John M. Ackerman
En lugar de denunciar
internacionalmente al gobierno de Donald Trump por sus ataques
racistas y fascistas contra mexicanos y extranjeros, Enrique Peña Nieto
prefiere trabajar con el nuevo dictador de Estados Unidos para acosar y
agredir a la hermana república de Venezuela. En un acto de alta traición
a los principios de solidaridad latinoamericana y de la soberanía
nacional mexicana, el canciller Luis Videgaray se ha convertido en un
vil lacayo de Washington y en el principal porrista de la propuesta de
Luis Almagro, secretario general de la Organización de los Estados
Americanos (OEA), de expulsar a Venezuela por su supuesto rompimiento
con la Carta Democrática de la organización.
Si la Asamblea General de la OEA decide sacar a Venezuela tendría que expulsar también, y en el mismo acto, a México.
Venezuela es mucho más democrático y respetuoso a los derechos
humanos que México. En el país sudamericano no asesinan periodistas ni
se cometen fraudes electorales. En Venezuela no hay masacres cada seis
meses ni se desaparece masivamente a estudiantes, como en los casos de
Nochixtlán, Ayotzinapa, Tepic, Tlatlaya, Apatzingán, Ostula y Tanhuato. Y
en Venezuela los medios privados de comunicación electrónica se lanzan
día y noche, y de la manera más frontal y directa, en contra de su
gobierno, mientras en México estamos sujetos a un régimen de control
mediático sin parangón.
En México existe una sistemática criminalización de la protesta
social y ha habido cientos de presos políticos, más que en cualquier
otro país latinoamericano, durante el gobierno de Peña Nieto. Gonzalo
Molina, José Manuel Mireles, Nestora Salgado, Adán Mejía, César Mendoza,
Arturo Campos, Damián Gallardo, Leonel Manzano, Librado Baños, los 25
jóvenes del Frente Popular Revolucionario, los 11 estudiantes detenidos
el 20 de noviembre de 2014 en el Zócalo capitalino, y numerosos
defensores de la tierra en Puebla, son solamente unos cuantos de los
casos más importantes durante el actual sexenio.
En Venezuela existe una vigorosa separación de poderes. La Asamblea
Nacional hoy se encuentra abiertamente confrontada con Nicolás Maduro y
la Constitución establece un importante cuarto
poder ciudadanoque cuenta con plena autonomía del Poder Ejecutivo. En contraste, en México organismos
autónomos, como el INE, la CNDH y el Inai, son abiertamente cómplices con el régimen autoritario; el Pacto por México acabó hace mucho con cualquier debate parlamentario y la Suprema Corte de Justicia avala leyes abiertamente despóticas, como la ley Atenco, elaborada por los socios de Peña Nieto en el estado de México.
En México sufrimos una profunda crisis humanitaria en que los niveles
de pobreza, de desigualdad, de corrupción, de impunidad, de violencia y
de inseguridad son mucho más lacerantes que en Venezuela. Por ejemplo,
en Venezuela menos de 30 por ciento de la población se encuentra debajo
de la línea de pobreza, mientras en México la pobreza afecta casi la
mitad de la población. En México hay más de un millón de víctimas,
directas e indirectas, como resultado de la militarizada
guerra contra las drogasdurante la década reciente y el Congreso de la Unión está a punto de aprobar una nueva ley de seguridad interior, que subordinaría totalmente las fuerzas civiles de seguridad a los militares.
El informe del 14 de marzo de Almagro, donde fundamentaría su posición en favor de expulsar a Venezuela de la OEA (disponible aquí), exagera y tuerce los hechos para Venezuela, pero aplica al pie de la letra al caso de México.
Almagro señala que
el pueblo de Venezuela se enfrenta a un gobierno que ha dejado de ser responsable. La Constitución ha dejado de tener sentido. Hoy en Venezuela ningún ciudadano tiene posibilidades de hacer valer sus derechos. Continúa el informe con el señalamiento de que “la corrupción es generalizada y la economía va en caída libre. No hay suficiente comida; los servicios de salud son extremadamente precarios… y se ignoran los derechos civiles y políticos”. Agrega que todo ello ocurre por el
interés de preservar la riqueza, el privilegio y la impunidad de quienes se aferran al poder.
Almagro después remata que
debemos evitar el doble raseroy que
la protección de la democracia no debe limitarse a las palabras, requiere actuar.
El secretario general de la OEA tiene razón, pero sobre México. El
gobierno de Peña Nieto se encuentra en abierta violación de los
principios básicos de la democracia. Por tanto, el pueblo mexicano hoy
estaría en su derecho para levantarse, pacíficamente, en exigencia de un
cambio de régimen, así como organizarse para remplazar al actual
gobierno despótico con un nuevo gobierno democrático durante las
elecciones de 2017 y 2018.
Venezuela, como cualquier país, puede y debe mejorarse. Pero la
principal preocupación del gobierno mexicano tendría que ser asegurar el
pleno ejercicio de los derechos de los mexicanos, de ambos lados del
río Grande, en lugar de apoyar los lances imperialistas de Washington
contra los hermanos del sur.
Miroslava Breach, Cecilio Pineda, Ricardo Monlui, si tocan a uno, nos tocan a todos.
Twitter: @JohnMAckerman
No hay comentarios.:
Publicar un comentario