Comunicadores
e integrantes de radios comunitarias coinciden en la utilidad social de
estas radiodifusoras para defender sus territorios, fomentar su
cultura, lengua y tradiciones, y mantener “otra comunicación”, desde
las realidades propias de cada comunidad indígena y campesina, urbana y
popular. “Entre mas intenten callarnos, mayor será la necesidad
de tener medios de comunicación propios que digan la verdad”, explica
Laura, integrante de Radio Zapote, medio de comunicación libre que
transmite al sur de la Ciudad de México. “La flor de la palabra no
morirá, y las raíces de las radios comunitarias van a seguir existiendo
a pesar de que decomisen transmisores, o encarcelen a la gente, y nos
digan ilegales. No somos ilegales: hacer comunicación no es un crimen”,
señala la comunicadora.
Dos semanas después del 14 de julio
del 2014, fecha en que entró en vigor la Ley de Telecomunicaciones y
Radiodifusión (Ley Telecom), cinco radios comunitarias fueron
desmanteladas y atemorizados sus locutores. Dos radiodifusoras en el
estado de Puebla, y otras dos en Veracruz, fueron víctimas de
operativos realizados por el Instituto Federal de Telecomunicación
(IFETEL) y la policía federal; en el Estado de México, un grupo armado
disparó asesinando a un niño, que se encontraba en casa donde la radio
tenía su cabina de transmisión.
El 4 de agosto, en el estado
de Puebla, fueron desmanteladas dos radiodifusoras, Axocotzin Radio, de
Tlaxcalancingo, que tiene nueve años funcionando, y La Voz del Pueblo,
de Zacatepec, con un año de existencia. Estas radios comunitarias
trasmiten en lengua náhuatl las actividades culturales y las
tradiciones locales. Dichas comunidades -y radios- se encuentran en la
ruta del Proyecto Integral Morelos, impulsado por los gobiernos de
Tlaxcala, Morelos y Puebla, que prevé la instalación de un acueducto,
un gasoducto y una termoeléctrica. Esto obligó a los pueblos a usar sus
sistemas de comunicación para dar a conocer las intenciones de despojo
ambiental, así como la criminalización de sus autoridades comunitarias.
En Veracruz, Radio TeKuani fue amenazada por funcionarios del
IFETEL, quienes argumentaron que la radio no cuenta con las
acreditaciones para transmitir. El 1 de mayo, las radios comunitarias
Stereo Valle y La Invasora, ubicadas en la cuenca del Papaloapan,
fueron también desalojadas.
Por otro lado, el 1 de agosto, un
grupo armado atacó las instalaciones de la radio comunitaria La
Calentana Mexiquense, en el municipio de Luvianos en el Estado de
México, asesinando a un niño de 11 años que se encontraba en la cabina.
Los representantes de la radio expresan que el motivo fue la
transmisión y existencia de este medio.
Son radios
comunitarias que “que nacen por la falta de opciones de escucha, ya que
son pues el espectro radioeléctrico es monopolizado por medios masivos
como Televisa y Tv Azteca”; en otros casos, son las comunidades “que se
ven en la necesidad de comunicar en su propia lengua su realidad”,
señala Laura, de Radio Zapote.
El 14 de agosto de este año
entró en vigor la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión (Ley
Telecom) y sus leyes secundarias, en la cual se “reconoce” como “medios
sociales” a las radios comunitarias que por vía de los hechos entran a
una supervisión jurídica en la instalación, financiamiento y
funcionamiento.
Según la Ley, para estar debidamente
acreditada como una radio comunitaria, o “medio social”, se piden
requisitos que difícilmente se pueden cumplir en comunidades campesinas
e indígenas, así como en colonias populares: demostrar capacidad
financiera a través de cuentas bancarias, presentar un estudio técnico
realizado por una entidad acreditada por el Instituto Federal de
Telecomunicaciones (IFT), demostrar capacidad administrativa, es decir
estar legalmente constituido, tener una Carta Programática aprobada por
la Secretaría de Gobernación. Además, la Ley obliga a las radios
comunitarias a mantener una potencia de 20 watts, lo que proporciona un
alcance extremadamente reducido (aproximadamente 4 km.), y solo ocupar
una banda en FM que va de los 88 a los 108 MHz, y en AM, la que va de
los 1,605 a los 1,705 KHz, que son las últimas y marginales desde una
perspectiva técnica.
El nuevo ordenamiento ha generado
protestas en varias partes del país, y se organizaron encuentros de
discusión, inéditos en México, para defender la comunicación
comunitaria. El 30 de julio, en Oaxaca, representantes de 35 radios
comunitarias agrupadas en la Coordinación Nacional de Medios Libres y
Radios Comunitarias, protestaron contra el desmantelamiento de radios y
rechazaron la Ley Telecom, y conjuntamente con el magisterio oaxaqueño
tomaron simbólicamente, en varias ciudades del estado, las
representaciones locales de la Secretarias de Comunicación y
Transporte.
En el mismo día, en Puebla, radios comunitarias y
redes de información dieron vida al Encuentro de Comunicación
Campesina, en el que participaron la Agencia de Comunicadores Boca de
Polen y la Red de Medios del Sureste (agrupaciones activas desde hace
más de una década), que reforzaron sus vínculos organizativos.
En Amilcingo, Morelos, del 22 al 24 de agosto se realizó el Encuentro
de Medios Libres y Radios Comunitarias. El objetivo fue fortalecer la
red de comunicadores y profundizar la capacitación, a través de
talleres de Fotografía y Fotoperiodismo Comunitario, Construcción de
Cables y Eléctrica Básica, Estructuración de Proyectos de Radio, y
Laboratorio de Poder Musical.
Por otro lado, la Asociación
Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) prepara cinco amparos contra la
Ley Telecom y contra el desmantelamiento de radiodifusoras, ya que
“atentan contra la libertad de expresión”.
No somos legales o ilegales; somos libres
“Las radios comunitarias han representado una formidable iniciativa
libre de comunicación de la sociedad, que no es gestionada por ningún
organismo poderoso de expresión”, señala Virgilio Caballero, periodista
mexicano, que dirigió el canal del Congreso Legislativo en el año 2002.
En México existen cientos de radios comunitarias, algunas han
desaparecido pero otras nacen; unas se conocen, otras no; unas realizan
su trabajo exclusivamente en su región o localidad y no se sabe de
ellas, lo cual hace difícil saber el número exacto de las radios que
operan en el territorio mexicano.
Este tipo de comunicación
comienza a la mitad de los años setenta, relata un integrante de Radios
Zapote: “nacen de la necesidad de comunicar, y la organización de ellas
depende del contexto propio”, en algunos casos, “son pequeños grupos
los que se organizan y después la audiencia los legitima”, y en otros
“es la organización comunitaria; la asamblea de los pueblos es la que
realiza todo el proceso y dicho encomienda está expuesta a una
valoración comunitaria”, explica el comunicador.
En el ámbito
rural tales medios se han convertido en el principal instrumento de
comunicación y han cobrado gran relevancia en los últimos años.
Giovanna Gasparello, antropóloga de la Universidad Autónoma de México
(UAM) y autora del texto “No morirá la flor de la palabra. La radio
comunitaria en Guerrero y Oaxaca, México”, detalla que una
característica es la de cumplir una función social en la transformación
de la realidad a través de programas educativos, culturales y de
reflexión, “en este sentido la radio comunitaria es un proyecto
político (más no partidario), porque asume compromisos y toma posición
respecto a la problemática concreta en la que opera, en aras de su
mejoramiento”.
“Estas radios se ven en la necesidad de romper
el cerco informativo que hay en su comunidad. Las personas recorren la
banda de frecuencias y no encuentra nada, solo lo que ofrecen las
cadenas masivas” explica Laura de Radio Zapote, “existe una carencia de
información en sus localidades, además que no existen contenidos en su
lengua materna”.
Asimismo, Virgilio Caballero señala que los
pueblos, “quieren escucharse a sí mismos”, por eso se juntan y “están
surgiendo redes de comunicación comunitaria, y esto implica que la
gente no se va a quedar callada, pues hay un gran energía social que va
a buscar la manera de agruparse”.
Los entrevistados coinciden
en que dichos instrumentos de comunicación comunitaria rompen la
invisibilidad social a la que son sometidos por las grandes cadenas
informativas. Son instrumento al servicio de una comunidad que informan
contra desastres meteorológicos o despojo de territorios; difunden las
festividades culturales de los pueblos y recrean la lengua que
culturalmente fomenta su identidad. Son procesos que ponen en marcha
principios como el derecho a la comunicación, y que de manera autónoma
deciden su instalación, funcionamiento y programación y en muchos casos
sin pedir permiso.
Son personas que hacen funcionar estas
radios, señala Laura, de Radios Zapote, “la gente va de lugares lejanos
a decir su palabra, ellos no tienen recursos para montar y transmitir,
y sin embargo lo realizan”. A lo largo y ancho del país han surgido más
radiodifusoras; a pesar de la criminalización legal, “las radios se han
multiplicado como hongos en todo el país”.
Nos es solamente
el derecho a transmitir sino a escuchar lo que expresan estas radios
comunitarias, y que se menciona en un texto del "Documento de asesores
del EZLN", elaborado en el marco de los Diálogos de San Andrés, en
1995: “Es derecho de la sociedad nacional tener acceso a las voces de
todos aquellos que la integran. Es derecho de la sociedad comunicarse
tanto con el mundo exterior como a su interior. Este derecho no se ha
cumplido, dado que un amplio sector de la sociedad, y en especial los
pueblos indios, han sido privados de los medios que les permitan hacer
oír su voz. [...] El diálogo cultural de los pueblos indios, e
intercultural con el resto de la nación y el mundo, a través de los
medios de comunicación, es uno de los instrumentos más importantes para
combatir el racismo, la marginación y el aislamiento imperantes en
nuestro país, que afectan especialmente a los pueblos indios. En esta
marginalidad y aislamiento, la sociedad nacional se aísla y margina a
sí misma. [...] El uso y apropiación de los medios de comunicación por
parte de los pueblos indígenas está intrínsecamente vinculado con el
proceso de autonomía”.
Monterrey, Radio Tierra y Libertad
“Nosotros nacimos como radio, en 1978, y el nombre de nuestra radio es
Tierra y Libertad, cuando nacimos era un sistema de bocinas que por
toda la colonia se escuchaba”, relata Héctor Camero, fundador de este
sistema de comunicación. La radio toma el nombre de la colonia de donde
transmite la radiodifusora: Tierra y Libertad, que surge en las faldas
de los cerros en la periferia de Monterrey. La colonia nació en 1973,
como parte del movimiento urbano-popular que demandaba vivienda en las
ciudades con mayor migración campesina en ese momento. En el año 2001
se implementó el uso de las ondas hertzianas en la banda 98.5 FM.
Después de siete años, en el 2008, las autoridades solicitaron el
permiso para transmitir, “ellos decían que tenían órdenes para
desmantelar nuestra radio, a pesar que nosotros argumentamos que esta
radio es al servicio de la comunidad”, relata Camero, quien fue
detenido en 2009.
Construida esta colonia, con una base
social de albañiles y trabajadoras domesticas, explica Héctor Camero
“existían necesidades de todo tipo, de construir las escuelas, y la
salud”, y la lucha por mejorar el ambiente ya las tierras, relata “eran
los basureros de la ciudad”.
Después vino la necesidad de
comunicar, “ya que muchos no sabían leer y no teníamos tanto dinero
para un realizar un periódico”. Nuestra idea era informar, relata el
acompañante histórico de la lucha urbana de Monterrey, “la radio sirve
para informar de las gestiones sociales, sobre los problemas de la
colonia, o informar de los despidos de los trabajadores, sobre
problemas de violencia familiar”.
La radio Tierra y Libertad
cuenta con programas que investigan los gustos musicales y los
problemas de la población, mantienen entrevistas en vivo, “tenemos un
programa sobre los derechos a la mujer que se llama ‘Mucha Mujer’; de
la población en general es ‘Monterrey de los Pobres’; de crítica
política ‘Sin Pelos en la Lengua’. Se nos acusó de ser parte de fuerzas
extrañas para dañar al gobernador, también éramos señalados como
violentos, necesitábamos un medio de comunicación para contrarrestar
esa propaganda, e instalamos la radiodifusora”, explica el comunicador
regiomontano.
“Sin embargo, nos amenazaron de desmantelar la
radio; nosotros nunca le pedimos nada a nadie, todo lo hacíamos
nosotros” y en junio del 2008, después de el programa para niños, mas
de 150 policías de la Policía Federal Preventiva (PFP) ingresaron a la
radiodifusora, “rompieron todo y se llevaron los aparatos, y en las
calles avisaban que era un operativo contra el narcotráfico”,
manifiesta.
“Fue una ocupación de nuestra colonia, para
callar la voz de la radio Tierra y Libertad, nosotros teníamos los
artículos pegados en la cabina que nos amparaban, ya que no teníamos
otra cosa para defendernos”. Esos documentos reproducían los articulos
6 y 7 de la Constitución mexicana y el artículo 13 del Pacto de Costa
Rica Sobre el Derecho a la Libre Expresión, “pero eso no les importó”,
indica.
“En ese tiempo, en los medios de comunicación de
Monterrey se habló de nosotros como: ‘Revientan con 250 policías radio
clandestina’, eso era absurdo de parte de los medios de comunicación ya
que la nuestros programas se escuchaban, y todo mundo sabía dónde
estábamos y nos conocía”.
Ahora, explica, ante la reciente
Ley Telecom “nos encontramos luchando contra los 20 watts que nos
imponen”, las comunidades indígenas y populares “tenemos mucho que
decir y mucha gente que quiere oír. Nosotros tenemos el derecho de
luchar para que la gente tenga voz y que nos escuche y que hable,
nosotros decimos: respeten nuestra libertad de expresión y de
escuchar”.
Nadie de nosotros es comunicador profesional,
manifiesta “lo que nos hace trabajar es el servicio a la comunidad y
mil necesidades de informar: que los trabajadores que no cuentan con
sindicatos muchas veces los traicionan, que no existen condiciones de
trabajo, que las mujeres son sometidas a la violencia familiar, que la
juventud saliendo de la escuela no cuenta con trabajo, que falta
calidad educativa, o que los adulto mayores para poder sobrevivir
faltan de pensiones”.
“El futuro de la radio comunitaria,
para nosotros y dentro realidad en que vivimos, tiene que ver con
nuestra historia”, explica. “Existe una necesidad de la gente de
utilizar estos recursos, si ahora las leyes nos dicen que no van a
permitir la transmisión, nosotros vamos a salir adelante”. El mensaje,
“es luchar por abrir los espacios que ahora nos cierran y que el pueblo
diga su palabra sin limitaciones”, concluye Héctor Camero, de la
radiodifusora Tierra y Libertad de Monterrey.
Radios que pararon los proyectos mineros en la Montaña de Guerrero
“Fueron los helicópteros de las empresas mineras que estaban utilizando
el aire sin consentimiento de los pueblos de la Montaña para buscar
minerales los que nos alertó y empezamos una campaña por tierra y
aire”, explica Luis Ramos, fundador y locutor de la Radio la Voz de la
Costa Chica, de San Luis Acatlán, Guerrero.
En la Costa Chica
y Montaña de Guerrero, la Coordinadora Regional de Autoridades
Comunitarias-Policía Comunitaria (CRAC-PC), instaló cuatro radios
comunitarias para informar sobre su organización, informar en el idioma
indígena de cada región sobre fiestas y costumbres, así como ser un
espacio de difusión de la música que se toca en la región.
Dichas radios son La Voz de los Pueblos, ubicada en el municipio de
Malinaltepec, en la zona me’phaa; El Despertar del Pueblo en el
municipio de Zitlaltepec, en la región ñu saavi; la Voz de la Costa
Chica en San Luis Acatlan, y la Radio del Paraíso en el municipio de
Ayutla de los Libres.
Los locutores no solamente se
comprometieron a informar por medio de las radios, también organizaron
proyecciones de cine en las comunidades, y con ayuda de la Coordinadora
Regional se realizaron múltiples asambleas informativas sobre el daño
que traerá la minera en la Costa Chica y Montaña, relata el locutor
guerrerense.
Dichas radiodifusoras tomaron un papel
importante en la defensa de su territorio que abarca más de 80
comunidades. En el 2012, en un encuentro en San Luis Acatlan se definen
así: “el aire por donde viaja palabra y se fortalece la defensa de las
radios como patrimonio de los pueblos es también el territorio en el
que producimos nuestros alimentos y reproducimos nuestra identidad
cultural”. Con esta definición se emprende una campaña informativa, “A
corazón abierto defendamos nuestra Madre Tierra”, sobre las intenciones
de las empresas inglesas y canadienses, agrupados para este fin en la
Red Comunitaria y Medios Libres de Guerrero.
La radio generó
un impacto informativo de un 9 % en la población, explica el locutor,
“ya que era la primera estación radiofónica que informaba de lo que
pasaba en la región y además por ser parte del Sistema Comunitario de
Seguridad, Justicia y Reeducación de la CRAC-PC”.
Estas
radios comunitarias fueron ratificadas en una Asamblea Regional, que
agrupa los representantes de los poblados de todo el “Territorio
Comunitario” (más de diez municipios) y los responsables fueron
elegidos en asamblea para cumplir dicha misión. “Somos comunitarios, la
gente va a las radios y si requiere un servicio de comunicación ahí
mismo se resuelve su petición y todo sin cobrar un peso, ya que la
cooperación era voluntaria”, cuenta el comunicador.
Explica
Luis Ramos que “no se cuenta con permisos para transmitir, las
asambleas dan el permiso, son los pueblos originarios los dueños del
territorio”, concluye el comunicador comunitario.
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