8/22/2015

Esther Chávez y su Casa Amiga, pioneras contra el feminicidio



   Legado de la activista aún permea en el reclamo de justicia


Durante 17 años Casa Amiga Centro de Crisis –fundada por la activista Esther Chávez Cano– ha representado una esperanza y un apoyo vital para mujeres sobrevivientes de violencia en esta urbe fronteriza, localidad que desde 1993 vive marcada por las desapariciones de mujeres, el feminicidio, la impunidad y la injusticia.

 
En ese lapso, además de superar actos de intimidación, agresiones e incluso difamación, Casa Amiga ha logrado consolidar su modelo de atención a mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, sexual y maltrato infantil, y elaborar un modelo de prevención de la violencia, para consolidarse así en un referente a nivel nacional en este tipo de intervención.
 
Casa Amiga fue concebida por Esther Chávez Cano, mujer emblemática a nivel internacional que sostenía que la defensa de las mujeres es la mejor forma de respetar la dignidad del género humano, y por ende la causa de una sociedad más justa y democrática.
 
En 1993, en una pequeña libreta, la contadora pública por formación y maestra de profesión comenzó a registrar las notas periodísticas aisladas que aparecían en medios locales sobre mujeres cuyos cuerpos habían sido localizados en lotes baldíos.
 
Chávez Cano comenzó a denunciar que tales casos no eran aislados y que respondían a un patrón de violencia contra las mujeres.
 
“Ella fue un faro internacional para que el mundo volteara sus ojos a Juárez; el feminicidio se empezó a posicionar como un problema que demandaba ser atendido debido a la lucha de Esther”, contó desde su oficina Lidia Cordero Cabrera, actual directora de Casa Amiga.  
 
La impunidad y el desdén de las autoridades para resolver los casos no desalentaron a Chávez Cano en su demanda de justicia para las familias de las jóvenes asesinadas.
 
Por ello fundó el Grupo 8 de Marzo, y además impulsó a la Coordinadora de Organizaciones No Gubernamentales en Pro de la Mujer, para articular acciones contra el feminicidio en Juárez.
 
Poco tiempo pasó para que la defensora de Derechos Humanos se diera cuenta de que además de los numerosos casos de feminicidio en esta ciudad, se registraban otras manifestaciones de violencia, como el maltrato infantil.
 
“Después de empezar a documentar y denunciar los casos de mujeres asesinadas, se hizo la pregunta que cambió su vida: ‘¿Qué  pasa con las mujeres que sobreviven a la violencia?’. No sabía quién las atendía o qué pasaba con ellas, porque en esos años no había ninguna ley para garantizar el derecho de las mujeres a vivir libres de violencia, y los delitos de este tipo eran considerados pasionales y probados”, recordó Cordero Cabrera.  
 
INSTANCIA ÚNICA EN SU TIPO
 
En noviembre de 1998, Chávez Cano e Irma Campos –cofundadora de Casa Amiga– rentaron una casa muy pequeña y empezaron a llegar las víctimas en busca de apoyo; muchas de ellas también eran madres de jóvenes desaparecidas o asesinadas.
 
El Centro de Crisis se inauguró oficialmente el 9 de febrero de 1999, con apoyos y financiamiento internacionales. El personal apenas constaba de una abogada y una trabajadora social, pero fue la primera institución en la localidad en brindar atención a mujeres víctimas de violencia. En su primer año llegó a atender a 299 mujeres.
 
A la par de esta labor, Esther Chávez impulsó la creación de políticas públicas para ayudar a las mujeres.
 
“La maestra ayudaba a las mujeres que trabajaban en la maquila, quienes eran discriminadas por cuestiones de género; les pedían llevar su toalla sanitaria para comprobar que no estaban embarazadas; ella las acompañaba e impulsó políticas públicas a su favor”, relató Lidia Cordero.
 
El trabajo de Chávez Cano no pasó desapercibido, tanto por la mirada internacional como por quienes pretendían detener su trabajo.
 
Ejemplo de lo anterior fue lo ocurrido en diciembre de 2001, cuando Ricardo Medina Acosta asesinó afuera de las oficinas de Casa Amiga a María Luisa Carsoli, secretaria de la organización y quien como sobreviviente de violencia familiar había recibido el apoyo de Chávez Cano.
 
Otro ejemplo fue la campaña de desprestigio que lanzó la prensa local en 2004, para desacreditar la labor de la defensora y otras agrupaciones. La activista acusó al gobierno del estado de orquestar dicha campaña. 
 
De atender a 299 mujeres sobrevivientes de violencia en un año, a partir del año 2000 la labor de Casa Amiga creció exponencialmente, lo que obligó a sus fundadoras a buscar otro espacio donde pudieran atender a todas las mujeres que acudían en busca de apoyo.
 
En 2006 Casa Amiga cambió de ubicación a una sede con instalaciones adecuadas para el modelo terapéutico que desarrollaba la organización.
 
Esther Chávez Cano murió en 2009, pero no así su legado de defensa de los derechos de las mujeres.  
 
MODELO DE ATENCIÓN
 
Actualmente, Casa Amiga cuenta con un programa que se divide en dos vertientes. Uno se enfoca a la intervención con mujeres que han sido víctimas de violencia familiar o sexual. El apoyo se brinda de manera confidencial y gratuita, y dependiendo del caso se define el tipo de acompañamiento que se le va a dar a la usuaria: puede ser asesoría legal, psicológica, médica o de trabajo social.
 
En casos de extrema violencia en los que se considere que la vida de la mujer está en peligro, se le canaliza al refugio “Sin Violencia A.C.”, donde se brinda un lugar seguro a las mujeres y a sus hijas o hijos.
 
En las instalaciones de Casa Amiga también hay una estancia temporal para las y los hijos de quienes acuden a los servicios, en donde, en caso de ser necesario, se les apoya con la realización de tareas escolares o con problemas de aprendizaje.
 
También cuenta con la biblioteca “25 de Noviembre”, donde hay una diversidad de publicaciones con información sobre violencia de género (muchos ejemplares son únicos y pertenecieron a Esther Chávez). En este pequeño espacio también se imparten talleres literarios.
 
La otra vertiente del modelo de atención del Centro de Crisis es la prevención. Lidia Cabrera explicó que esta área es prioritaria, pues quienes integran Casa Amiga están conscientes de que la violencia contra las mujeres debe erradicarse desde la raíz, haciendo del conocimiento de la población en general que existen otras formas de relacionarse lejos de la violencia.
 
Es así que parte de las colaboradoras de Casa Amiga visitan escuelas de nivel básico y medio superior en las colonias y pueblos de Ciudad Juárez y el Valle de Juárez (municipios que rodean la urbe fronteriza), así como algunas de las maquilas de la localidad, para informar sobre prevención de la violencia.
 
“El trabajo con las jóvenes, especialmente de secundaria o preparatoria es muy complejo; la gran mayoría tiene experiencias muy cercanas de compañeras que desaparecieron o fueron asesinadas, lo que las pone de frente con una realidad de la que no se habla, pero que nosotras insistimos en que se debe enfrentar”, resaltó Cabrera.
 
El trabajo de registro de otros tipos de violencia, incidencia en políticas públicas y las redes de apoyo con otras organizaciones civiles, han llevado a que Casa Amiga –aunque ya no se enfoque en el registro puntual de feminicidio– sea un referente para el combate de la violencia sexual e intrafamiliar.
 
“Nos unimos a  otras compañeras, como la Red Mesa de Mujeres en el activismo y en la exigencia de políticas públicas, pero nos enfocamos en otros tipos de violencia que de repente quedan invisibles para la sociedad, y que también son una realidad para las juarenses”, explicó.
 
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) de 2011, Chihuahua se encuentra entre las entidades donde las mujeres son más violentadas en el ámbito comunitario. Tan es así, que 33 por ciento de las chihuahuenses ha sufrido violencia comunitaria.

Aspecto de Casa Amiga | Foto: Ranllus Sleman López
Por: Anaiz Zamora Márquez, enviada
Cimacnoticias | Ciudad Juárez, Chih.- 

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