En su viaje desde la frontera sur hacia la capital, los migrantes centroamericanos, junto con religiosos y defensores de derechos humanos, denuncian la responsabilidad de las autoridades en la violencia.
La espera de La Bestia es larga en La 72, el albergue de migrantes que se acaba de inaugurar en Tenosique, Tabasco, y que toma su nombre del número de víctimas asesinadas en un rancho de Tamaulipas en agosto de 2010. Los migrantes centroamericanos, casi todos hondureños, se preparan para subir al que se conoce como El tren de la muerte, y continuar su viaje a lo largo de México iniciado el martes 26 de julio pasado en El Ceibo, en la frontera de Guatemala con México. Pero esta vez la atmósfera es más relajada que de costumbre; se respira esperanza, tanta que la noche antes de la partida la pequeña capilla del albergue se transforma en un salón de baile donde se canta y se come pastel. Esto porque el viaje de mañana será acompañado por un amplio grupo de activistas, periodistas y organizaciones de defensa de los derechos humanos en la segunda Caravana Paso a Paso hacia la Paz. La primera, organizada en enero, se realizó en respuesta a una denuncia del padre Alejandro Solalinde por la desaparición de un grupo de migrantes centroamericanos en la zona de Chahuites, en el estado de Oaxaca. En esta ocasión el religioso que guía la caravana es fray Tomás González Castillo, a quien por su espíritu combativo todos llaman cariñosamente Fray Tormenta. Según el religioso franciscano, responsable de La 72 de Tenosique, esta acción se hizo necesaria por el aumento de las violaciones, abusos y secuestros que siguen produciéndose en territorio mexicano a pesar de las numerosas denuncias presentadas por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), organizaciones civiles y los religiosos mismos, responsables de las casas del migrante en todo el país. “Nos hemos dado cuenta que de este lado de la frontera sur han disminuido los ingresos de migrantes —comenta el fraile en la víspera de la salida—, pero al mismo tiempo han aumentado de forma impresionante los secuestros, las violaciones, los robos y los abusos por parte de las instituciones mexicanas. Esta línea ferroviaria que cruza Tabasco —el estado que es el tercer lugar en secuestros en el país, según la CNDH— es, literalmente, un campo minado para los migrantes. La razón principal del aumento de esta violencia, en mi opinión, es la guerra estéril del gobierno federal contra el crimen organizado. Una de las mejores mercancías del crimen organizado, y yo personalmente digo que de la autoridad también, es la vida de los migrantes: deja muchísimo dinero para mucha gente, ha dejado más de 50 mil millones de dólares de ganancias a raíz de 20 mil secuestros entre 2008 y 2010”, señala González Castillo.
En la madrugada, la incertidumbre y la emoción de la noche dejan espacio a la adrenalina. La Bestia llega a las ocho de la mañana y en pocos momentos se llena de pasajeros que ocupan los techos de metal. El viaje empieza lento, acompañado por un calor constante que quema la piel y hace hervir el aire denso de humedad, y que sólo puede ser disminuido con paliacates, hojas y un poco de agua. A pesar de esto el ánimo es bueno, y es posible olvidar la odisea que les espera gracias a las canciones, las bromas y la alegría de estos primeros momentos.
Pero el fantasma de los secuestros sigue presente. Quienes ya intentaron la travesía cuentan a los demás sus experiencias anteriores: “En esta zona hace seis meses nos bajaron del tren —recuerda Javier, hodureño de 42 años que después de cuatro años en Houston, Texas, fue deportado en un operativo del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. Algunos de nosotros logramos escapar, pero a otros los agarraron y se los llevaron quién sabe dónde”. El nombre de los asaltantes se pronuncia en voz baja, como si alguien pudiera escuchar: Los Zetas. También hay quien trata de vencer el miedo que este nombre evoca llamándolos con diminutivos como Zetuchis, como si de esta forma fuera menos peligroso hablar de su violencia, su impunidad y su poder.
EL PRIMER RESPONSABLE
Además de las organizaciones criminales hay otros actores peligrosos: “Nosotros, los defensores de los derechos humanos, pensamos, y desafortunadamente no siempre lo podemos demostrar, que algunas instituciones están coludidas con la criminalidad organizada”, dice fray Tomás, directo en su aseveración, de pie en el techo de un vagón con su túnica, un sombrero en la cabeza y una cruz de madera en las manos que le fue entregada en Palenque hace algunas horas. “No se puede entender de otra manera. Las autoridades saben muy bien, porque todos lo hemos denunciado, dónde están las bandas que asaltan y despojan de todo a los migrantes. Hay puntos específicos donde se sabe que los grupos criminales están secuestrando y nunca nos han hecho caso. Deben estar coludidos. Todo mundo a lo largo de la línea ferroviaria sabe quién es el que asalta y secuestra, y dónde; el problema deriva de la política migratoria del gobierno federal, que favorece a las organizaciones criminales. El caldo de cultivo para que las organizaciones criminales hayan crecido tanto es lo que el Estado les ha permitido hacer. El Estado es el primer responsable”.
El viaje a través de Tabasco, Chiapas y Veracruz es lento. Después de una noche pasada en el lomo de La Bestia, amontonados, tratando de evitar las ramas y aguantando la lluvia, el segundo día empieza con menos entusiasmo. Nadie se acercó al tren. Los migrantes recibieron comida y bebida de la gente de protección civil, que apoya mucho menos cuando no están las luces de la prensa. Sorprende también la actitud de las fuerzas de policía que acompañan a la caravana a lo largo del viaje: toman fotos al tren como si fueran cualquier turista, entre tímidas sonrisas. Pero en el techo de La Bestia no se respira confianza: “Los federales y los de migración andan bien acobardados y enojados hoy —dice riéndose José, ex guardia de seguridad de Tegucigalpa que atraviesa México por cuarta vez sobre La Bestia— porque con el apoyo de la caravana tenemos la facilidad de avanzar. Cuando vamos solos por acá nos detienen, nos arrestan, nos golpean y nos entregan a Los Zetas; pero como hay tantos medios que nos acompañan no lo pueden hacer ahora y les molesta, y nomás se la pasan tomando fotos”, dice.
SEGUROS POR ÚNICA VEZ
El calor y el cansancio del segundo día ponen a prueba el optimismo de muchos. El viaje se hace más duro por la escasez de agua y las prolongadas pausas del tren en zonas rurales de Tabasco o de Veracruz. La energía de ayer se conserva apenas para resistir el ataque del sol, tan fuerte que quita el aire, y la cercanía del destino en este tramo hace vivir con más angustia las últimas horas: el temor de un asalto se hace más concreto cuando se acerca la meta.
“Los migrantes, a pesar del cansancio, están contentos, porque se les está dando voz y visibilidad en una iniciativa sin precedentes —comenta en un momento de descanso Rubén Figueroa, coordinador de la iniciativa y luchador por los derechos de los migrantes. Creo que esto está causando mucho interés en el país y a nivel internacional, porque los migrantes centroamericanos por primera vez se manifiestan de forma organizada para reclamar sus derechos, constantemente violados en nuestro país. La gente de México, solidaria con la caravana, ofrece comida, agua y apoyo, y ha demostrado que sí puede hacerse la diferencia. Si la sociedad civil exige justicia y hace presión se pueden cambiar muchas cosas”.
La llegada a Coatzacoalcos la noche del miércoles 27, después de un viaje de 39 horas desde Tenosique, es acompañada por los gritos y las canciones de júbilo de más de 100 migrantes cansados y, por única vez, seguros. Un poco de descanso y el viaje seguirá el jueves 28 en autobús, junto a otra parte de la caravana que llegó en camión desde Ixtepec guiada por el padre Alejandro Solalinde. La meta es la Ciudad de México, a través de Puebla. La llegada al Zócalo está prevista por el lunes primero de agosto, con la intención de reclamar un cambio a las instituciones mexicanas para que nunca más se tengan que descubrir fosas comunes.
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