MONEDERO
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*
Dentro
de un grupo de ocho países de América Latina (AL) y después de Brasil,
México ocupa el último lugar en desarrollo económico. Para 2012-2014 su
tasa de crecimiento del PIB es de 2.5, frente a 5.1 de Perú, o 3.4 de
Guatemala.
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Por tanto, México es uno de los países donde la pobreza y la
indigencia aumentaron entre 2011 y 2013. En contraste Paraguay, El
Salvador, Colombia, Perú, Chile y Argentina mostraron disminuciones
significativas tanto en sus niveles de pobreza como en los de
indigencia.
Se considera línea de indigencia (el precio de una canasta básica de
alimentos) o de pobreza (monto mínimo necesario para satisfacer las
necesidades esenciales).
Es información generada por la Comisión Económica para América Latina y
el Caribe (Cepal) en su documento más reciente: “La Unión Europea (UE)
y AL y el Caribe ante la nueva coyuntura económica y social”.
El documento refiere las enormes brechas entre AL y la UE, en especial
las referidas a los niveles de inversión en protección social y a la
cobertura en seguridad social y que tanto afecta a las mujeres del país.
Para el primero, el porcentaje del PIB en los países de AL están
todavía muy por debajo de los observados en la UE. Para AL el gasto en
protección social representaba el 6.2 por ciento del PIB en 2012,
mientras que el promedio de 15 países de la UE era casi cinco veces
mayor (29.1 por ciento).
En lo concerniente a la cobertura de seguridad social alrededor de
2010, en 15 países de la UE el porcentaje de población activa afiliada
a sistemas de seguridad social que garantizan una pensión se acercaba a
la universalidad (91.6 por ciento), mientras que en AL y el Caribe
menos de la mitad de la población activa (46.9 por ciento) estaba
afiliada. Sin duda las brechas son enormes y sus efectos en la pobreza
son evidentes para el caso de México.
Cepal advierte que las perspectivas de un menor dinamismo del comercio
internacional conducen a esperar un menor crecimiento entre 2015 y 2017
para AL y desde luego también para México, lo que haría menos probable
que se acorten las brechas de ingreso por habitante con los países de
la UE.
Desde esta mirada, el grupo Nuevo curso de desarrollo de la UNAM en su
documento “México frente a la crisis” hace referencia a la situación
actual del país –tanto económica como política– y formula una propuesta
de medidas de política económica, donde se plantea que tras la profunda
crisis de 2009 seguimos sin lograr una recuperación económica y social
sostenida, generalizada y compartida.
“El mediocre desempeño económico mostrado por México obedece tanto a
causas estructurales como de corto plazo. La baja de los precios
petroleros y otros factores recientes están operando sobre un telón de
fondo de baja inversión pública y privada, y de una política
macroeconómica desfavorable al crecimiento que lleva operando por lo
menos década y media.
“Por ello, y en el contexto globalizado al que nos hemos insertado,
consideramos indispensable instrumentar nuevos impulsos internos para
un crecimiento centrado en la generación de empleo digno, como
prerrequisito de una recuperación sostenida, robusta e inclusiva”.
La esencia de las propuestas es una política económica activa para el
desarrollo, dentro de las cuales destacan: las relativas al presupuesto
público federal, así como retomar de manera prioritaria en el Congreso
la discusión sobre las reformas propuestas para la protección social
universal, las pensiones, el seguro de desempleo, la recuperación
salarial y otros puntos pendientes de la reforma social, y determinar
sus necesidades de gasto para el presupuesto 2016.
Otra importante propuesta es iniciar una discusión pública organizada
sobre la reestructuración presupuestal en curso y el presupuesto base
cero para 2016, convocada por la Cámara de Diputados, en la que se
expongan los diagnósticos de los principales programas públicos y sus
oportunidades de mejora y necesidades de gasto, los criterios de
modificación presupuestal y la racionalidad social y económica de los
cambios a realizar.
En este ejercicio conviene mantener al menos cuatro grandes prioridades:
a) Consolidar los recursos para superar la pobreza y promover el
desarrollo social. Aquí son cruciales los recursos destinados a la
equidad de género.
b) Ampliar la inversión pública en áreas y proyectos detonadores de crecimiento y desarrollo regional.
c) Fortalecer la capacidad de la política tributaria de avanzar hacia
una distribución más progresiva y sostenible del ingreso y,
d) Fortalecer radicalmente la transparencia del ejercicio del gasto,
conocer con oportunidad su destino, medir su eficiencia y efectividad y
lograr la honestidad en su ejercicio.
En general todas las propuestas del documento de Nuevo Curso de
Desarrollo son viables y muy necesarias, sin embargo es notorio que el
gran ausente en estas campañas electorales ha sido el tema del
desarrollo económico.
El próximo domingo 7 de junio hay elecciones intermedias en todo el
país, se eligen gobernadores en más de siete entidades y las campañas
han carecido de propuestas; lo que sí ha estado presente es el clima de
irritación social que se vive, así como la falta de credibilidad en las
instituciones públicas. Un clima político muy inquietante, por decir lo
menos.
Twitter: @ramonaponce
*Economista especializada en temas de género.
Cimacnoticias | México, DF.-
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