“Delinquir
junto a ellos es un sacrificio, es demostrarles cuánto los aman. Sin
embargo, esa idílica relación se acaba cuando son condenadas, a veces a
25 años de prisión, por los delitos de extorsión y asociación ilícita”
Alba Trejo
Guatemala,
07 oct. 15. AmecoPress/Especial de SEMlac.- Es la nueva prueba de amor
sin límites. Delinquir junto a ellos es un sacrificio, es demostrarles
cuánto los aman. Sin embargo, esa idílica relación se acaba cuando son
condenadas, a veces a 25 años de prisión, por los delitos de extorsión y
asociación ilícita.
"Entonces
es cuando las guatemaltecas descubren que el cuento de hadas se acabó,
que el príncipe las abandonó y solo las utilizó para cometer un acto
delincuencial en su nombre", comenta Andrea Barrios, del Colectivo Casa
Artesana.
Se trata de las
jóvenes que hoy guardan prisión por los delitos de extorsión y
asociación ilícita, crímenes que en este país surgieron hace menos de
una década, mantienen en zozobra a la población y han cobrado la vida de
cientos de hombres y mujeres.
Barrios dijo a
esta agencia que las mujeres privadas de libertad son utilizadas por los
pandilleros de la mara 18 y la Salvatrucha, quienes generalmente son el
esposo, novio o conviviente, para cobrar, transportar o guardar dinero
producto de la extorsión.
Menciona que lo
peor es que ellas llegan a la cárcel con la ilusión de haber cumplido y
que ante los ojos de ellos son unas heroínas, en una "onda que es por
amor".
Actualmente el
número de mujeres privadas de libertad en Guatemala suman 1.760, de
ellas 600 están en prisión por cometer extorsión y 500 por asociación
ilícita, de acuerdo con estadísticas del sistema penitenciario.
El documento
elaborado por el Programa mujer, justicia y género hace un comparativo
de hace una década, cuando las mujeres privadas de libertad no llegaban
siquiera a 60 y estaban allí por cometer homicidio o robo.
Unas 17 mujeres
entrevistadas en prisión, que solicitaron anonimato por su seguridad,
coinciden en que están en esa situación por haber hecho un favor.
Norma Cruz,
activista de la Fundación Sobrevivientes, agrega que muchas de las
mujeres allí cumplían con su rol femenino de obedecer a los hombres
vinculados sentimentalmente a ellas y que desde prisión les daban
órdenes.
También puede
ocurrir que no denuncian atendiendo a su rol tradicional de guardar
silencio y no involucrarse en las actividades de los hombres. El 98 por
ciento de las entrevistadas coinciden que pasaron de ser amas de casa a
ser privadas de libertad.
Sin embargo, el
viceministro de Seguridad, Elmer Sosa, asegura que la Policía Nacional
Civil (PNC) las captura in fraganti recibiendo el dinero de la extorsión
y por ese delito van a prisión.
La fiscalía del
Ministerio Publico contra extorsiones y estructuras señala que las
mujeres capturadas han comentado que nunca formaron parte de una
estructura, sino que solo conocían a una persona que las involucró en el
delito y que, como tenían necesidad del dinero, cometieron el ilícito.
Según señala
Yolanda Sandoval, de la Fiscalía contra la violencia contra la mujer,
ellas protegen al hombre que aman, porque ascienden solo si son pareja
del jefe y eso implica pasar algunas pruebas como asesinar policías,
obtener extorsiones, golpear a otras mujeres y conseguir vendedores de
armas ilegales.
La mayoría de
las guatemaltecas privadas de libertad tienen entre los 18 y 30 años de
edad, y cuando acaban de llegar idealizan la situación, "la ponen como
historia de amor, es un amor de darlo todo", vuelve a reafirmar Barrios,
de Casa Artesana.
Los tres
motivos por los que están en prisión son que las engañaron, por
ambiciosas y por tontas enamoradas, y cuando se les dice lo último hasta
se ríen porque saben que por eso están allí, indica.
"Yo lo llamo la
prueba de amor de este siglo, que ya no es acostarse con el hombre
amado, y por eso ha aumentado el número de jovencitas en prisión",
destaca Barrios.
Para las
pandillas, las extorsiones son una forma de obtener dinero sobre la base
del miedo. Las autoridades del Ministerio Público informaron
públicamente que hay delincuentes que, al momento de su detención,
tenían en sus cuentas hasta 50.000 dólares producto de ese delito y que
muchas de las mujeres fueron quienes recogieron ese dinero en tiendas,
restaurantes, casas particulares u otros negocios.
Informes
oficiales del grupo Panda, que se dedica a documentar las estructuras
delincuenciales, indican que hay 70 clicas (grupos pequeños) de
pandillas, y que podrían estar conformadas al menos por 19.000
pandilleros en el país.
"Detrás hay causas estructurales profundas", dice Leonel Dubón, de Refugio de la Niñez.
Actualmente se
busca trabajar con el Ministerio Público en una acción positiva, dándole
una perspectiva de género al mencionar que ellas son obligadas a
delinquir, aunque sea por amor.
Hay que hacer
ver que a la pena que se les condena por cometer ese delito se suma otra
pena colateral, señala Barrios, y es que no serán madres porque las
detienen en edad reproductiva. Pierden su derecho a la maternidad.
Foto: Archivo AmecoPres. Andrea Barrios, del Colectivo Casa Artesana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario