Clarividentes recortan
Crecimiento prófugo
De nueva cuenta los
clarividentes financieros sacaron sus tijeras a relucir y aplicaron un
nuevo recorte a la perspectiva de crecimiento económico de México, el
enésimo en lo que va del presente año. Parece ser el deporte favorito
entre las decenas de
agencias especializadasen el comportamiento de las economías nacionales, aunque sus pronósticos son tan disímbolos entre sí que de inmediato surge la duda sobre la calidad de sus vaticinios.
Cierto es que el de por sí lerdo ritmo de la economía nacional
reporta desaceleración desde junio-julio de 2018, cuando menos, y que
ello viene acompañado de un enrarecido ambiente económico mundial, pero
si se atienden las diferentes lecturas de los variados clarividentes
financieros –todos del sector privado nacional e internacional–,
entonces el receptor de la información permanecerá en la confusión
total.
Lo anterior, porque los pronósticos de crecimiento económico de
México para 2019 se mueven en rangos que van desde una caída de 0.1 por
ciento a un avance de 1.6 por ciento, sin olvidar que la meta oficial
(léase Secretaría de Hacienda) es de entre 0.6 y 1.2 por ciento. En ese
enorme mar de estimaciones, ¿cuál sería digna de considerar con cierta
seriedad?
No es ocioso recordar que –para el caso mexicano– en sexenios
anteriores los clarividentes no dieron una en lo que a pronósticos de
crecimiento económico se refiere (tampoco los gobiernos), y al igual que
ahora tales vaticinios se movieron entre el pánico por el supuesto
hundimiento total y la euforia por el prometido rápido acceso al primer
mundo.
En los hechos, muchos de esos clarividentes no son más que vividores
profesionales, con una gran capacidad de chantajear (y cobrar) a
gobiernos que siempre pretenden dar una imagen de excelencia, cuando en
los hechos sólo han sido sonados fracasos. Pero bueno, como dice el
clásico, con esos bueyes hay que arar.
Sólo para dar una idea de qué se trata, cuando Evo Morales llegó a la
presidencia de Bolivia los clarividentes de siempre auguraban el
derrumbe rápido y total del país sudamericano, dado el
locuazprograma de gobierno del líder cocalero. Pues bien, desde que este personaje se instaló en el Palacio Quemado la economía boliviana no ha dejado de crecer y su promedio anual (5 por ciento) se cuenta entre los cuatro primeros de América Latina.
En cambio,
potenciaseconómicas como México, para quien los videntes pronosticaban un rápido avance, el cielo y mucho más, a lo largo de tres décadas y pico a duras penas logró
crecer2 por ciento como promedio anual, con todo y las
reformasy
modernizacionesejemplares efectuadas por seis gobiernos al hilo.
Se supone que todos los clarividentes financieros utilizan la misma
información económica para evaluar a un país y pronosticar su futuro
inmediato. Si es así, entonces ¿de dónde sale una diferencia abismal
entre un augurio de -0.1 por ciento y otro de 1.6 por ciento? (y entre
ambos 13 vaticinios más igual de disímbolos entre sí). Nadie sabe, nadie
supo.
En vía de mientras, el Fondo Monetario Internacional de nueva cuenta
recortó su pronóstico de crecimiento para la economía mexicana (el
tijeretazo número cuatro en lo que va del presente año). Para el
organismo, “se ha desacelerado bruscamente en un entorno de elevados
riesgos externos e internos; se reduce a 0.4 por ciento la previsión en
2019. La estimación previa, en julio, apuntaba a 0.9 por ciento de
avance.
El nuevo pronóstico del FMI es menos de una cuarta parte del 2.1 por ciento que difundió en enero pasado. En 2020 espera un repunte en el crecimiento, aunque el estimado de 1.3 por ciento también fue rasurado respecto del 1.9 previsto en julio( La Jornada, Dora Villanueva).
De pilón, la calificadora Moody’s anunció ayer el recorte de sus
previsiones de crecimiento para México en 2019 y 2020 a 0.2 y 1.3 por
ciento, respectivamente, contra 0.5 y 1.5 por ciento de agosto pasado.
Las rebanadas del pastel
Entonces, de entre los 17, ¿cuál es el pronóstico correcto?
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