El 27 y 28 de septiembre,
se reunieron en Oaxaca campesinas y campesinos indígenas en el
encuentro Maíz Comunal de Oaxaca para el Mundo. Desde el nombre del
encuentro a la profundidad con que se trataron los temas, se reflejó el
cuidado que por milenios han tenido las comunidades para crear y
compartir miles de variedades de maíz y otros cultivos. Un tejido
colectivo que es corazón de la subsistencia de los pueblos, una crianza
mutua que sustenta no sólo a las comunidades, también es base de la
alimentación de la mayoría del planeta.< https://tinyurl.com/y2vlvl6l >
Denunciaron el robo y patentamiento del maíz olotón, una variedad
milenaria de los pueblos indígenas de Oaxaca, que fue sustraído de la
comunidad mixe de Totontepec por investigadores de las universidades de
California –Davis y Wisconsin-Madison– y un investigador del Instituto
Tecnológico del Valle de Oaxaca, al servicio de la empresa Mars Inc.
Explican las comunidades que este maíz se alimenta del nitrógeno que
capturan las bacterias que viven en el mucílago que segregan sus raíces,
generando así su propio fertilizante. Los investigadores se arrogan el
descubrimientode esta propiedad –conocida y cuidada por las comunidades e investigadores mexicanos desde hace mucho tiempo.
Además de ser flagrante biopiratería, el suceso expone también cómo
actúa contra los bienes comunes el Protocolo de Nagoya del Convenio de
Biodiversidad. En este caso, una comunidad accedió a firmar un acuerdo
de
reparto de beneficios, por lo cual los investigadores que patentaron las propiedades del maíz olotón, alegan que tienen derecho a ello. Como con todas las se millas y plantas medicinales, ninguna comunidad sola puede arrogarse su desarrollo, son procesos colectivos de los pueblos. Por ello este tipo de acuerdos son una cobertura perversa para la privatización de semillas. Se complementa con normas como el Convenio UPOV 91, para el cual el diputado Eraclio Rodríguez, de Morena, presentó una iniciativa que busca acelerar que México se integre.
En oposición a todo ello, las comunidades de Oaxaca entregaron el
maíz olotón y otras semillas a La Vía Campesina, la mayor red de
organizaciones campesinas del planeta, para que se siga compartiendo.
El encuentro de Oaxaca expresó también su desacuerdo con varias
políticas públicas para el campo, como la individualización de recursos
que apunta a la desintegración de los tejidos comunitarios, el programa
Sembrando Vidaque erosiona las formas tradicionales de agricultura y se relaciona con pequeños grupos que dividen a las comunidades; la continuidad de la importación de maíz transgénico, la amenaza de nuevas formas de biotecnología y otras tecnologías en el campo. Llaman a las comunidades y pueblos indígenas a “seguir practicando la comunalidad como una forma de vida, a sembrar las semillas propias y utilizar técnicas ancestrales y agroecológicas para la producción de sus alimentos. La libre determinación de nuestros pueblos sólo será posible en la medida que hagamos posible la soberanía alimentaria. Llaman
al gobierno mexicano a dejar de simular que apoya al campo y dejar en manos de los indígenas y campesinos las decisiones para que produzcan sus propios alimentos.
En el mismo sentido, se sumó una declaración de la Red en Defensa del
Maíz, el 2 de octubre, cuestionando el dictamen de las comisiones del
Senado sobre la Ley Federal para el Fomento y la Protección del Maíz
Nativo (LFPM).<https://tinyurl.com/y3ghnfvs>
La Red en Defensa de Maíz, integrada por comunidades indígenas y
campesinas y organizaciones de la sociedad civil, señala que esta ley no
establece la prohibición de la siembra de maíz transgénico, que
constituye una amenaza permanente a los maíces nativos. Denuncian
también la artimaña que se hace en el dictamen, al definir al maíz
nativo como
semilla básica de conformidad con el artículo 3 de la Ley Federal de Producción, Certificación y Comercio de Semillas, en lugar de
variedad de uso común, que son las
utilizadas por comunidades rurales cuyo origen es resultado de sus prácticas, usos y costumbres. Así definida, se abre la puerta para solicitar derechos de obtentor o patentes sobre ellas o sus caracteríticas, como sucedió con el maíz olotón.
La Red señala también que la propuesta de determinar regiones geográficas especiales
en las que se practiquen sistemas tradicionales de producción de maíz nativofavorece la injerencia institucional desde arriba y desde afuera de las comunidades en sus territorios y, en contrapartida, deja al resto del país abierto a la siembra de maíz transgénico.
Esto niega que todo México es centro de origen y diversificación del
maíz, algo que las comunidades defienden y que incluso la Conabio ha
reconocido. En el dictamen sobre la LFMN se limita a algunas zonas, “que
así se volverían museografías vivientes de donde predar maíz gourmet”.
También se cuestiona la propuesta de crear bancos de semillas, que
dependerán de apoyo institucional para su mantenimiento, cuando la forma
tradicional es mantener las semillas sembrándolas e intercambiando
entre las casas y comunidades.
La protección y fomento del maíz nativo la hacen los pueblos y
comunidades, lo que se necesita es el reconocimiento y respeto de sus
órganos colectivos y de todos sus derechos y territorios.
*Investigadora del Grupo ETC
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