Ciudad de México, agosto (Especial de SEMlac).- En los
primeros ocho meses del año, 52 mujeres periodistas han sido agredidas.
Una de ellas, Citlali Luciana López Velázquez, de Oaxaca, por escribir
en favor de una mujer; algunas, por no ceder ante su patrones; otras,
por atender sus actividades profesionales.
Un total de 12 han sido agredidas en la capital del país, que se
creía segura, todo ello según los reportes de la Casa de los Derechos
de Periodistas (CDP), conocidos por SEMlac.
A las agresiones de mujeres profesionales de la comunicación se
agregan 433 casos de hombres y cuatro asesinatos en lo que va de 2014,
sin que las autoridades hayan mostrado interés por investigar, según
declaraciones de la comisionada de género de la CDP, Sara Lovera, al
participar en el Foro "Violencia, poder y libertad de expresión",
realizado a mediados de agosto.
El 15 de agosto, el gobierno mexicano debía responder a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que inquirió al gobierno
para que cesen los agravios y asesinatos a periodistas en el país. LA
CIDH considera que México es la nación más peligrosa para ejercer la
profesión.
La CIDH intervino a solicitud de Miguel Badillo, director de la
revista Contralínea. Acosada durante cuatro años, las oficinas de esa
publicación fueron asaltadas este 2014 y robados expedientes
periodísticos y equipos de cómputo.
Apenas en julio, fue allanada una vivienda personal del director,
rentada a una compañera periodista, cuya vida e integridad fueron
puestas en riesgo. Hace dos años también mataron a la administradora de
Contralínea.
Por ello, en menos de una semana, la CIDH acordó llamar al gobierno
de México a ofrecer medidas precautorias a todo el personal de la
revista semanal Contralínea, puesto que, afirma el acuerdo, la vida e
integridad personal de los miembros de esa publicación "se encuentra en
un estado de riesgo inminente".
En el foro se recordó que el gobierno federal fue notificado el 30
de julio y tenía de plazo hasta el 15 de agosto para dar una respuesta
a las recomendaciones de la CIDH, por acuerdo de su pleno el pasado 18
de julio, encabezado por Tracy Robinson, presidenta de esa Comisión.
También intervino en el foro el presidente de la Comisión de
Gobierno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), Manuel
Granados Covarrubias, quien anunció que ese órgano legislativo alista
una ley integral a favor de periodistas y defensores de los derechos
humanos, para que tengan garantías de seguridad y certidumbre en el
ejercicio de su profesión.
Granados Covarrubias aseguró que seis de cada 10 amenazas contra
periodistas provienen de funcionarios públicos y el resto del crimen
organizado, y señaló que, en algunos estados de la República, para
vulnerar la libertad de expresión, han legislado e impuesto la "ley
mordaza".
"Quieren garantizar impunidad y se la están procurando por todos los medios", dijo.
Durante el foro, la fracción legislativa del partido Movimiento
Ciudadano se comprometió a apoyar las tareas de la Casa de los Derechos
de Periodistas (CDP) y a intervenir en lo que haya lugar para que el
gobierno del Distrito Federal cumpla con el mandato de abrir un refugio
para las y los periodistas que corren riesgo en la República.
También a que cumpla el jefe de gobierno, Miguel Mancera, con los
compromisos contraídos con esa asociación, a la que pertenecen Sara
Lovera y Miguel Vadillo, director de la revista Contralínea.
Lovera propuso que la Asamblea Legislativa del Distrito Federal
investigue el destino de los recursos destinados a garantizar la
libertad de expresión y presupuestados por ese órgano al gobierno
capitalino.
Además, demandó su intervención para lograr el cumplimiento de los
compromisos contraídos con la CDP, a fin de que pueda continuar su
trabajo de seguimiento, asesoría jurídica y protección a favor de
periodistas bajo persecución y amenaza de muerte.
Pidió al órgano legislativo, organizador del Foro conjuntamente con
la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, que llame a
comparecer al jefe del gobierno del Distrito Federal, Miguel Mancera,
para que informe a la Asamblea sobre las tareas de protección a
periodistas y las garantías que ha instrumentado su gobierno en apoyo a
la libertad de expresión.
Como representante de la CDP, Lovera pidió asimismo el apoyo del
foro para que se hagan efectivas las recomendaciones al Gobierno
Federal de la CIDH en el caso de la revista Contralínea, sus directivos
y trabajadores.
Se trata de un caso emblemático, dijo, por reunir todos los tipos de
agresiones contra las y los periodistas en México: intimidación, daño
económico, obstrucción a su ejercicio periodístico y amenazas de
muerte, entre otros.
Veracruz y Distrito Federal son las dos entidades que registran
mayor número de agresiones contra periodistas mujeres: 11 y 12,
respectivamente, precisó la periodista y activista.
Recordó que entre 2000 y 2013 fueron asesinados 76 periodistas y
desaparecidos otros 16. Entre los asesinados se encuentran, al menos,
25 mujeres periodistas.
Agregó que hay zonas y regiones del país donde es casi imposible
desarrollar la profesión, por las condiciones de violencia, cacicazgo y
poderes que pretenden controlar la palabra. "La libertad de expresión
está acotada por los intereses de poderes diversos", dijo.
Lovera precisó que la Casa de los Derechos de Periodistas ha
identificado 52 agresiones a mujeres periodistas en lo que va de año y
un caso particularmente preocupante es el de Citlali Luciana López
Velázquez, del estado de Oaxaca.
López Velázquez fue amenazada por el perredista y dirigente del
Frente Amplio de Lucha Popular (FALP), Gervasio Martínez, por su
cobertura periodística en el caso de Elizabeth Sánchez González, quien
ganó el fallo del Tribunal Estatal Electoral del Poder Judicial de
Oaxaca para ocupar el cargo de Síndica en el Municipio de Tlacolula de
Matamoros, para el cual había sido electa y encontró fuerte oposición.
Consideró emblemático este caso ante la previsible violencia
política que puede incrementarse contra las mujeres, debido a la
aprobación de la paridad electoral. Muchos periodistas, al hacer la
cobertura y apegarse a los hechos, pueden estar en grave riesgo,
consideró.
Entre las periodistas agredidas en el presente año están: Carmen
Aristegui, quien dirige un programa de radio con amplia audiencia y
crítico de la actuación gubernamental y empresarial; y Denis Dresser,
periodista y politóloga, quien acostumbra hacer duras críticas a
figuras del ámbito público y privado. Ambas han sido objeto de campañas
de descrédito.
Sara Lovera alertó sobre los peligros de que las autoridades no se
empleen a fondo para resolver la violencia contra periodistas y recordó
que, en 2009, cuando se recrudecieron más las agresiones, la Comisión
de Derechos Humanos y el gobierno del Distrito Federal supieron dar una
respuesta.
Entonces enfrentaron la situación con un paquete de políticas
públicas que contó con el apoyo de la Asamblea Legislativa del Distrito
Federal, incluida la aprobación de dos planes legislativos que
reconocían derechos humanos de cuarta generación y que fuera respetada
la confidencialidad de las fuentes usadas por los periodistas.
Con esas decisiones, la capital de la República se colocó
legislativamente a la vanguardia, indicó Lovera, además de que la
asamblea aprobó una Casa de Refugio para Periodistas en Riesgo, a donde
podían llegar también muchos periodistas agredidos y perseguidos desde
otras provincias donde falta atención a sus demandas de seguridad.
También en ese tiempo, dijo, se instaló una mesa especializada en
atención a los delitos contra la libertad de expresión y otra mesa
multisectorial por la libertad de expresión, para propiciar un diálogo
entre los poderes de la capital, el Ejecutivo, el Legislativo y el
Judicial. Luego se aprobó una ley y un consejo social multisectorial de
gobierno, y todo parecía que iba bien, agregó.
Sin embargo, a la mesa especializada de fiscales de la Procuraduría
del Distrito Federal no la habilitaron para actuar judicialmente, al no
ser modificado el Código Penal del Distrito Federal, señaló.
Fue precisamente en ese proceso que pudo fundarse la Casa de los
Derechos de los Periodistas, para lo cual el gobierno del Distrito
Federal firmó compromisos, entre otros crear un refugio para instalar
periodistas perseguidos en el interior de la República. Pero, hasta la
fecha, esa Casa Refugio no existe, denunció.
Explicó Sara Lovera que la Casa de los Derechos de Periodistas,
asociación civil que ella administra, se ha convertido en un singular
"centro civil de servicios", que ha tenido que operar sin la Casa
Refugio y que está en riesgo de cerrar sus puertas por falta de
recursos financieros, a pesar de que fueron establecidos en la política
pública de protección del gobierno capitalino.
No obstante, la CDP ha dado fuerte apoyo a la creciente demanda de
auxilio por parte de muchos periodistas. De enero de 2011, cuando
comenzó a operar la CDP, a la fecha, se han realizado 113
intervenciones para atender a 1.040 periodistas de 24 entidades de la
República; 30 intervenciones de protección cautelar; 50 de protección
correctiva y 32 de preventiva, informó Lovera.
Esas cifras dan idea de la magnitud del problema de violencia contra
los periodistas en México, señaló Lovera y agregó que ha sido muy poca
la colaboración de las instancias de protección gubernamental, además
de que falta una política clara al respecto en el Distrito Federal.
Pese a la falta de intervención del gobierno capitalino para
resolver esta problemática, Rogelio Hernández, representante de la CDP,
declaró estar asombrado por recientes declaraciones del gobierno
capitalino, en el sentido de que, con su programa de protección a la
libertad de expresión, "se han atendido 48 casos con medidas de
seguridad y de apoyos sociales… del total de casos atendidos, el 70 por
ciento tiene sus fuentes de amenaza en sus entidades… también
participan al menos 22 organizaciones de la sociedad civil".
Lovera pintó una realidad muy distinta. Los integrantes de la CDP
suponían que en la Ciudad de México, considerada la "capital de las
libertades", los periodistas perseguidos y amenazados iban a encontrar
alivio, solidaridad, refugio y seguridad.
En cambio, sostuvo, la violencia en el Distrito Federal es
preocupante y, más que instancias diversas, comisiones, aparatos y
leyes, se requiere de voluntad política y sensibilidad social, y que
sea institucionalizada la participación de la sociedad civil, bien
representada y con periodistas, y no mediante contadores de agravios y
elaboradores de informes. |
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