10/17/2019

México SA de Carlos Fernández-Vega


Se hunde Romero Deschamps
Coparmex apoya a factureras

Finalmente, Carlos Romero Deschamps mordió el polvo y el líder renunció a la dirigencia del sindicato petrolero, del que, a lo largo de 26 años, se sirvió con la cuchara más grande que encontró. Se le apagó la estrella (impunidad plena) garantizada por cinco inquilinos de Los Pinos al hilo (de Salinas de Gortari a Peña Nieto; tres priístas y dos panistas).
Todo sabían de sus corruptelas, de sus excesos e ilegalidades, pero durante 26 años el tamaulipeco se mantuvo intocado, porque al régimen le fue extremadamente útil y en el círculo en el que se movía –impune y cómodo– lo tipificaron muy bien: es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta, o si se prefiere entre hijos de puta no se leen las manos. Pero llegó su turno.
Tres veces diputado y senador en dos ocasiones –siempre por el PRI y en todos los casos por la vía plurinominal–, Romero Deschamps acumuló una fortuna de cuento de hadas que exhibía de forma grotesca junto con sus hijos y demás familiares. Un sinfín de propiedades palaciegas, aviones, coches de lujo, viajes por aquí y allá, y todo, oficialmente, pagado con su módico salario de trabajador petrolero.
De acuerdo con información de la Secretaría de la Función Pública, al cierre de septiembre pasado –último dato registrado– Petróleos Mexicanos pagaba mensualmente dos salarios a Romero Deschamps: uno por un monto de 31 mil 671.88 pesos y otro por 6 mil 881.70 pesos, ambos en términos netos. En total, 38 mil 553.58 pesos.
Lo mejor del caso es que en la nómina de Pemex su puesto aparece como de clasificación pendiente, es decir, 26 años de líder petrolero y resulta que en la ahora empresa productiva del Estado nadie sabía por qué cobraba salario ni cómo lo desquitaba.
De cualquier forma, en el mejor de los casos el voraz Romero Deschamps utilizaba esos 38 mil y pico de pesos para dejar propinas en el café, porque su ingreso real, ostentoso y multimillonario, provenía del saqueo del sindicato petrolero y de las componendas con la dirección de la ex paraestatal, la Presidencia de la República, las secretarías del Ejecutivo, las empresas privadas y de quien permitiera –no sin algo a cambio, como el Pemexgate, por ejemplo– el chantaje o la ayuda del hasta ayer líder.
A menos de que su amigo Juan Collado asuma su defensa desde la cárcel (lo cual se ve muy complicado, porque el abogánster tiene sus propios pendientes), Romero Deschamps deberá buscar asesoría legal, aunque es de suponer que ya lo tiene resuelto.
Desde julio pasado se conoció que la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda presentó un par de querellas por enriquecimiento ilícito y lavado de dinero contra el supuesto líder y su familia, pero de inmediato el juez décimo cuarto de distrito en el estado de México le concedió un amparo contra cualquier orden de aprehensión.
El presidente López Obrador informó que sobre el caso de Romero Deschamps hay dos denuncias, dos informes que se enviaron a la Fiscalía General de la República y es ella la que tiene la investigación sobre este asunto. ¿Por qué delitos?, se le preguntó, y respondió: relacionados con ingresos, con obtención de recursos básicamente, ingresos obtenidos de investigaciones o avisos de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, esto es básicamente.
Uno menos. A Romero Deschamps se le acabó la fiesta, pero deja en el puesto, de forma interina, a otra fina persona, uno de sus incondicionales, Manuel Limón Hernández, diputado priísta, hasta ayer tesorero del sindicato petrolero y vinculado al Pemexgate. Pura joya.
Las rebanadas del pastel
Por las empresas factureras el erario deja de captar alrededor de 400 mil millones de pesos anuales, informó el presidente López Obrador, y acusó a la Coparmex de actuar como si fuera un partido político opositor por su duro que te dale en contra de la ley antihuachicoleo fiscal que ordena cárcel preventiva oficiosa a quienes se dediquen a esos menesteres. Y ahora Gustavo de Hoyos se dice mártir.

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