Ricardo Anaya celebra la presidencia del PAN. Foto: Benjamin Flores |
MÉXICO,
D.F (apro).- Más que una elección por la dirigencia del Partido Acción
Nacional (PAN), la contundente victoria de Ricardo Anaya sobre Javier
Corral representa la consolidación del grupo hegemónico –un grupo de
grupos– que no tiene escrúpulos para emplear las peores prácticas y
dinero sin límite para lograr sus objetivos.
La primera fase del proyecto de este grupo se consumó este domingo
16, con el aplastamiento de Corral –que lo hubiera sufrido Margarita
Zavala o cualquier otro–, la siguiente es ganar en 2016 al menos tres
de las 12 gubernaturas –Aguascalientes, Puebla y Tamaulipas– y la
tercera será definir al candidato presidencial, a cuyo elenco se suma
Anaya en primerísimo lugar.
Por eso no habrá “regeneración” del PAN, como ofreció Anaya, porque
la corrupción y la impunidad son las dos piernas con las que camina
este partido y la cúpula que lo controla. Con ellas ganó a Corral
literalmente “a billetazos” y con ellas pretende obtener la candidatura
presidencial y, claro, el triunfo en 2018.
Más que su retórica, a Anaya lo explican sus excesos: Pudo haber
ganado con amplitud sin acarreo y compra de votos de los caciques
estatales, pero el objetivo era imponerse con más de las dos terceras
partes –¡81%, faltaba más! –, y pudo haber cumplido con la convocatoria
entregando las 47 mil firmas exigidas, pero presentó 235 mil 404, el
50% de la lista nominal de electores, para mostrar poderío.
Al final, Anaya mismo se exhibió: Votaron por él sólo 193 mil 944
militantes, 41 mil 460 menos de los que supuestamente le habían dado su
firma, aunque a Corral le pasó algo análogo, porque sólo logró 37 mil
953 votos (16%), 10 mil menos de las firmas que entregó para
registrarse.
Ganador “a billetazos” de la elección interna del PAN, para la que
contrató un ejército de operadores a razón de 8 mil pesos mensuales a
los de más bajo rango y una amplia red para la movilización del
domingo, Anaya sólo podría hacer posible la “regeneración“ que prometió
con una epopeya, para lo que no se le ve estatura.
Y no podrá haber ninguna “regeneración” del PAN, porque justamente
los que operaron su aplastante victoria son los mismos personajes
involucrados en escándalos de corrupción y autoritarismo, como el
gobernador expriista Rafael Moreno Valle, culpado reiteradamente del
desvío de recursos públicos para fines electorales.
Fue el también expriista Miguel Angel Yunes –íntimo de Elba Esther
Gordillo como Moreno Valle– el que logró el más alto porcentaje para
Anaya: Nada menos que 90% de los votos, sólo detrás de Guerrero (92%) y
Nayarit (91%), donde el PAN apenas existe.
En el Estado de México, donde el cacique y próximo diputado federal
Ulises Ramírez –también expriista– se sumó a los personeros de Santiago
Creel –dos veces frustrado candidato presidencial–, Anaya obtuvo 84%,
mientras que en el Distrito Federal, controlado por el exdelegado Jorge
Romero, logró 86%.
En ningún estado ganó Corral y sólo en Chihuahua, su estado natal,
obtuvo el mayor porcentaje –45% por 53% de Anaya–, mientras que en la
tierra de éste, Querétaro, sólo rescató el 13% por el 85% de su rival.
Tampoco hubo sorpresa en Nuevo León, donde la denominada “neocúpula”
–que ha hundido al PAN al tercer lugar– dio a Anaya el 81% de los
votos, ni en Jalisco, donde también ese partido se desplomó a tercera
fuerza, los afines a Gustavo Madero se impusieron también con 76%, ni
en Guanajuato, donde el exgobernador Juan Manuel Oliva le aportó 79% de
los votos.
No hay manera de que Anaya cumpla con su compromiso de combatir la
corrupción y la impunidad en el PAN, no sólo porque a los corruptos les
debe su aplastante triunfo, sino porque en ellos sustenta también su
ambición presidencial, hoy más nítida que nunca.
Como ha ocurrido en procesos electorales internos, las prácticas
ilegales y antidemocráticas en el PAN quedarán impunes y en el olvido,
sobre todo si a los militantes y simpatizantes de ese partido les gusta
el discurso que tiene Anaya en su proyecto hacia 2018, que ya está en
marcha.
En ese año, cuando por vez primera podrán votar 16 millones de
jóvenes, él se presentará como parte de esa generación, pero también
como la alternativa al populismo de Andrés Manuel López Obrador y el
autoritarismo de Manlio Fabio Beltrones.
Que no se olvide: Los que hacen fraude en elecciones internas, lo hacen también en las constitucionales…
Apuntes
Una vez investido como presidente del PAN, y tras una consulta a
“uno por uno” de los integrantes de la enclenque bancada, Anaya
designará a Gustavo Madero coordinador de los diputados federales,
aunque éste haya declarado que no quiere, según le dijo al conductor
Oscar Mario Beteta: “–¿Cómo? ¿A poco no quiere ser el coordinador? –No.
Yo lo que quiero es que el partido mande los mensajes adecuados a lo
que la población nos está pidiendo. –Pero si Ricardo Anaya gana, ¿usted
no aceptaría ser el coordinador en caso de que él lo designe? –Yo creo
que no.” ¿Regeneración?
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
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