Unas voces que venían
de la calle de Corregidora rompieron el silencio. “No fue crimen pasional, fue
un macho patriarcal”, se escuchó lejanamente. Luego aparecieron ellas: decenas
de mujeres, la mayoría vestidas de negro, encapuchadas y con pancartas, que
marcharon hasta el Zócalo para exigir justicia por el feminicidio de Ingrid
Escamilla, asesinada el 10 de febrero en la CDMX. También pedían castigo por la
filtración y publicación de las fotos del cuerpo sin vida de la
joven.
Frente al gran
edificio, cerca de las puertas de madera, las esperaba desde muy temprano Lidia
Florencio, madre de Diana Velázquez, una joven de 24 años asesinada en
Chimalhuacán, Estado de México, en 2017 y cuyo caso permanece impune. Lidia y
la hija que le sobrevive se unieron a esas voces para gritar los nombres de
otras tantas mujeres asesinadas en México en los años recientes.
“!Queremos justicia.
Nos están matando, carajo¡ Estado feminicida. ¿12 mujeres asesinadas diarias y
te sigue preocupando tu puta rifa? ¡12 mujeres en este país pierden la vida a
manos de alguien que decidieron amar y a ustedes les sigue valiendo madres,
siguen lucrando con nuestras vidas!”, fueron algunos de los mensajes que las mujeres
lanzaron a grito abierto frente al Palacio.
Su objetivo era que
el mandatario federal no se escabullera esta vez para responder sobre los
asesinatos de mujeres en el país, como lo hizo con la prensa dos días antes
cuando pidió que no se le preguntara sobre feminicidio para no opacar la rifa
para el avión presidencial.
En poco tiempo, las
consignas se convirtieron en bombas de pintura que cayeron sobre las puertas de
madera. Más tardaron las mujeres en lanzarlas, que en activarse una cascada de
agua automática para limpiar las puertas.
“¿Ya se pronunció?,
“¿ya dijo algo?”, preguntaban las mujeres reiteradamente a las personas de la
prensa que se quedaron con ellas. “No”, “No ha dicho nada”, les decían
algunas.
Frente al silencio
del mandatario, ellas gritaban más fuerte. Después, los gritos se convirtieron
en letras de aerosol que trazaron sobre los muros del gran Palacio: “Nos están
matando, México feminicida”. Las consignas también se hicieron fuego que brilló
en el suelo y sobre una manta larga que cubría un poste conmemorativo.
Sólo así llegaron las
respuestas. Decenas de policías de la ciudad aparecieron en la zona. Los
uniformados, que portaban escudos de plástico, primero hicieron fila frente a
la Catedral, a varios metros de distancia, pero poco a poco se fueron acercando
en pequeñas filas hasta quedar frente a las puertas del Palacio.
“¡Sal da dar la cara!”,
gritaron las defensoras al presidente. Pero en lugar de que López Obrador se
pronunciara, salió por un breve momento el subsecretario de Gobernación, Félix
Arturo Medina Padilla, quien dijo a algunos medios que quería hablar con las
mujeres, pero apenas se acercaron, él y su comitiva echaron a correr sobre la
plancha del zócalo llena de vallas. Ellas los siguieron con gritos hasta que
ellos se perdieron.
El sol salió por
completo sin que nadie diera respuesta a las feministas. De pronto alguien
avisó que una reportera ya cuestionaba al Presidente al respecto. Los medios se
armaron en grupos pequeños para escuchar desde un celular; las manifestantes
pusieron su megáfono a un teléfono y por un momento cedieron su voz a la
reportera y al presidente.
Reciben a comitiva
“Dejemos de escuchar
a López Obrador, mejor vamos a protestar”, gritó una y siguieron con sus
consignas. Una de las feministas retomó el megáfono y dijo: nos avisan que
entre nosotras hay un agresor y es prensa, el reportero Pablo Ramírez. Todas
corrieron para sacarlo, pero él se resguardó dentro de Palacio.
Al enterarse de que
López Obrador se negó al diálogo, las manifestantes ejercieron presión sobre la
calle Moneda, donde se esperaba que saliera la prensa al terminar la
conferencia, pero personal de Palacio Nacional sacó a las y los reporteros en
otra de las salidas para evitar abrir la puerta al contingente.
Tres horas después, y
al cierre de la matutina, se avisó a las manifestantes que se recibiría a una
comitiva de 10. Ellas dijeron a los medios que fueron convocadas por
Comunicación Social del Instituto Nacional de las Mujeres, pero al final
resultó que las recibiría la Directora General de Atención Ciudadana de
Palacio, Leticia Ramírez.
Las mujeres se
organizaron entre sí y decidieron quiénes irían. La mamá de Diana iba al
frente. Una hora más tarde, las manifestantes salieron e informaron a la prensa
que Leticia Ramírez las escuchó durante todo ese tiempo para al final decirles
que no tiene competencia ni capacidad para resolver ninguna de sus exigencias.
Apenas concluyeron
las declaraciones de las feministas, un grupo de hombres que no iban con el
contingente se hicieron de golpes en medio del tumulto. Las mujeres caminaron
con prisa para salir a salvo, pero durante todo su camino, esos mismos hombres
que pelearon las siguieron y les tomaron fotos.
AMLO: sordo a los reclamos de mujeres
En el salón del
Palacio Nacional donde diariamente López Obrador recibe a los medios de
comunicación, resonaban las consignas de las mujeres que protestaban afuera
contra el feminicidio. Sin embargo, el presidente arrancó su conferencia con
información del despliegue en el territorio de la Guardia Nacional. Guiado por
las preguntas de los periodistas, bromeó sobre la venta de su libro, e insistió
en la importancia de la rifa del avión presidencial. De fondo, seguían los barullos
de la protesta.
Fue hasta que un
reportero cuestionó sobre la manifestación. “Estamos atendiendo el problema de
los feminicidios, celebramos que las mujeres defiendan su derecho a la
seguridad, no es nuestro propósito ofender a nadie, me pronuncio en favor de
las mujeres, contra el feminicidio, no se van a modificar las leyes para
aminorar el castigo a delincuentes, estoy contra del machismo, respecto a las
mujeres, todos debemos respetar a las mujeres, y no quiero que quede ninguna
duda sobre eso”, respondió el mandatario con cautela, pues dijo, los medios de
comunicación tienden a cambiar sus declaraciones.
Las mujeres
periodistas fueron las principales en insistir a López Obrador un
pronunciamiento concreto a las demandas de las manifestantes, quienes lo
escuchaban afuera en un megáfono. Pero como en otras ocasiones, el presidente apresuró
a cerrar la discusión e improvisó un decálogo contra el feminicidio:
1) Estoy contra de
la violencia en todas sus manifestaciones; 2) se debe proteger la vida de
hombres y mujeres; 3) es una cobardía agredir a la mujer; 4) es una
anacronismo, un acto de brutalidad el machismo; 5) se tiene que respetar a las
mujeres; 6) no agresiones a mujeres; 7) no a crímenes de odio contra mujeres;
8) castigo a los responsables de los crímenes contra mujeres; 9) el gobierno se
va ocupar siempre de garantizar la seguridad de las mujeres; 10) garantizar paz
y la tranquilidad de las mujeres”.
Las manifestantes
insistían en que el mandatario las atendiera, pero categóricamente dijo que no
saldría, que ya había expuesto su postura. “Que no la paren –la protesta-, que
se sigan manifestando, que todo lo que resiste, apoya”, finalizó el presidente.
Frente a una problemática que cobra la vida de 10 mujeres al día, de
acuerdo con cálculos de Naciones Unidas, el periodista Carlos Domínguez a
quien le fue asignado el turno de preguntar al presidente, pidió que se
dejara a un lado el tema de feminicidio porque el “presidente ya había
hablado mucho del tema”. Nación 14, el medio donde se desempeña el
reportero, tuvo que lanzar un comunicado disculpándose por la falta de
sensibilidad de su trabajador.
Se alista mitin y marcha
Alrededor de las 4 de la tarde, los grupos de manifestantes seguían
organizándose para exigir un alto a las coberturas revictimizantes y
sensacionalistas de los medios de comunicación, en particular cuando se
trata de casos de feminicidio como el de Ingrid Escamilla.
En el antimonumento en honor a las víctimas de feminicidio que se
ubica frente al Palacio de Bellas Artes, arriban mujeres con veladoras y
pancartas para organizarse y salir rumbo a las instalaciones de La
Prensa, ubicada en la Colonia Tabacalera, uno de los medios que difundió
en portada, el cuerpo de Ingrid.
Ciudad de México.
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