Imágenes de resistencia y exigencias de justicia
Los hechos y la barbarie
En la tarde y noche del 26 de septiembre en Iguala, fueron agredidos,
con exceso de violencia y armas de fuego por parte de la policía local
y miembros de delincuencia organizada, decenas de estudiantes de la
Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero. El
saldo fueron seis personas asesinadas (varios normalistas, una mujer,
un jugador de foot-ball de tercera división), varios heridos (uno de
ellos con muerte cerebral) y 43 estudiantes de la Escuela Normal de
Ayotzinapa desaparecidos, de los cuales aún no se sabe su paradero ni
si permanecen con vida. Los normalistas desaparecidos fueron detenidos
y levantados por policías municipales y miembros del grupo delictivo
“guerreros unidos”. De acuerdo a la información recabada y publicada
por diversos medios de comunicación, los autores intelectuales de esta
masacre y desaparición masiva fueron el alcalde de Iguala, José Luis
Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda Villa, quien está
relacionada por vía familiar directa con el cártel de los Beltrán
Leyva. Fue bajo las órdenes del alcalde de Iguala y su esposa que los
policías municipales, coludidos con los Guerreros Unidos, agredieron,
hirieron, torturaron, asesinaron a varios estudiantes y desaparecieron
a los 43 normalistas. Previamente, Abarca ya había estado relacionado
de manera flagrante con actos de violencia en la región,
particularmente en el año 2013 se le vinculó directamente con las
muertes de Arturo Hernández Cardona, Félix Rafael Bandera Román y Ángel
Román Ramírez (líderes en Iguala de la Unidad Popular), quienes, tras
ser secuestrados, fueron encontrados asesinados; también se le atribuyó
al alcalde de Iguala la muerte de Justino Carbajal Salgado.
La impunidad y el desdén
Días después de los asesinatos y desaparición de los normalistas
acontecidos el 26 de septiembre, Abarca y su esposa huyeron y no se
sabe de su paradero actual. Autoridades estatales y federales han
detenido a decenas de policías municipales y varios miembros de los
guerreros unidos que estuvieron involucrados en los hechos violentos,
comprobándose los ya denunciados vínculos entre el alcalde de Iguala y
el crimen organizado; a Iguala llegó la nueva gendarmería del gobierno
federal y el ejercito tomó el control de la ciudad, desempeñando
funciones policiales. Y, a pesar de haber dado con varias fosas
clandestinas derivadas de la información proporcionada por los policías
y delincuentes detenidos, aún las autoridades y los equipos de
investigación estatales y de la PGR no han dado información certera del
destino de los normalistas desaparecidos. La intervención del gobierno
estatal de Guerrero ha sida lenta y errática, mostrando incapacidad
para realizar las pesquisas e indagaciones necesarias a fin de dar con
los desaparecidos y aclarar los asesinatos perpetrados. Por su parte,
el gobierno federal entró deliberadamente tarde al asunto, con el
argumento de que concernía a la esfera estatal aclarar los hechos en
Iguala y realizar las acciones pertinentes a fin de impartir justicia.
Más que por un afán efectivo de contribuir al esclarecimiento de estos
hechos violentos, la incorporación de las autoridades federales al caso
de los normalistas de Ayotzinapa se vio forzada tanto por
visibilización mediática como por la presión nacional e internacional.
A la fecha, los familiares de los normalistas desaparecidos no saben
del paradero de sus hijos y hermanos, tampoco han sido informados
oportunamente y con claridad de los avances de las investigaciones para
encontrar a los desaparecidos, ni del proceso para castigar a los
responsables y esclarecer los asesinatos.
La resistencia y los reclamos de justicia
En este tenor y a nivel de las instancias internacionales, la Organización de las Naciones Unidas expresó su abierta consternación y la extrema gravedad de la situación, demandando una búsqueda expedita de los jóvenes normalistas desaparecidos. Por su parte, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos catalogó los hechos como violaciones graves a los derechos humanos, especialmente por tratarse de desapariciones (y probable privación de la vida). Pese a todo, aún hoy queda pendiente saber el paradero de los desaparecidos y su aparición con vida, el esclarecimiento veraz de los asesinatos acontecidos el 26 de septiembre, el castigo a los responsables (materiales e intelectuales) y el reclamo de justicia.
Estas imágenes son un breve registro de la manifestación realizada el 8 de mayo de 2014 en la ciudad de México en apoyo a los normalistas de Ayotzinapa y la demanda de encontrar con vida a los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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