México,
28 oct. 15. AmecoPress/SemMéxico.- Participar en la política, para las
mujeres está significando un reto enorme. Reto que primero, debe
derribar barreras construidas en torno a los conceptos mujer y política.
Mujer,
según algunas definiciones del diccionario de la Real Academia de la
Lengua: “La que con diligencia se ocupa de los quehaceres domésticos y
cuida de su hacienda y familia. Aquella cuyo poder de atracción amorosa
acarrea fin desgraciado a sí misma o a quienes atrae”. Hay muchas otras,
que van desde una que dice que es responsable de sus actos, hasta las
múltiples que la señalan como prostituta.
De política, el
mismo diccionario dice: “Actividad del ciudadano cuando interviene en
los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro
modo. Que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado.
Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados. Actividad
de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos”.
Entre ocuparse
con “diligencia”, “poder de atracción amorosa” y “participar en asuntos
públicos”, o “en cosas de gobierno”, se nos atraviesan los adjetivos. A
cualquiera, le resulta mucho más emocionante ser diligente o tener poder
de atracción, que ir a votar o dar opiniones referentes al gobierno.
La forma de
construir ese sujeto denominado mujer, implica decidir si se quiere ser
atractiva, o si se quiere ser una simple ciudadana, según se deduce de
estas definiciones. Claro, la mayoría ha sido cuidadosamente instruida
para ser atractivas y no, simples. Además, ya sabemos, hay dos “rasgos”
en la política: es muy complicada, y peor, es corrupta.
La “diligente”
lo es porque no deja ni una brizna de polvo en ningún rincón, y siempre,
siempre, es “limpia” (por dentro y por fuera). La “atractiva” ¿para qué
se va a complicar pensando la complejidad del mundo? O sea, que desde
este lugar, mejor ni hablar de política y mujeres. Sin embargo, las
mexicanas están participando y mucho, en política. Ya hay varios
Congresos paritarios y este próximo año electoral, veremos la batalla
porque haya muchos municipios con el mismo avance.
Para que la
paridad no quede sólo en el ámbito de la política formal, que ha sido un
gran avance, sino se transforme en paridad en la participación, el
esfuerzo debe hacerse para que las familias distribuyan de otra forma,
los trabajos domésticos y los de cuidado. Y aquí, la lucha será
probablemente, mucho más difícil. Los privilegios masculinos de no
trapear ni despeinarse lavando trastes, son una barrera de granito
sólido, más duro que la mente tortuosa de Schopenhauer y su poco
acertada frase de “Las mujeres son criaturas de ideas cortas y cabellos
largos”.
Nancy Fraser
dice: “la paridad de participación es una interpretación radicalmente
democrática de la igualdad. Este concepto se ha expandido y se ha
profundizado. Se aplica cada vez a más áreas de la vida, no sólo a la
esfera legal, no sólo a la esfera política, también a la esfera
económica, la familia, la sociedad civil. De modo que (la paridad de
participación) no queda satisfecha con los meros derechos formales en el
papel, sino con las condiciones materiales efectivas requeridas por la
gente para realmente interactuar como pares o como iguales en la
sociedad”. Compañeras, nos espera la lucha por modificar esta
injusticia.
Foto: Archivo AmecoPress
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