8/20/2015

Justicia para Mile Virginia y por qué

Leonor Cortés Bolívar durante una manifestación en la Ciudad de México 

Por: Leonor Cortés Bolívar*

Quiso otear otros mundos diferentes al suyo desconociendo su condición de mujer en el sistema patriarcal, heteronormativo, teocracia mercantilista masculinizada, construida con identidades deformadas: masculinas y femeninas.

 
Tuvo el sueño “loco” de ser autosuficiente y libre en un contexto social desfavorable como mujer pobre trabajadora necesitada de solidaridad, de relaciones socio-afectivas y respeto como ser humano en interdependencia con otras y otros “humanos”, la precariedad de la vida así lo requiere.
 
Sin embargo su vida: su cuerpo, mancillado cruelmente por seres abyectos masculinos, nos muestra esa quimera ante la realidad del desprecio, desvalorización, estigmatización, desigualdad, misoginia y discriminación contra las mujeres.
 
Con mitos, estereotipos y tabúes los medios de comunicación se han ensañado en difundir falacias irrespetuosas contra Mile Virginia por ser mujer y venir de otro país, con creencias y dogmas todavía religiosos con ética reaccionaria y retrógrada de “las buenas y santas”, o las que son “malas mujeres” eliminando su esencia humana.
 
La perversa construcción milenaria de cuerpos sexuados encarnados, han llevado históricamente al análisis crítico y reflexivo de ello: la superioridad masculina productora, dañina de individualismo, autosuficiencia, poder económico y social sobre la mujer, y ella perdida en sí misma en el vínculo personal con el resto, cuidando y arreglando desperfectos, autorreconociéndose como inferior y dependiente, sin autonomía financiera y desconociendo sus derechos.
 
Ante la realidad que lacera a todas y a todos con conciencia alternativa, sensible al sufrimiento injusto y violencia contra las mujeres, consideramos imprescindible la deconstrucción de esas identidades sexuadas, con posibilidad de espacios autónomos en los cuales andar la vida que es nuestro cuerpo femenino, promoviendo una vida digna desde cualquier lugar del mundo en igualdad de condiciones, recordando la resistencia histórica feminista y su dimensionalidad vital de potencia transgresora, transformadora y creadora reclamando soberanía sobre nuestros cuerpos que siguen siendo expropiados y sojuzgados por ser leídos como “mujeres”, negándonos a ser asignadas a una visión sexuada predefinida dentro de la diversidad por ser campesinas o indígenas, afrodescendientes, lesbianas, discapacitadas o de otra nacionalidad, por no encajar en el estereotipo de hombre blanco, burgués, adulto, propietario y heterosexual, el “Robinson Crusoe” que se convierte en la figura que encarna el ideal humano.
 
Esta noción hegemónica de vida no entra en contradicción con el proceso de acumulación, sino está constituida en el seno mismo de esa “cosa escandalosa”, la Hidra capitalista, espejismo que niega condiciones básicas de la existencia.
 
Su supervivencia requiere el sacrificio de vidas humanas que no tienen importancia al no ser reconocidas plenamente como “vivas”, la desigualdad y asimetría inherente al sistema legitima su sacrificio.
 
La desaparición física y cruel de Mile Virginia Martín, Rubén Espinosa, Nadia Vera Pérez, Yessenia Quiroz, Olivia Alejandra Negrete y miles más, nos permite hacer estas reflexiones por el dolor e impotencia ante la tragedia que se está repitiendo en el país y el mundo entero con la crisis civilizatoria que ataca la vulnerabilidad de las mujeres.
 
Es momento de seguir levantando nuestra voz y pedir justicia masivamente, exigiendo se aclare y castigue a los feminicidas impunes e insensibles.
 
*Feminista colombiana y antropóloga física; integrante de la Red de Género y Economía, de la Red de Promotoras Rurales, de la Marcha Mundial de las Mujeres y de otras organizaciones.
  
CIMACFoto: César Martínez López, Cimacnoticias | México, DF.- 

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