Legado de la activista aún permea en el reclamo de justicia
Durante
17 años Casa Amiga Centro de Crisis –fundada por la activista Esther
Chávez Cano– ha representado una esperanza y un apoyo vital para
mujeres sobrevivientes de violencia en esta urbe fronteriza, localidad
que desde 1993 vive marcada por las desapariciones de mujeres, el
feminicidio, la impunidad y la injusticia.
En ese lapso, además de superar actos de intimidación, agresiones e
incluso difamación, Casa Amiga ha logrado consolidar su modelo de
atención a mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, sexual y
maltrato infantil, y elaborar un modelo de prevención de la violencia,
para consolidarse así en un referente a nivel nacional en este tipo de
intervención.
Casa Amiga fue concebida por Esther Chávez Cano, mujer emblemática a
nivel internacional que sostenía que la defensa de las mujeres es la
mejor forma de respetar la dignidad del género humano, y por ende la
causa de una sociedad más justa y democrática.
En 1993, en una pequeña libreta, la contadora pública por formación y
maestra de profesión comenzó a registrar las notas periodísticas
aisladas que aparecían en medios locales sobre mujeres cuyos cuerpos
habían sido localizados en lotes baldíos.
Chávez Cano comenzó a denunciar que tales casos no eran aislados y que respondían a un patrón de violencia contra las mujeres.
“Ella fue un faro internacional para que el mundo volteara sus ojos a
Juárez; el feminicidio se empezó a posicionar como un problema que
demandaba ser atendido debido a la lucha de Esther”, contó desde su
oficina Lidia Cordero Cabrera, actual directora de Casa Amiga.
La impunidad y el desdén de las autoridades para resolver los casos no
desalentaron a Chávez Cano en su demanda de justicia para las familias
de las jóvenes asesinadas.
Por ello fundó el Grupo 8 de Marzo, y además impulsó a la Coordinadora
de Organizaciones No Gubernamentales en Pro de la Mujer, para articular
acciones contra el feminicidio en Juárez.
Poco tiempo pasó para que la defensora de Derechos Humanos se diera
cuenta de que además de los numerosos casos de feminicidio en esta
ciudad, se registraban otras manifestaciones de violencia, como el
maltrato infantil.
“Después de empezar a documentar y denunciar los casos de mujeres
asesinadas, se hizo la pregunta que cambió su vida: ‘¿Qué pasa con las
mujeres que sobreviven a la violencia?’. No sabía quién las atendía o
qué pasaba con ellas, porque en esos años no había ninguna ley para
garantizar el derecho de las mujeres a vivir libres de violencia, y los
delitos de este tipo eran considerados pasionales y probados”, recordó
Cordero Cabrera.
INSTANCIA ÚNICA EN SU TIPO
En noviembre de 1998, Chávez Cano e Irma Campos –cofundadora de Casa
Amiga– rentaron una casa muy pequeña y empezaron a llegar las víctimas
en busca de apoyo; muchas de ellas también eran madres de jóvenes
desaparecidas o asesinadas.
El Centro de Crisis se inauguró oficialmente el 9 de febrero de 1999,
con apoyos y financiamiento internacionales. El personal apenas
constaba de una abogada y una trabajadora social, pero fue la primera
institución en la localidad en brindar atención a mujeres víctimas de
violencia. En su primer año llegó a atender a 299 mujeres.
A la par de esta labor, Esther Chávez impulsó la creación de políticas públicas para ayudar a las mujeres.
“La maestra ayudaba a las mujeres que trabajaban en la maquila, quienes
eran discriminadas por cuestiones de género; les pedían llevar su
toalla sanitaria para comprobar que no estaban embarazadas; ella las
acompañaba e impulsó políticas públicas a su favor”, relató Lidia
Cordero.
El trabajo de Chávez Cano no pasó desapercibido, tanto por la mirada
internacional como por quienes pretendían detener su trabajo.
Ejemplo de lo anterior fue lo ocurrido en diciembre de 2001, cuando
Ricardo Medina Acosta asesinó afuera de las oficinas de Casa Amiga a
María Luisa Carsoli, secretaria de la organización y quien como
sobreviviente de violencia familiar había recibido el apoyo de Chávez
Cano.
Otro ejemplo fue la campaña de desprestigio que lanzó la prensa local
en 2004, para desacreditar la labor de la defensora y otras
agrupaciones. La activista acusó al gobierno del estado de orquestar
dicha campaña.
De atender a 299 mujeres sobrevivientes de violencia en un año, a
partir del año 2000 la labor de Casa Amiga creció exponencialmente, lo
que obligó a sus fundadoras a buscar otro espacio donde pudieran
atender a todas las mujeres que acudían en busca de apoyo.
En 2006 Casa Amiga cambió de ubicación a una sede con instalaciones
adecuadas para el modelo terapéutico que desarrollaba la organización.
Esther Chávez Cano murió en 2009, pero no así su legado de defensa de los derechos de las mujeres.
MODELO DE ATENCIÓN
Actualmente, Casa Amiga cuenta con un programa que se divide en dos
vertientes. Uno se enfoca a la intervención con mujeres que han sido
víctimas de violencia familiar o sexual. El apoyo se brinda de manera
confidencial y gratuita, y dependiendo del caso se define el tipo de
acompañamiento que se le va a dar a la usuaria: puede ser asesoría
legal, psicológica, médica o de trabajo social.
En casos de extrema violencia en los que se considere que la vida de la
mujer está en peligro, se le canaliza al refugio “Sin Violencia A.C.”,
donde se brinda un lugar seguro a las mujeres y a sus hijas o hijos.
En las instalaciones de Casa Amiga también hay una estancia temporal
para las y los hijos de quienes acuden a los servicios, en donde, en
caso de ser necesario, se les apoya con la realización de tareas
escolares o con problemas de aprendizaje.
También cuenta con la biblioteca “25 de Noviembre”, donde hay una
diversidad de publicaciones con información sobre violencia de género
(muchos ejemplares son únicos y pertenecieron a Esther Chávez). En este
pequeño espacio también se imparten talleres literarios.
La otra vertiente del modelo de atención del Centro de Crisis es la
prevención. Lidia Cabrera explicó que esta área es prioritaria, pues
quienes integran Casa Amiga están conscientes de que la violencia
contra las mujeres debe erradicarse desde la raíz, haciendo del
conocimiento de la población en general que existen otras formas de
relacionarse lejos de la violencia.
Es así que parte de las colaboradoras de Casa Amiga visitan escuelas de
nivel básico y medio superior en las colonias y pueblos de Ciudad
Juárez y el Valle de Juárez (municipios que rodean la urbe fronteriza),
así como algunas de las maquilas de la localidad, para informar sobre
prevención de la violencia.
“El trabajo con las jóvenes, especialmente de secundaria o preparatoria
es muy complejo; la gran mayoría tiene experiencias muy cercanas de
compañeras que desaparecieron o fueron asesinadas, lo que las pone de
frente con una realidad de la que no se habla, pero que nosotras
insistimos en que se debe enfrentar”, resaltó Cabrera.
El trabajo de registro de otros tipos de violencia, incidencia en
políticas públicas y las redes de apoyo con otras organizaciones
civiles, han llevado a que Casa Amiga –aunque ya no se enfoque en el
registro puntual de feminicidio– sea un referente para el combate de la
violencia sexual e intrafamiliar.
“Nos unimos a otras compañeras, como la Red Mesa de Mujeres en el
activismo y en la exigencia de políticas públicas, pero nos enfocamos
en otros tipos de violencia que de repente quedan invisibles para la
sociedad, y que también son una realidad para las juarenses”, explicó.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones
en los Hogares (Endireh) de 2011, Chihuahua se encuentra entre las
entidades donde las mujeres son más violentadas en el ámbito
comunitario. Tan es así, que 33 por ciento de las chihuahuenses ha
sufrido violencia comunitaria.
Aspecto de Casa Amiga | Foto: Ranllus Sleman López
Por: Anaiz Zamora Márquez, enviada
Cimacnoticias | Ciudad Juárez, Chih.-
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