Varios intelectuales
vinculados a Morena se pronunciaron en torno a lo que percibieron como
desviaciones del partido en el gobierno y que suponían una ruta
antidemocrática: ausencia de debate, de difusión y expresión pública de
los grandes problemas locales y nacionales, así como una organización
parecida a la de los partidos tradicionales.
En esa ruta, dice Armando Bartra, no hay que buscar culpables. Tiene
razón, pero no se puede dejar de señalar responsables: su dirigencia, en
primer lugar (se supone que fue elegida para dirigir a Morena hacia
otros fines y con otros medios a los empleados por quienes fueron
desplazados, menguada ya su legitimidad, por la mayoría en Morena). Pero
no quedan excluidos de esa responsabilidad los propios funcionarios y
quienes desempeñan cargos de representación popular. Responsables son,
también, los órganos de dirección intermedios y, al final pero no menos,
la base partidaria de Morena.
En una mesa organizada por el Centro de Orientación Política 5 de
Febrero, (COCF), organización derivada del Centro de Orientación
Sindical 5 de Febrero integrada por obreros de lo que fue la Fundidora
Monterrey, participamos varios miembros de antiguas y de la actual
militancia partidaria. Jesús Ibarra se refirió a los cambios sociales
que están teniendo lugar en los protagonistas de la base productiva
ligados a los avances tecnológicos, y las modificaciones sistémicas a
que pueden dar lugar. Algo parecido a lo que ocurrió como efecto de la
revolución industrial en los siglos XIX y XX. Y aquello en lo que pueden
desembocar: un nuevo modo de producción y de relaciones sociales.
Mientras esto exponía el físico matemático, yo pensaba en los avances
electorales y en el discurso socialista que acompañan la campaña del
demócrata de izquierda Bernie Sanders en Estados Unidos.
Bernardo Bátiz, con toda la experiencia política que tiene y como uno
de sus teóricos destacados, se refería a la figura de Severiano Olivo,
el obrero fundador del COCF, a partir de las páginas escritas en su
memoria (el evento tenía el propósito de rendirle un homenaje póstumo)
por la maestra Josefa Elisa Hérnández. De la lectura que hacía de la
vida de este hombre, que participó activamente en las campañas
electorales de Andrés Manuel López Obrador, Bátiz subrayaba su tesón en
insistir sobre la necesidad del cambio de gobierno. Y concluía en la
idea de defender al gobierno de la 4T pues, decía, no fue producto de un
solo hombre, sino de muchos como ese ex obrero que traducía sus
convicciones a la acción y a la actividad organizativa.
Al final es la causa de todos los mexicanos, decía el que fuera en otro tiempo un trabajador siderúrgico.
Bátiz también se refirió a la oligarquización que puede generarse,
como tendencia, en los partidos políticos, según la observación de
Robert Michels ( Los partidos políticos y Democracia y oligarquía).
Ya Maurice Duverger –de los clásicos sobre el tema– convirtió en casi
una maldición para este tipo de organizaciones su pronta conformación
oligárquica.
¿Cómo un partido puede evitar que sus decisiones democráticas, si las
hay, sean convertidas por sus dirigentes elegidos por ellos en una
camarilla que no atiende al mandato de la mayoría de sus miembros y que
usa los votos que le dieron para fines personales o de grupo? Pues
precisamente impulsando el debate sobre sus propios problemas, sobre los
de la comunidad en la que actúan y, por supuesto, sobre los grandes
problemas nacionales. Tales debates no pueden tener sino un carácter
político. Suponen una convocatoria, un orden del día, un quorum,
un reglamento de intervenciones, votación sobre las propuestas y,
claro, cumplimiento para que toda su membresía lleve a la práctica las
resoluciones correspondientes (que es lo que casi nunca ocurre).
El pronunciamiento de los intelectuales de Morena se produjo porque
ese método para preservar y potenciar la democracia estaba ausente en
Morena, si bien registra aún una inercia a pesar de que hubo un cambio
en su dirigencia –aún por consolidarse–.
Ese pronunciamiento fue significativo. La influencia de los intelectuales, desde aquellos que participaron en la Enciclopedia,
obra que propició la revolución francesa, ha sido permanente en la
historia política de Occidente. No siempre han producido, ni tampoco se
lo han propuesto, cambios con un sentido de renovación y mejoramiento de
la sociedad. Con recordar a los científicos porfirianos es suficiente
para concluir que ellos también apoyan y justifican causas contrarias a
la libertad y a la justicia. Pero si un partido se crea para defender
causas justas, favorables a la libertad y con ideas para auspiciar
procesos democráticos, y hay un grupo de intelectuales que influye para
que esas causas se sostengan y afinen, esto ya promete un horizonte
distinto no sólo para el partido con el que se identifica, sino para la
generalidad de los mexicanos y sus expectativas.
Los poderosos no se van a dejar, pero nosotros tampoco ...Nosotros, el pueblo, no estamos vencidos, decía don Severiano Olivo. Habrá que esperar de los intelectuales un oído receptivo a sus palabras.
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