El
recién creado Movimiento Abolicionista de Euskal Herria celebró ayer
sus primeras jornadas con la conferencia inaugural de Rosa Cobo, autora
de ‘La prostitución en el corazón del capitalismo’
Bilbao
- Tan convencida está de que abolir la prostitución es la única forma
de erradicar la injusticia que viven las mujeres condenadas a ejercerla
que a esta lucha dedica gran parte de sus desvelos. Rosa Cobo argumenta
con razones de peso a quienes hablan del libre albedrío de las mujeres
y, por lo tanto, defienden la legalización. “La libertad no se
desarrolla cuando su espacio es el de la vulnerabilidad, la pobreza y la
falta de oportunidades”, argumenta la activista, que pone como ejemplo
los atropellos sucedidos en países que han optado por legitimar este
negocio como Alemania, donde hay burdeles que ofrecen tarifas planas a
los puteros.
¿Como valora la creación del Movimiento Abolicionista de Euskal Herria?
-Es
una alegría para mí que estoy tan comprometida con la investigación y
la lucha a favor del abolicionismo. Es un dato más de que la conciencia
crítica abolicionista está creciendo.
Además de con la prostitución pretende acabar con la pornografía y los vientres de alquiler.
-La
pornografía se ha convertido en una instancia fundamental de educación
sexual, todos los puteros reconocen que han visto mucha pornografía
antes de acudir a la prostitución. Hay un hilo directo. El capitalismo
neoliberal ha hecho de la prostitución, de la pornografía y de los
vientres de alquiler, tres fenómenos que objetualizan, cosifican y
mercantilizan los cuerpos de las mujeres, nichos de mercado muy
importantes.
La edad de los puteros cada vez es menor. ¿Se puede relacionar con el consumo de la pornografía?
-Está
vinculado a la pornografía pero también al proceso de normalización de
la prostitución, que envía a los hombres el mensaje de que no está mal.
Se ha creado un discurso en el que la prostitución es el resultado de un
contrato libre firmado entre dos partes iguales y, por lo tanto, un
acto de consumo: los fines de semana se van a la prostitución con el
mismo espíritu con el que yo iría a cenar.
Los hombres del Estado son los terceros consumidores del mundo.
-Sí,
es terrorífico. De cada diez españoles cuatro acuden a la prostitución.
Y eso que aquí no está reglamentada, porque la legalización va
acompañada por una subida en la tasa de los demandantes. El problema no
es solo que acudan a la prostitución, sino que configuran un imaginario
por el cual todas las mujeres somos prostituibles.
¿Que la mujer sea objeto de consumo ha conllevado que el deseo sexual de un hombre sea considerado un derecho?
-Quizás
sea al revés. Aunque nunca está claro qué fue primero, si el huevo o
las gallinas. La prostitución y la pornografía existen porque los
varones tienen interiorizado “el derecho natural a acceder al cuerpo de
las mujeres”. Con la conversión de la prostitución, de pequeños negocios
sin impacto económico a esta industria global de explotación sexual que
funciona como una multinacional, los hombres van asentando la idea de
que es un derecho como otro.
La OMS asegura que el 90% de las
mujeres prostituidas proviene de la trata con fines de explotación
sexual. ¿Diferenciar la prostitución y la trata es un error?
-El
lobby de la explotación sexual quiere hacer una distinción, señalando
que la prostitución es aceptable y que hay legalizarla, mientras que la
trata es mala porque nace de la coacción y hay que prohibirla. La trata
existe porque la demanda ha crecido tanto que se necesitan mecanismos
para abastecer al mercado de la explotación sexual. Hay muchas que son
víctimas de trata y otras muchas que son engañadas tras aprovecharse de
su extraordinaria vulnerabilidad.
La procedencia de las víctimas de trata siempre es la misma.
-Países
como Rumanía, Nigeria, Tailandia, Camboya, Colombia, México… han hecho
de la industria de la explotación sexual una estrategia de desarrollo.
Es una elección muy consciente de esos países para que luego estas
mujeres envíen remesas y se conviertan en un balón de oxígeno para sus
economías. Para convencerlas se les dice que en dos años van a tener
suficiente dinero para volver a su país, comprar una casa y tener una
vida como la que tenemos tú o yo.
Dentro del feminismo hay una
corriente que defiende que la regulación de la prostitución favorecería
la protección de las mujeres. ¿Qué opina al respecto?
-Opino lo
que se está viendo. Estudios en Holanda y en Alemania, dos países que
tienen reglamentada la prostitución, indican que la vulnerabilidad de
las mujeres ha crecido. ¿Podemos olvidar tarifas planas de 50 euros por
las que alemanes acuden a los burdeles a comerse unas salchichas,
tomarse una cerveza y acceder a todas las mujeres que están ahí? Todas
las investigaciones están poniendo de manifiesto que esto hay que
pararlo.
Entonces está ocurriendo justo lo contrario de lo que se pretendía.
-En
los países en los que se legaliza la prostitución el bienestar de las
mujeres se ha reducido. Si empresarios legales no hacen un contrato a
sus trabajadores, ¿qué contrato se les puede hacer a las mujeres que
están en prostitución? ¿Se les van a pagar horas extras cuando tienen
que estar todo el día ahí? ¿Cuanto estipularán que vale una mamada o una
penetración anal? Carece de sentido.
Una entrevista de Ane Araluzea Fotografía de Oskar González - Domingo, 13 de Octubre de 2019 - Actualizado a las 06:01h.
¿Y está funcionando el modelo abolicionista de países como Suecia?
-La
prostitución se ha reducido de una manera drástica. El modelo
abolicionista nórdico considera que hay que ilegalizar la industria, que
ha desaparecido;que hay que sancionar a los puteros, que ya no
contemplan la prostitución como una práctica habitual y legítima;y que
las mujeres que están en prostitución no deben ser penalizadas. ¿Hay
bolsas de prostitución? Sí, pero no tiene nada que ver con lo que había
previamente. La prostitución jamás puede ser considerado un trabajo, es
un modo de supervivencia al que acuden las mujeres que no tienen más que
su propio cuerpo para poder sobrevivir.
Hay quien ampara su defensa a favor de la legalización en la libertad de las mujeres para ejercer la prostitución.
-La
libertad no se desarrolla cuando su espacio es el de la vulnerabilidad,
la pobreza y la falta de oportunidades. Quienes tenemos una posición
crítica con la prostitución no queremos criminalizar a las mujeres, sino
hacer un análisis político y crítico de la institución que tiene un
carácter fundacional para el patriarcado.
¿Sirve la abolición de la prostitución en un país cuando en el resto del mundo el turismo sexual sigue moviendo tanta gente?
-Si
no se producen políticas abolicionistas ni va a aumentar la conciencia
crítica, ni se va a configurar como una alternativa política. Cada vez
hay más países que contemplan políticas abolicionistas. Se puede poner
el foco en las agencias de viajes que están orientadas al turismo de
explotación sexual, pero también sobre los puteros que van a Camboya
porque el acceso a las niñas es muy fácil.
¿Afecta al abolicionismo el hecho de que la realidad de las mujeres que ejercen la prostitución esté invisibilizada?
-Sí,
aunque el abolicionismo está creciendo en todo el mundo, y de manera
significativa en el Estado español. El movimiento ha visibilizado la
industria criminal que hay detrás pero también a los puteros que
consideran que acceder al cuerpo de mujeres vulnerables es un derecho.
La principal aportación del abolicionismo ha sido identificar el
sufrimiento, el dolor y la violencia a la que están expuestas las
mujeres que están en prostitución.
¿Por dónde se puede empezar?
-Habría
que ilegalizar la industria, criminalizarla, multar a los puteros y con
ese dinero y otra parte que tendría que poner el Estado se debería
hacer una bolsa para las mujeres que están en prostitución. La
solidaridad es fundamental porque erosiona el estigma y también lo son
las políticas públicas de igualdad para aquellas mujeres que quieren
otro modo para poder vivir: Alternativas habitacionales, apoyo
psicológico, formación profesional...
Una entrevista de Ane Araluzea Fotografía de Oskar González -
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