By Fabio Barbosa *
En
un reciente artículo escribí que la reforma energética de Enrique Peña
Nieto ya había fracasado, porque si se comparan los objetivos que
pregonó el propio gobierno, en algunos puntos, como el volumen de
supuestas reservas a licitar, apenas había logrado “vender”
(entregándolas casi gratis) el 1 por ciento; parecidos resultados ha
tenido con su mal llamada “reforma educativa”.
El total del
personal docente, en el sistema oficial, asciende a 1 millón 200 mil
personas; de ellos, sólo han sido “evaluados” 300 mil, es decir un 25
por ciento, criterio de tipo cuantitativo que es absolutamente
insuficiente. El fracaso debe medirse si consideramos que el objetivo de
Peña era eliminar a un sector muy importante de la oposición a su
política entreguista, pero lo que ha logrado es levantar un movimiento
nacional en contra de sus reformas.
La heroica resistencia de los
profesores se ha convertido en un catalizador del descontento nacional.
Se ve un fenómeno que sólo se produce en pocos momentos en la historia
de los pueblos, las masas han salido a las calles, cuanto más numerosas
son las brigadas y más extendidas en la geografía, con más eficacia
logran imposibilitar la represión.
Si fueran sólo unos cientos de
profesores, hace semanas que con las salvajes golpizas, los asesinatos y
los encarcelamientos ya los hubieran contenido, pero ello es imposible
si son miles los que participan en bloqueos, barricadas, plantones,
campamentos y marchas.
Algunos jefes del aparato
militar-paramilitar y policiaco han revelado que han tenido que
trasladar parte de estos contingentes a “atender” las protestas
populares, con el resultado de que los asesinatos, descabezamientos y
otras atrocidades se incrementan en los puntos antes “protegidos”. Cita
textual: “la incidencia criminal no ha bajado debido a que elementos de
las corporaciones federal y estatal son asignados a atender la
movilización de los maestros”, ¿qué significa esta extraña revelación?,
¿están desbordados?, ¿el nivel de militarización ya les resulta
insuficiente?, ¿el presupuesto seguirá disminuyendo en salud, becas a
los estudiantes, como los de la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana)
para reforzar el aparato militar?
Para entender correctamente
esta oleada de luchas, sería muy útil construir un mapa muy detallado de
su extensión, que desde luego no se limita a las entidades del sureste.
Un simple vistazo permite concluir que abarca desde Tijuana, Baja
California, hasta Tapachula, Chiapas.
“Estamos hartos de las reformas estructurales”
En algunas entidades como Chiapas, creemos observar una rebelión muy generalizada y con demandas más diversas.
Al
finalizar la primera semana de julio, cuando Gobernación cedió a
regañadientes y regresó a la mesa de negociaciones, la sección 7 de la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) decidió
levantar transitoriamente el plantón, pero otros contingentes lo
continuaron. Explicó un nuevo organismo denominado La Asamblea Popular,
que no era el movimiento magisterial el que mantenía los bloqueos (en
el caso son más bien “barricadas”), sino el pueblo que está “harto de
las reformas estructurales”.
Recientes reportajes del gran
periodista Hermann Bellinghausen informan que lo que comenzó como “un
cinturón de seguridad” para proteger a los maestros, se transformó en un
agrupamiento de diversos grupos y movimientos que ahora enarbolan “la
defensa de las reservas naturales”, “del agua” y, entre otras, se suman a
“la oposición a la reforma energética”.
Chiapas conoce, por su
propia experiencia, de todos esos temas. En el municipio de Chicomuselo,
una minera canadiense ha estado saqueando oro, con la consiguiente
contaminación del agua; las protestas populares, hace ya algunos años,
terminaron con el asesinato de uno de los líderes.
Seguramente los
chiapanecos ya saben que hay otra empresa canadiense llamada
“Renaissance Oil Corp.”, con sede en Quebec, que ya ganó en la última
licitación de campos petroleros tres de ellos: Topén, Malva y Secadero,
en los municipios de Sunuapa, y Pichucalco. Lo que quizá no saben es
que, con ellos llegan grandes trasnacionales, políticos neoliberales y
funcionarios del gobierno de Carlos Salinas de Gortari.
Halliburton en Chiapas
Los
nuevos petroleros no llegan solos, ellos mismos presumen en sus
documentos que han recibido asesoría y que están asociados con los de
Halliburton, en las ilustraciones de esta nota se puede leer que
pregonan su fuerte relación con Halliburton (‘A strong relationship’),
asimismo informan que ambas empresas pasaron varios miles de horas
“evaluando los prospectos de petróleo y gas en México”.
Los
Renaissance prestan otro rasgo: entre sus asesores que les permitirán
“una ventaja significativa en la ejecución de su plan de negocios en
México” (‘…gives to Renaissance Oil Corp a significant adventage in
executing our business plan in Mexico’), participan altos funcionarios
del gobierno de Salinas.
En la ilustración 3 que publicamos en
esta nota se pueden leer los nombres de Ernesto Marcos Giacomán, quien
fue subsecretario en la Secretaría de Energía y director de Finanzas en
Petróleos Mexicanos, así como el de Luis Miguel Labardini, exfuncionario
también en el área de Finanzas de Pemex.
La traición flota en el ambiente
Pero
a pesar de la fuerte oposición, el gobierno parece dispuesto a
imponerse al costo que sea. Es cierto que se ha sentado a negociar, pero
más parece una maniobra para ganar tiempo. Miguel Ángel Osorio Chong,
secretario de Gobernación, un día promete un cambio y al siguiente lo
niega, procede con lentitud en un calendario de reuniones que parece
extenderse demasiado apostando al debilitamiento de las luchas.
En
una reunión, un compañero opinó: “la traición se huele en el ambiente”;
otro considera que gracias al vigor de esta movilización, sea cual sea
el desenlace, ya logró triunfos: el carácter punitivo del examen será
modificado, aunque digan que la reforma continúa. Otro más refuerza ese
punto pidiendo percibir matices: en Nuevo León “El bronco”, por lo menos
hasta ahora, ni ha realizado detenciones, ni reprimido a manifestantes
y, de hecho, ya anuló algunos aspectos de la reforma de Peña Nieto;
finalmente, es muy interesante y hasta me atrevería a decir
“esperanzadora” la muy reciente incorporación de algunos senadores, que
al fin se dan por aludidos.
Pero hay poco lugar para la esperanza,
el panorama es muy incierto, no puede descartarse una mayor
militarización del país. La única salida es continuar con los
“cinturones de seguridad” para proteger a los maestros y debilitar a los
sectores más entregados al proyecto trasnacional que persisten en la
reforma energética y en la mal llamada “reforma educativa”.
Fabio Barbosa
Contralínea 498 / del 25 al 30 de Julio 2016
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