Magdalena Gómez
La virtual insurrección
indígena nacional en Ecuador, encabezada por la Confederación de
Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie), ha logrado un triunfo el
pasado 13 de octubre, con el acuerdo de la derogación del decreto 883 en
una negociación, entre su dirigente, Jaime Vargas, y el resto de
liderazgos, con el presidente Lenín Moreno, transmitida en cadena
nacional a solicitud de la Conaie. El acuerdo se logró con la mediación
del representante en Ecuador de la Organización de las Naciones Unidas,
junto con la Iglesia episcopal. Con la derogación se instalará una
comisión formada por representantes de ambas partes y otros sectores
sociales para elaborar un nuevo decreto.
Para valorar la trascendencia de este triunfo, vale la pena ofrecer
un recuento del levantamiento y las reacciones y posturas en torno al
mismo: desde las diversas regiones del país avanzaron hacia Quito, miles
de integrantes de los diversos pueblos y nacionalidades con la
exigencia de que el presidente Lenín Moreno derogara el decreto 883 que,
siguiendo al Fondo Monetario Internacional (FMI), emitió el pasado 1º
de octubre. Con él se establecía el fin de los subsidios a los
combustibles, con un alza de 123 por ciento al precio del galón de
diésel y de 30 por ciento al de la gasolina, además se incluían medidas
laborales contra los derechos de los trabajadores.
Aparte de la ocupación de Quito, no había región del país que no
estuviera paralizada y sufriendo desabasto. Si bien la Conaie representa
la fuerza más significativa, también participaron la central Frente
Unitario de los Trabajadores, los sindicatos de educadores y la
federación de estudiantes universitarios y se sumaron amplios sectores.
Las universidades crearon centros de paz y de acopio de víveres. La
Defensoría del Pueblo denunció en una semana más de un millar de
detenciones y otro tanto de heridos y al menos siete personas
fallecidas.
Hacia el fin de semana, intelectuales destacados, entre ellos Noam
Chomsky, analizaron el neoliberalismo en Ecuador y en otro
pronunciamiento muy amplio se introdujo la referencia constitucional
ecuatoriana para transitar a una nueva elección presidencial. Ninguno
colocó en el centro a los pueblos indígenas que encabezaron el
levantamiento.
La energía y voluntad indígena se cruzó con la intervención del
correísmo enarbolado por el ex presidente Rafael Correa, que buscó
aprovechar este levantamiento para alimentar su aspiración a retomar el
control del país. Algunos dirigentes indígenas denunciaron como en las
manifestaciones estaban activos sus simpatizantes. Basta observar en
algunos de los videos que se difundieron y constatar cómo la demanda de
la derogación del decreto 883, quedaba en segundo plano, para colocar en
el primero la caída de Moreno.
La respuesta del presidente ecuatoriano al levantamiento consistió
ampliar la represión y con el implante de un toque de queda el sábado 12
de octubre, dio el poder a las fuerzas armadas y policiales. De
inmediato, el comando conjunto de las fuerzas armadas anunció, más allá
de las bombas lacrimógenas y balas de goma, el control de espacios
públicos registro de personas, control de actos de delincuencia,
aprehensiones, antenas receptoras de telecomunicaciones entre otras
medidas. En 10 días el presidente ecuatoriano pasó del estado de
excepción a la militarización abierta.
En contraste, la Conaie logró recuperar la capacidad de movilización
masiva, y en ella participaron generaciones nuevas. Un paso en falso les
podía significar un retroceso difícil de superar; la mayoría de los
dirigentes lo sabían, empezando por su presidente.
En este panorama, para la Conaie fue crucial detener el paquetazo
económico que afectó las de por sí depauperadas economías de la mayoría
de la población. Por ello se deslindaron del correísmo. Así lo tuiteó el
presidente de la Conaie (10/10/19):
Nuestra lucha es por la salida del #FMI de Ecuador; no permitiremos a los que nos criminalizaron por 10 años aprovecharse de nuestra lucha y la del pueblo ecuatoriano. Miserables. Pareció que esta fue la señal esperada por Lenín Moreno para aceptar la mediación y la derogación de su acuerdo, pues en el diálogo transmitido fue muy enfático en la crítica al correísmo y la intervención de fuerzas externas aliadas, así como en la ponderación al deslinde de la Conaie. Nada creíble su retórica en favor de los indígenas y su supuesto asombro por la afectación que el decreto causaría. Tampoco lo es que la medida era para evitar que las fuerzas contrarias a la ley traficaran combustible y se favorecieran. De parte indígena fueron contundentes al ubicar los problemas estructurales que tienen por el neoliberalismo, el capital trasnacional y las concesiones. Todo un desafío la redacción de un nuevo acuerdo. La Conaie ha suspendido las medidas de hecho en el territorio y celebró con alegría popular al grito de
¡Sí se pudo!
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