La situación de
violencia y ataques masivos o selectivos contra organizaciones, grupos,
movimientos sociales y personas por su trabajo político y de defensa de
derechos humanos es recurrente y preocupante en México. Esto además
afecta de manera más directa a comunidades o personas que a lo largo de
la historia han sido oprimidos y marginados por los malos gobiernos que
se han impuesto autoritariamente.
En semanas pasadas nos enteramos del caso de defensores de derechos
humanos agredidos en la ciudad de México. Son integrantes del Frente
Nacional de Lucha por el Socialismo (FNLS), esfuerzo político que tiene
como fin luchar por erradicar toda forma de opresión. Quienes lo
integran reivindican el trabajo colectivo desde abajo, como alternativa
viable ante el proceso de deshumanización que significa el capitalismo y
sus políticas neoliberales, cuyas consecuencias implican el
empobrecimiento de algunos pueblos en México y el mundo. Se guían bajo
los principios de una organización que busca transformar la sociedad
mexicana, coadyuvando con sus esfuerzos, y convencidos de que es el
pueblo quien debe decidir su destino histórico. Su trabajo se ha
caracterizado por la búsqueda constante de confluencias a lo largo del
país entre los diversos sectores y grupos marginados de la ciudad y el
campo. Se han posicionado a lo largo de los años contra esos malos
gobiernos, y denunciado sus mecanismos de represión y control. Asimismo
han asumido la lucha por la libertad de los presos políticos y de
conciencia, y por la presentación con vida de las personas
desaparecidas. Exigen el cese a la militarización de las comunidades, el
alto a la criminalización de la protesta social, y el pleno respeto a
los derechos humanos.
Por desgracia nos enteramos que el pasado sábado 7 de noviembre Jesús
Hernández Reyes y Rubicel Hernández García, integrantes de esa
agrupación, junto con Matías Flores Hernández, integrante del Comité de
Derechos Humanos de las Huastecas y Sierra Oriental (Codhhso), fueron
atacados con arma de fuego en la delegación Iztapalapa de esta ciudad de
México. De acuerdo con la información difundida por el FNLS, el
atacante fue un hombre vestido de civil y de apariencia militar. Las
víctimas del ataque, todas de origen indígena y defensoras de derechos
humanos, fueron lesionadas en diversas partes del cuerpo. Jesús fue dado
de alta del Hospital General Balbuena el mismo día del ataque; Matías,
el día 18 de noviembre, mientras Rubicel, tras haber recibido el
diagnóstico de que podría quedar sin control de esfínteres y sin
movilidad en las piernas, fue intervenido quirúrgicamente en la columna
vertebral en el Hospital de la Villa el mismo 18. El FNLS calificó el
ataque de
intento de ejecución extrajudicial, pues las personas agredidas se encontraban en el Distrito Federal para denunciar la ejecución extrajudicial de Héctor Sántiz López, acaecida en Chiapas el 29 de septiembre pasado. Además el agresor, a decir del testimonio de las víctimas, les gritó que los balaceaba
por andar de chismosos. Esto proporciona indicios de que la agresión cometida está directamente relacionada con sus demandas de justicia por el asesinato de su compañero de organización.
En un documento dirigido a la Secretaría de Gobernación
solicitan que Rubicel Hernández García sea trasladado al Instituto
Nacional de Neurología y Neurocirugía, y Matías Flores Hernández y Jesús
Hernández Reyes al Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición
Salvador Zubirán hasta su total recuperación. Asimismo, y debido a la
gravedad del asunto, se requiere una mesa de interlocución de alto nivel
con esa secretaría, con el objetivo de que las autoridades escuchen a
las víctimas y den soluciones sobre los recientes ataques de los que
fueron objeto. Se deben también emprender las debidas investigaciones
para esclarecer los hechos de la ejecución extrajudicial de Héctor
Sántiz López, y de igual forma investigar, al tiempo que se previenen
mayores violaciones a derechos humanos de grupos particulares que han
herido y retenido ilegalmente a otros habitantes del ejido El Carrizal,
municipio de Ocosingo, Chiapas, pertenecientes a la Organización
Campesina Emiliano Zapata (OCEZ) del FNLS.
Tanto el gobierno federal como el de Chiapas deben abrir e iniciar
investigaciones por estos hechos, y llevar a juicio y castigar a los
responsables de todas estas violaciones graves a derechos humanos. Es
muy necesario que el gobierno federal se comprometa a generar las
garantías necesarias para que los miembros de organizaciones que ahora
acompañan solidariamente el caso no vean impedidas sus labores de
defensa de derechos humanos, y por el contrario cuenten con medios
suficientes para hacer el acompañamiento a las víctimas, a sus
familiares y a las organizanciones a las que pertenecen. Sería oportuno
que el Mecanismo de Protección a Personas Defensoras y Periodistas emita
un pronunciamiento público sobre este caso, manifestando su
preocupación por los ataques a defensores de derechos humanos en el
Distrito Federal, así como extender su respaldo a las organizaciones
defensoras de derechos humanos que lo acompañan, como el Comité Cerezo.
Este lamentable asunto confirma el clima de inseguridad generalizado en
el país, incluso en esta capital que se caracterizaba por ser un
oasispara periodistas y defensores de derechos humanos. Lo que sucedió con los defensores del FNLS demuestra todo lo contrario. Ahora se requiere que las víctimas vean efectivamente reparados los daños y obtengan justicia por estos ataques a su integridad física.
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