamiento más cercano y seguro con Rusia solo provocará (sic) a Estados Unidos y a sus aliados.
Viene la propuesta del G-2 subrepticio bajo el dominio hegemónico de Estados Unidos:
asumir la responsabilidad compartida (sic) para el liderazgo global, en proporción a su riqueza y poder, perfeccionando las
instituciones de gobernación global (ONU, FMI, BM).
De otra forma, China
se encontrará aislada y a la defensiva, sin importar lo grande de su economía y su poder militar. ¡Uf!
Se desprende que Estados Unidos ha trazado una línea roja: la
intangibilidad de los disfuncionales organismos internacionales que
domina.
Desecha que el punto de vista
cada vez más prevaleciente en China, de que sustituirá inevitablemente a Estados Unidos como el líder del poder mundial, dista mucho de estar garantizado.
La clave será también que Estados Unidos consiga su
independencia energéticay
retenga el liderazgo global.
Wesley Clark se quedó estancado en el Kosovo de 1998 y es él quien
no entiendeque 16 años más tarde el
mundo post Crimeacambió dramáticamente hacia el incipiente nuevo orden multipolar con el ascenso del BRICS, al unísono de China.
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