Pedro Echeverría V.
1. “Puta madre”. A mí me enseñó el anarquista Proudhón (1809-65) que “la gran propiedad siempre es un robo” y que sólo una pequeña minoría de ambiciosos –a través de los siglos- se ha adueñado del poder político y económico. Con mis lecturas y experiencias he podido constatar que el 90 por ciento de la población del mundo –víctima de la intensa explotación- sólo ha tenido una ridícula propiedad producto de su trabajo. Por ello en el discurso de hoy en “La Mañanera” del presidente López Obrador, me enojó que halagara a los más grandes empresarios y millonarios del país diciéndoles que con su dinero ganado con “negocios inteligentes” podrían usarlo como les plazca: comprando yates, autos, aviones, residencias y gastarlo a su antojo.
2. Quizá por ello la esposa del exgobernador saqueador de Veracruz dijo: “Merezco esto y mucho más”. Los saqueadores de la riqueza en México (unos mil poderosos personajes) no tienen límites. Si se obligara a todos ellos a entregar todo lo robado (la gran propiedad de la que habla Proudhón), incluyendo sus yates, aviones y helicópteros, fácil se podrían crear empleos e ingresos para todos, reduciendo a la mitad las ocho horas de trabajo; además de obtener un presupuesto suficiente para servicios de salud, educación y vivienda. Pensé que AMLO con amor cristiano exhortaría a los empresarios a ser humildes como los primeros religiosos perseguidos; pero predominó la religión luterana del moderno capitalismo en la que la igualdad no tiene cabida.
3. López Obrador ha dicho muchas veces, sin vergüenza -como si fuera un chiste- que “el salario mínimo de México es el más bajo de todo el mundo, incluso de América Latina y Centroamérica”; sin embargo no decreta el aumento al doble por miedo terrorífico a los empresarios. Pero sucede lo mismo con el llamado “autsourcing”, que es un gigantesco robo, un despojo a los trabajadores. Diría AMLO y sus partidarios que no hay que pelearse con los empresarios, menos con el gobierno de EEUU porque no podemos vivir sin ellos. El problema es que así ha sido la historia de todos los gobiernos en los últimos 100 años: llegan muy radicales, “comiendo fuego” y terminan siendo más de lo mismo, como domesticados corderitos bien acomodados al sistema.
4. El presidente AMLO ha tenido como divisa principal –en su campaña y en su gobierno- el combate contra la corrupción; está bien, sin embargo la corrupción solo es una forma de actuar, un comportamiento, un modelo de hacer, es decir, sólo es un efecto de una causa principal: la terrible explotación y la desigualdad que divide a los seres humanos en poder y antipoder; en una minoría que posee todo y en una inmensa mayoría que sólo vive para trabajar. La corrupción jamás desaparecerá sino no se extirpa la explotación y la desigualdad. Obliguemos a los empresarios a entregar su lana para crear los millones de empleos que se necesitan y los pagos justos de salarios con el fin de crear el llamado ”mercado interno” y agrandar la exportación.
5. Me causa tristeza y coraje que se diga que cada quien puede hacer con su dinero lo que quiera porque el dinero siempre tiene orígenes privilegiados. En el sistema capitalista se diría que es muy justo que así sea porque son pocos los que lo poseen ya por enormes negocios, por herencia, por gigantescos salarios y privilegios. Muchos dicen que no roban porque fueron puestos en el camino donde se encuentra la lana teniendo padres ricos o estudiando para serlo. En México hay libertad, sobre todo hay respeto constitucional a la gran propiedad privada. ¿Cómo poner en entredicho la confianza en los gobiernos de México con una constitución que obliga a proteger a los dueños del capital sean mexicanos o extranjeros? (13/II/20)
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