Gustavo Gordillo/ VI y Último
Theodor Shanin. Un profundo homenaje al gran analista de temas campesinos. Habré de dedicar más adelante unas reflexiones sobre sus grandes aportaciones.
El punto ciego. Javier Cercas ( El soldado de Salamina, Anatomía de un instante, El impostor y ahora la gran novela Terra Alta) escribió un ensayo literario (2016, Random House) que gira alrededor de este término y se refiere a la anatomía del ojo. Según conjeturó el físico Edme Mariotte nuestros ojos tienen un lugar, no fácilmente localizable, situado en el disco óptico, que carece de detectores de luz y a través del cual, por tanto, no se ve nada.
Rellenar el déficit visual. La razón por la cual descubrimos este déficit, añade Cercas, se debe a que vemos con dos ojos y los puntos ciegos no coinciden. En segundo lugar, porque el sistema visual rellena el vacío del punto ciego con la información disponible: porque el cerebro suple lo que el ojo no ve.
La pregunta es la respuesta. Cercas revisa una gran cantidad de novelas, desde Don Quijote, Moby Dick, El Proceso, incluso sus propias novelas, buscando el punto ciego. Advierte que otra manera de decirlo es que en el centro de estas novelas hay siempre una pregunta y toda la novela consiste en una búsqueda de respuesta a esa pregunta central, aunque al final la respuesta es la propia búsqueda de la respuesta.
Crisis orgánica. Como he argumentado antes, la erosión y fragmentación del Estado, ocurrido paulatinamente en los últimos 30 años, fue el producto combinado de las crisis económicas, políticas y sociales, agudizadas por el rotundo fracaso de la guerra con el crimen organizado. Los resultados electorales de 2018 pusieron al descubierto una crisis orgánica que venía gestándose, uno de cuyos signos más evidentes y preocupantes fue el desfondamiento del sistema de partidos.
2018. El triunfo electoral es contundente, porque también involucra a las cámaras legislativas, algunos congresos estatales y algunas gubernaturas. La legitimidad es amplia y la popularidad del Presidente es alta. Las fallas evidentes están en el acompañamiento político. Morena fue una exitosa coalición electoral agrupando corrientes, tendencias y personajes de un amplio espectro con notorias divergencias políticas e ideológicas, pero con un propósito común: ganar las elecciones de 2018.
Partido, partido-movimento u otra cosa. Ganaron, pero su dificultad está en convertirse en un partido en el gobierno. Las divisiones, los exabruptos, son parte de cualquier proceso de construcción partidista, como hemos constatado en el pasado en nuestro país. El verdero reto consiste en encontrar el papel de los partidos en el contexto de un sistema político en reconstrucción que tiende, por el peso apabullante de AMLO, hacia una democracia plebiscitaria.
Fuerza y debilidad. No es la menor de las paradojas del actual régimen, que en su gran fuerza reside su gran debilidad. Decía que AMLO había ganado la que es, siempre, la primera batalla política: la lucha por los símbolos. Ese triunfo, ejemplificado en temas como Los Pinos, el avión presidencial, la frugalidad, los programas sociales, tiene, empero, su sustento en una transformación central. Hacer visibles a los excluidos del pacto neoliberal.
AMLO y el punto ciego. Poner a los excluidos en el centro no significa asumirlos como sujetos o actores centrales de una transformación profunda. En el subsuelo social se mueve un abigarrado conjunto de pequeños grupos luchando aparentemente por temas disímbolos, pero con un propósito común: la defensa de sus territorios. Es un enorme archipiélago social desconectado entre sí y con endebles formas de intermediación. Es el punto ciego de AMLO, que lo rellena cuando su topa con sus resistencias visibles en Morelos, en la península de Yucatán o en el Istmo de Tehuantepec; con narrativas conspiratorias. La pregunta es, en cambio, ¿qué expresan?
Twitter: gusto47
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