Uno de los efectos más graves y poco estudiados de las situaciones de conflicto, narcotráfico y extrema violencia por las que atraviesa México es la afectación a la salud mental de las mujeres, condición que se agrava al no acceder a servicios de salud especializados en la materia.
Durante el “Primer Coloquio sobre Violencia, Narcotráfico y Salud Mental” –realizado en la UNAM–, la doctora Deni del Carmen Álvarez Icaza expuso cómo el desplazamiento forzado, la migración, la desaparición forzada y los homicidios tienen un alto impacto en la salud mental femenina, pues generan estrés que puede derivar en trastornos psicológicos o psiquiátricos.
En su ponencia en la Facultad de Psicología, la especialista destacó que a nivel nacional y de políticas públicas uno de los ámbitos más olvidados es la salud mental.
Lo anterior se refleja en que las personas que necesitan atención a su salud mental comúnmente son discriminadas de los servicios y sufren violaciones a sus Derechos Humanos, especialmente al acceso a la salud.
Se calcula que en América Latina sólo del 40 al 60 por ciento de las personas que necesitan este tipo de atención la recibe.
Al exponer que los conflictos armados o enfrentamientos entre bandas delincuenciales se dan en contextos de pobreza, inequidad y en donde fallan los mecanismos de gobierno y que ello deriva en un deterioro en la salud de las personas, Álvarez Icaza señaló la preocupación de que no exista una política clara para atender la salud mental de las personas que viven en estas circunstancias.
A consecuencia de un conflicto armado –señaló– se tendrá un incremento en los índices de mortalidad prematura (por homicidio), y lesiones que se traducen en la pérdida de capacidad productiva de la población directamente involucrada en el conflicto.
Pero las consecuencias más severas son para los grupos vulnerables, entre ellas las mujeres, personas indígenas, menores de edad y adultos mayores, quienes padecen migración y desplazamiento forzado que implica una pérdida de acceso a servicios de salud, y un aumento de la mortalidad materna y las enfermedades infecto-contagiosas (salmonella, gripe o sarampión).
Esa pérdida de servicios de salud, y abandono de su domicilio y estilo de vida representan factores estresantes para toda la población, pero especialmente para las mujeres.
“Hay cifras estimadas de homicidios, pero no sabemos cuántas viudas y huérfanos hay y son ellas y ellos los que van a padecer las consecuencias de delitos como el homicidio o la desaparición forzada, además de que se sabe que en conflictos la violencia doméstica tiende a aumentar, pero no sabemos cuánto porque son condiciones en las que no se piensa”, expuso Álvarez Icaza al señalar que la situación se agrava ante la carencia de cifras para diagnosticar el problema.
A nivel nacional, de 2005 a 2012 hubo un incremento de 3.2 por ciento de la violencia referida por las mujeres, principalmente en la violencia emocional, pero esto “es un poco engañoso porque al ser una cifra nacional no se sabe que está pasando en las comunidades de conflicto, lo que nos podría hablar del grado de estrés al que están expuestas las mujeres”.
La exposición al estrés incrementa el riesgo de presentar un trastorno mental como depresión o ansiedad. No obstante, México no ha realizado una investigación epidemiológica que permita conocer cuál es la incidencia de estos padecimientos en la población femenina que vive expuesta a extrema violencia.
Según un estudio de Médicos Sin Fronteras, en Colombia –con mujeres que tienen familiares desaparecidos o asesinados, o que han presenciado hechos de violencia extrema– el 30 por ciento de ellas tiene síntomas depresivos y el 30 por ciento síntomas de ansiedad.
Eso es “preocupantemente alto porque se espera que el porcentaje de personas que presentan este padecimientos sea de máximo 5 por ciento”, indicó Deni del Carmen Álvarez Icaza.
La doctora también subrayó que la salud mental y la pobreza establecen entre sí un “círculo vicioso”, pues la gente que vive en carencia económica está expuesta a muchos más “estresores” que condicionan el inicio de una psicopatología, y cuando se presenta no tienen recursos para atenderse y educación para buscar el acceso a la salud.
Lo anterior establece “un círculo en que la condición de salud y económica se deteriora más”.
La especialista señaló la urgencia de que México elabore en primera instancia un perfil epidemiológico que brinde información sobre las consecuencias que la estrategia de seguridad contra el narcotráfico tuvo sobre la salud mental de las y los mexicanos.
Así como que se favorezca el acceso a servicios de salud mental, especialmente en las comunidades más afectadas por la violencia y la pobreza, y se incremente tanto el presupuesto como el personal en la Secretaría de Salud, ya que actualmente México se encuentra tres veces por debajo de los requerimientos en materia de especialistas y apenas el 2 por ciento del presupuesto en salud se destina a la salud mental.
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Anaiz Zamora Márquez
Cimacnoticias | México, DF.-
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