Este
fin de semana una amiga nos contó una vivencia de su abuela, quien
cursó la primaria pública en Xochimilco, durante el efímero experimento
de la “educación socialista” en el México de los 1930s.1
Una vez la maestra alzó un lápiz frente a la clase y preguntó: “¿qué es
esto?” Alguna voz infantil respondió: “un lápiz”. Ella corrigió: “no,
es nuestro lápiz”. Los niños captaron la idea y cuando la
maestra alzó una regla y preguntó qué era, todos respondieron: “nuestra
regla”. Y así por el estilo. Más tarde, algún chamaco cabrón puso una
tachuela en la silla de la maestra. Cuando ella se sentó, brincó
lastimada y confundida. En eso, el niño de la broma exclamó: “¡Ay,
maestra! ¡Se picó nuestras nalgas!” (Risas.)
Esta anécdota
sintetiza el estado actual de las ideas socialistas en nuestro país (y
en varios otros). Todo mundo sabe que dichas ideas contienen los
mejores ideales políticos, pero nadie quiere verlas en práctica por
miedo a perder hasta las nalgas.
Lo irónico del asunto es que
el petróleo, uno de los pocos éxitos económicos que México pudo dar
para toda su población en el siglo XX, tuvo influencia socialista. Y en
realidad, los que hoy han privatizado el oro negro son los que
conducido a la economía nacional a caminar en calzones. Esta absurda
situación permite que hoy en el PAN se digan locuras como
que “la reforma energética abierta a la inversión privada en petróleo y
electricidad es un compromiso con la libertad”. ¿La libertad de quién?
La del gran capital, por supuesto, acotaría Marx…
El monopolio
del estado mexicano sobre el petróleo tuvo una vida de 76 años, 4 meses
y 24 días. Las trasnacionales hoy se alistan para volver tras esa larga
espera. En el país se respira algo cercano a la incredulidad: ¿en
verdad se atrevieron a entregar el petróleo?, ¿en serio? Carmen Aristegui
lo ha sintetizado muy bien: “Agosto 2014: empiezan a contar los años
que habrán de transcurrir para saber con claridad qué le pasó a México
en realidad.” Tiene razón.
¿Pero qué tal si el enigma de la
historia mexicana es otro? ¿No será que lo verdaderamente anómalo es
que el petróleo haya sido expropiado alguna vez? De hecho, lo “natural”
bajo el capitalismo es que eso nunca hubiera ocurrido. Por eso para el
PAN la privatización es la vuelta a la normalidad que exigía desde
tiempos de Cárdenas. Este partido es el único de los tres que activaron
esta convulsión neoliberal (los otros son el PRI y el PRD) que puede
adjudicarse la reforma como su “victoria cultural”: impuso su lenguaje al régimen entero.
Aunque México nunca ha sido socialista, vivió una genuina revolución
popular que estalló en 1910, la cual pese a su derrota logró tatuar en
la Constitución, siete años después, parte de sus demandas de justicia
social. El régimen pos-revolucionario, que eventualmente parió al PRI,
basaba su legitimidad en presentarse como la encarnación de aquella
revuelta. Sin este entramado en mente, es imposible captar esa exótica
acción que fue la expropiación petrolera. Lázaro Cárdenas, que
no era anti-capitalista, empuñó el arma roja de la expropiación para
preservar una legitimidad que sintió amenazada por el capital
extranjero.
Cárdenas, además, tomó prestadas otras ideas
“rojas”, pero que no venían de la tradición socialista, sino de una
deformación de esta. El férreo control de la sociedad que ideó Stalin
en la Unión Soviética, inspiró más tarde a Cárdenas en su invención de
estructuras como la CTM que impuso un control vertical sobre la clase
trabajadora. Al final, este orden semi-totalitario impidió a las mismas
clases populares tomar el control democrático de su destino.
La
lección es clara. Si queremos que la justicia social sea duradera y que
no quede registrada como un brote efímero, habrá que repetir y completar
la obra de Zapata y Villa. México ha entrado a una nueva e impredecible
época. A nuestra generación le toca despertar los viejos instintos
revolucionarios y reinventarlos adecuadamente. Ya no tenemos nalgas que
perder.
Nota:
1 Agradezco a mi amiga Bianca Santini que me contara los detalles de esta anécdota de su abuela, doña Estela Monzón Torres.
Ramón I. Centeno es miembro del POS - México. Twitter: @ricenteno
* Columna publicada el 17-ago-2014 en elbarrioantiguo.com
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