Tuxtla Gutiérrez, Chis. En Chiapas “El Amate” no
solo es un árbol frondoso común en la entidad, también es el nombre del
principal Centro de Readaptación Social (Cereso), que se encuentra
ubicado en el municipio de Cintalapa. A este lugar llegaron hace unos
meses las hermanas Gina y Paulina Vega por supuestamente estar
involucradas en la falsificación de documentos; pero su proceso continúa
en marcha y esperan que la justicia les llegue pronto.
Los meses que han
estado en el penal no han sido fáciles, pero iniciaron junto con 5 mujeres más
del mismo reclusorio un proyecto que con un acento cambian la connotación del
nombre de la cárcel: “Ámate”.
El proyecto
consiste en bordar y hacer bolsas de manta con diseños propios que hacen
referencia a los momentos felices que pasan dentro del reclusorio. Apenas hace
un par de días por medio de una página de Facebook llamada “Nucu” empezaron a
ofertar las bolsas y ha sido un éxito.
“Creo que jamás me
imaginé estar privada de mi libertad, ya que siempre he vivido con el lema de
que el respeto a los demás es lo más importante y nunca me he involucrado en
actos ilegales, pero la vida me tenía preparada este enorme reto que quiero
compartir con mucho amor.
El día que me
trajeron me sentía totalmente confundida y mi primera reacción fue de temor,
miedo y angustia, no sabía que podía pasarme aquí ni el tipo de personas que
habrían y cómo había que actuar o vivir en un lugar como la cárcel (el Amate)”
contó Gina en una carta.
En la misma misiva
cuenta cómo las mujeres del penal han sido generosas con ella y su hermana: “Las mujeres del
edificio en dónde estoy junto con mi hermana son muy amables y compasivas con
las recién llegadas, todas nos llevaron productos de limpieza, ropa, sandalias
y sobre todo y más importante, palabras de aliento y tranquilidad, y pensé:
¡que afortunada soy!”.
Pero la vida en el Cereso con toda y el abrazo de las otras mujeres
que están también privadas de su libertad ha sido difícil. “Pasaron los
días y llegó la tristeza a mi corazón, hasta un punto en donde no le
encontré el sentido a mi vida; todo lo que creía de ella se había
esfumado y dormí durante casi 7 días, levantándome sólo para la contada
(pasan lista) a las 7 am y 5 pm.
Después de este tiempo, pensé que no podía dejar que esta situación
me venciera, y me enfoqué en la única cosa que quería hacer desde hace
mucho tiempo pero no hacía; ¡bajar las lonjas, panza y celulitis! Me
levanté y empecé a caminar por las mañanas alrededor de los edificios de
la prisión femenil, saludo a las mujeres por las mañanas, a las
oficiales y sonrío, me doy cuenta que creo que sí puedo con esto; a los
15 días noté los primeros cambios en mi cuerpo y ¡wooow! Para mí en ese
momento fue el logro más grande así que desde ese momento nació ¡Gina
fitness! Jaja”.
En su carta Gina
cuenta los altibajos que ha tenido en estos meses y cómo surgió el proyecto de
Ámate, que también le ayuda a ella y a las otras mujeres a apoyar a sus
familiares sobre todo porque la mayoría son madres solteras.
“He pasado por
muchos procesos en muy poco tiempo, como el estar sin hacer nada, ufff… yo
que siempre he sido una mujer muy activa me estaba desesperando muchísimo, así
que junto con mi hermana presentamos al director, el proyecto de “taller
textil ÁMATE”, se trata de trabajar con las mujeres y hacer bolsas que
representen nuestra vida en este lugar, dándole un sentido positivo.
Después de varias
semanas ¡recibimos la aprobación! (…) el
primer día al sentarme en la máquina de coser fue increíble ¡me sentí como en
casa!”
Por medio de otra
carta, Gina aceptó contar más sobre este proyecto y dijo que todos los días
trabajan en las bolsas desde las 9:30 de la mañana hasta las 5:00 de la tarde,
que es la hora en que regresan a los módulos. Las bolsas las están
comercializando gracias al apoyo de otras mujeres que desde afuera del
reclusorio hacen el trabajo de compra de materiales, comunity manager, diseño
de publicidad, entre otras actividades que ayudan a que se venda la marca.
Para Gina y su
hermana, el diseñar y crear no es cosa nueva, pero para las otras mujeres ha
sido un descubrimiento. Todas van aprendiendo, acompañándose, reflexionando a
través del bordado, haciendo sensibles también a otras personas sobre su
situación mediante su trabajo.
El amor a sí misma y entre mujeres no tiene que ver con una situación
en particular, es una práctica diaria que no hay cárcel que pueda
evitar.
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