Jenaro Villamil
MÉXICO, D.F. (apro).- No hay nada nuevo bajo el sol. La serie de “entrevistas” de Enrique Peña Nieto que inició esta semana con los actores de infomerciales del programa Hoy, de Televisa, sólo confirma que la reforma de telecomunicaciones fue un fraude.
No hay democratización de los medios, sino mayor control. No hay
información, sino propaganda. No hay deliberación con el público, sino
un maquillaje permanente del consenso.
Los infomerciales mal hechos y con un pésimo guión iniciados este
lunes y que nos recetarán toda la semana, responden a tres factores
elementales:
1. La caída abrupta en las encuestas del gobierno de Enrique Peña
Nieto y sus “reformas”. Todas las empresas demoscópicas, hasta las más
“cuchareadas”, están reflejando un signo claro: decepción y oposición
al contenido de unos cambios legales que no le llegan a la cotidianidad
de los mexicanos.
La ciudadanía no se está movilizando en las calles sino en la
opinión pública que miden las encuestas. Por más que se sobre vendió
una reforma energética que bajaría los precios de la luz y el gas, la
gente cree que sólo se trata de vender Pemex y el petróleo a las
trasnacionales. Por más que se ofreció una reforma educativa, los
ciudadanos ven peor el sistema escolar. Por más que prometieron acabar
con los monopolios en telecomunicaciones, todos saben que Televisa es
intocable y Telmex invencible.
Las encuestas reflejan también que la ciudadanía no quería reformas
para “los analistas financieros internacionales” –como presumió Peña
Nieto en Hoy– sino para la vida cotidiana. No hay empleo, el ingreso
alcanza menos, la percepción de inseguridad no ha mejorado. Y las
dádivas de la Cruzada contra el Hambre son eso: simples limosnas de un
gobierno que no le llega al bolsillo ni a la vida cotidiana de la gente.
2. Estamos en vísperas del Segundo Informe de Gobierno y no hay nada
qué presumir ante la población. Las reformas han despertado el
entusiasmo de Washington y de Wall Street, pero no en el votante
peñista. El desencanto ha sido descrito hasta por medios tan elogiosos
con el peñismo como The Economist, The Financial Times o The Wall
Street Journal, la trilogía de quienes apoyaron ese infomercial que fue
el Mexican Moment.
Peña Nieto ya les cumplió a sus padrinos. Y con creces. A Televisa
le dio el control absoluto de los medios audiovisuales (en televisión
abierta y cerrada). A los banqueros los salvó en su reforma financiera.
A las petroleras les cumplió con reformar la Constitución para avalar
las concesiones disfrazadas de contratos. Al Grupo Atlacomulco le ha
dado contratos hasta de peaje como el IAVE. A Carlos Slim le abrió las
puertas de otros negocios, a cambio de partir América Móvil sin
afectarlo. A Salinas Pliego le creó una agencia energética a modo.
A todos les ha cumplido, menos a los votantes. Ni siquiera a la base
priista. Su arreglo con el PAN ha dejado descontentos a los tricolores.
Y la fragmentación de las izquierdas sólo sirvió de control en las
calles, pero no en los consensos.
A Peña Nieto, en vísperas de su Segundo Informe de Gobierno, también
se le extravió la clase media. Y los infomerciales con Televisa
pretenden llegarle a una audiencia femenina o a un segmento de menor
ingreso que sólo observa las expresiones infantilizadas de Andrea
Legarreta que “vende” al presidente como si promoviera aceites de
cocina: “Es muy motivante. Es muy bonito. Emociona escucharlo”, repite
la lectora de telepromter.
3. Inicia la contracampaña frente a la consulta popular. Si bien es
difícil que reformas como la energética puedan revertirse en una
consulta con candados tramposos y umbrales muy altos de votación, la
mayoría de las encuestas indican una percepción generalizada en los
mexicanos: los ciudadanos no se sintieron consultados.
La democracia representativa es un fracaso para la mayoría de la
población. Los escándalos de los “moches”, de los “mochos”, de los
“bonos millonarios”, de los sobresueldos a diputados y senadores borran
cualquier idea de respeto a los representantes populares en el
Congreso.
Los mecanismos de democracia directa –como el referéndum y la consulta popular– pretenden ser borrados a golpe de rating.
El infomercial en Televisa se trata de eso: gobernar con el rating
como si se tratara del show de Laura Bozzo o de un programa de
variedades como Hoy. El “círculo rojo” está controlado, dicen los
peñistas. Les falta el “círculo verde” (la población abierta) y para
eso tienen las telenovelas, el futbol y los programas de variedades.
Ecuación simple y burda.
Peña Nieto no necesita más popularidad. Está sobrado de ella. Lo que
necesita es eficacia para gobernar. Y los imagólogos de Los Pinos aún
no entienden que Televisa es como el espejo de la bruja de
Blancanieves: una falsa imagen de belleza y aceptación, mientras la
población calla su enorme decepción.
Twitter: @JenaroVillamil
www.homozapping.com.mx
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