3/15/2010

Los periodistas pal café.....



Julio Hernández López: Astillero
En estricto sentido, y conforme a su historial de tendencias analíticas (que incluyen una declaración médica de gastritis crónica), el sagaz investigador de botepronto, Felipe Calderón, tenía más elementos para la suspicacia o la declaración descalificadora en el caso de los tres asesinados de Ciudad Juárez relacionados con el consulado gringo que con los jóvenes mexicanos masacrados varias semanas atrás. Arthur H. Redelf trabajaba, según testimonios difundidos por su padre mediante diversas agencias informativas, en la cárcel del condado de El Paso, y Jorge Alberto Salcido Ceniceros había sido agente de la policía ministerial de Chihuahua, según difundían anoche los portales de varios medios nacionales y estatales. Redelf estaba casado con una empleada del consulado estadunidense en la ciudad fronteriza, Lesley A. Enríquez (ambos ciudadanos del vecino país), y Salcido, mexicano, con otra empleada estadunidense de la misma agencia diplomática. En estricto sentido fueron dos extranjeros los asesinados (Redelf y Enríquez, esposos), y un mexicano, que en otras circunstancias habría sido sumado sin mayores aspavientos, casi anónimamente, a la larguísima lista de nacionales que mueren supuesta o realmente a causa de una civilmente expandida guerra contra el narcotráfico.
No tuvo Calderón, sin embargo, tardanza ni reparo en expresar indignación y condena por los sucesos sangrientos del sábado anterior y en comprometer toda la fuerza y acuciosidad de su administración para dar con los responsables y castigarlos ejemplarmente. Rapidez y juicio absolutorio sumario que contrastan con la indiferencia condenatoria que ese mismo Felipe asume con sus compatriotas que diariamente caen a causa de balas y en condiciones escenográficas cada vez más crueles. Celeridad y benevolencia de criterio que resultan indignantes si se ven a contraluz del comportamiento de ese mismo ocupante precarista de Los Pinos cuando fueron acribillados jóvenes juarenses de entre los cuales ninguno era funcionario de cárcel o policía en activo o en retiro ni fueron perseguidos, es decir, cazados, por las calles. Esta vez no hubo la ligereza de acusar a las víctimas de haber sucumbido en un ajuste de cuentas entre pandillas (aunque la primera versión oficial apunta a que la pandilla La Línea, del cártel de Juárez, sería la ejecutora), sino una presurosa exculpación ante las ráfagas declarativas de un Barak Obama que aprovechó la ocasión para darse por enterado del horror humano que se vive más allá de la frontera, y de una Hillary Clinton que por el mundo esparce el virus del injerencismo de las barras y las estrellas.
La sudorosa exculpación felipista es, desgraciadamente, una poco patriótica forma de remachar una sentencia delictiva procesalmente infundada y técnicamente injusta contra miles de mexicanos que han muerto sin el beneficio de la preocupación de su sedicente mandatario y sin la promesa del ejercicio a fondo de indagaciones institucionales. Felipe, al exculpar instantáneamente a dos ciudadanos de Estados Unidos, está aceptando el maniqueísmo imperial impuesto: los mexicanos son los delincuentes, los gringos son inocentes; la corrupción está del lado mexicano, y cruzando la línea divisoria terrestre todo es mejor. Es decir, un mexicano muerto en el contexto fronterizo o popular debe ser, salvo que desde ultratumba pruebe lo contrario, miembro militante de los cárteles que afortunadamente se van exterminando entre ellos mismos (una versión delincuencial de la selección de las especies, según el doctor CalDarwin), mientras que un ciudadano estadunidense merece, por su mero pasaporte, una absolución inmediata y la indignación institucional. Mexicanos malos, gringos buenos; mexicanos corruptos, gringos inocentes: Felipe disfrutaba en Campeche del bautizo de un miembro de la familia Mouriño mientras en el estado de Guerrero se producían decenas de asesinatos (y se elevaba el grado del horror ejecutante: destazamientos y desprendimiento de piel facial). Felipe, que no se ha escandalizado por 18 mil muertes durante un trienio, rápidamente se mostró apesadumbrado por el ataque fatal a dos estadunidenses y un mexicano casado con una ciudadana de aquel país (el embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, fue más allá: se dijo conmocionado por lo de este sábado).
La sumisión colonial podría tener explicación, que no justificación, si se careciera de indicios de que la corrupción no se frena mágicamente al llegar a las fronteras. Pero justamente en estos días se han dado a conocer investigaciones de autoridades estadunidenses que mencionan lo que es evidente: que el narcotráfico infiltra a policías, agentes aduanales y funcionarios de ambas partes del negocio común: tanto delinque el que mete la droga como el que acepta que entre. La corrupción que introduce cargamentos de material estupefaciente tiene obligadamente contrapartes igual de corruptas que ayudan al ingreso y no solamente eso, sino que toleran o promueven la enorme y redituable red de distribución de esas cargas tóxicas.
En otras épocas y condiciones, incidentes como el de los dos extranjeros asesinados pondrían a nuestro país en riesgo de invasiones o castigos desmesurados. Hoy no es necesario. Calderón ha abierto la puerta a la intervención estadunidense mediante la Iniciativa Mérida que, entre otros puntos, ha permitido el aumento del personal de espionaje e infiltración en Ciudad Juárez. Lo sucedido este fin de semana sólo ayudará a consolidar lo logrado por Washington y, en dado caso, a conseguir ciertas ganancias extras. Pobre México, tan cerca de Estados Unidos... y también de Calderón.
Y, mientras el escándalo internacional por los muertos VIP de Ciudad Juárez ayuda a ir sacando del escenario los episodios de las firmas de convenios inmorales y los debates legislativos vergonzosos, ¡hasta mañana, en esta columna que ve en un programa de la UNAM a Chucho Nava y César Ortega defender las alianzas impulsadas por Los Pinochos!
Fax: 5605-2099 •
juliohdz@jornada.com.mx

Enrique Galván Ochoa: Dinero
Apenas el 25 de febrero anterior el gobierno de Washington había cerrado temporalmente el consulado americano en Reynosa, Tamaulipas. Imperaba el terror. Arrinconadas las fuerzas de seguridad, los narcos tuvieron que darle tranquilidad a la población. Aparecieron varias narcomantas con este mensaje: Reynosa es una ciudad segura. No pasa Nada Ni Pasará Nada, Sigan Su Vida Normal. Nosotros somos parte de Tamaulipas y no nos metemos con los ciudadanos civiles. Atte. C. D. G. Las siglas corresponden al llamado cártel del Golfo. Transcurrieron dos semanas, y sin que la tensión y el río de sangre hubieran disminuido, ayer irrumpió en el escenario el presidente Obama. “Está indignado –según el comunicado emitido por Mike Hammer, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional– por los brutales asesinatos” de tres personas vinculadas al consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez, entre ellas la empleada Lesley A. Enriquez, de 35 años, y su esposo, Arthur H. Redelf, ambos ciudadanos estadunidenses. La señora estaba embarazada. Fueron víctimas de un ataque armado a plena luz del día. En otro lugar, y con minutos de diferencia, hubo otro ataque en el que murió una persona, también vinculada a la representación diplomática. Horas después, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, dio luz verde a los familiares de los empleados consulares a abandonar el territorio mexicano. Son siete los de la frontera: Tijuana, Nogales, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Reynosa, Monterrey y Matamoros. El Departamento de Estado, además, subió el nivel de la alerta que había emitido el pasado 22 de febrero, dirigido a empresarios, familias y ciudadanos, para que extremen sus precauciones si viajan a México, porque peligran sus bienes y sus vidas. En medios diplomáticos desde anoche circula la versión de que es probable que la señora Michelle Obama cancele la visita a nuestro país que tiene en agenda para los días 13, 14 y 15 de abril. No por razones de seguridad; la esposa del presidente de Estados Unidos sería protegida por un equipo a prueba de atentados a cargo de su gobierno, no del mexicano. Viajaría a bordo de una fortaleza aérea y la acompañaría un ejército de body guards del Servicio Secreto de la Casa Blanca, la FBI, la DEA, etcétera. No, la razón por la que podría cancelar su visita no es, pues, por cuestiones de seguridad, sino porque el matrimonio Obama podría enfrentar duras críticas en el Congreso y en la opinión pública. Éste sería el primer viaje sola de la señora, sin su marido, al extranjero, y el destino es un país donde acaban de asesinar a tres personas relacionadas con la representación de su gobierno, entre ellas una empleada que esperaba bebé, según la versión del diario Washington Post.
¿Consumidores? Vaya chasco
¿Recuerdan la anunciada convención nacional de consumidores? Lamento decirles que fue un engaño. Primero, no asistieron más de 250 personas de los 100 millones y pico que suman los consumidores. Segundo, antes de que comenzara ya se habían peleado los organizadores. Alejandro Calvillo ordenó que quitaran las mantas de El Barzón, el grupo de Ramírez Cuellar. Y tercero: asomaron las orejas del violín. En este caso el instrumento musical es el presidente de la Comisión Federal de Competencia, Eduardo Pérez Motta, el mismo que recientemente trabajó hasta en fin de semana para complacer el requerimiento de Televisa a efecto de que le fuera entregada la autorización para asociarse con Nextel. ¿A poco la idea de Pérez Motta es usar los membretes de consumidores para atacar a unos monopolios y defender a otros? Conclusión: los consumidores mexicanos siguen sin quien los defienda.


Arturo Balderas Rodríguez: Desde el otro lado
En noviembre pasado Janet Napolitano, titular de Seguridad Interna de Estados Unidos, declaró que el gobierno de Barack Obama apoya una reforma migratoria con base en tres elementos principales: medidas más estrictas para el control de la migración ilegal; un sistema justo para la legalización de más de 12 millones de indocumentados que viven en el país, y una vía expedita para la autorización de visas para trabajadores temporales. Se refirió a los avances en el control de las fronteras, en la supervisión de los centros laborales para evitar que se contrataran indocumentados, y en los sistemas electrónicos con información relativa al estatus migratorio de quienes solicitan empleo.
La semana pasada, en la Casa Blanca, se efectuaron reuniones en las que organizaciones e instituciones que apoyan una reforma migratoria, como la Cámara de Comercio, insistieron en la necesidad de que se den los pasos necesarios para aprobar cambios. En ese marco, Obama expresó su intención de apoyar una reforma integral, pero advirtió que ello será posible una vez que concluya la referente al sistema de salud, cuyas negociaciones han sido controversiales y complicadas.
La promesa del apoyo presidencial debe tomarse con las debidas reservas, no porque haya que dudar de ella, sino porque acto seguido el senador republicano Bill Graham fue enfático en señalar que la iniciativa se paralizaría si los demócratas insisten en aprobar la de salud por mayoría simple.
A los obstáculos que en el pasado se han puesto a la reforma migratoria ahora hay que agregar la amenaza de los republicanos de boicotearla si los demócratas aprueban una iniciativa a todas luces necesaria, como la de salud. Nuevamente la migratoria será rehén de una coyuntura política que en el fondo tiene poco que ver con la problemática de la reforma en sí. El conflicto, al menos por ahora, no está en el contenido de ésta, sino en la intención del Partido Republicano, y dentro de él sus estratos más conservadores, de no permitir que Obama reciba algún reconocimiento por cualquier reforma que sea firmada por él, llámese de salud, migratoria o bancaria.
Parece que la paciencia del presidente se agotó y solicitará a sus compañeros de partido en el Congreso que aprueben la de salud. No será extraño que tenga que hacer lo propio para aprobar una que ordene el disfuncional sistema migratorio del país. De no ser así, sólo quedarán vigentes las estrictas medidas para perseguir a los indocumentados y castigar a quienes los contraten. Sería una mala señal para quienes apoyaron a Obama cuando prometió resolver el problema migratorio mediante una reforma en la que se hiciera justicia a esos trabajadores.


Carlos Fernández-Vega: México SA
Las vueltas que da la vida. Hoy, ni de lejos, dice ni defiende lo mismo que 18 años atrás (de hecho utiliza las mismas justificaciones de los ex presidentes priístas que tanto criticó como opositor al régimen), pero si se aplica la medición propuesta por Felipe Calderón desde la tribuna de la Cámara de Diputados (5 de noviembre de 1992: ver México SA del pasado jueves), entonces él tendría que reconocer públicamente, como en aquel entonces lo hizo, que a estas alturas México no sólo ocupa uno de los primeros lugares internacionales en lo que a desempleo se refiere, sino que en este renglón la situación (social, económica y política) es verdaderamente explosiva, por mucho que el alegre cuan lamentable secretario del Trabajo, el pianista Javier Lozano Alarcón, asegure que ya estamos a punto de recuperar todo lo perdido (las plazas formales canceladas por la crisis).
Aquel 5 de noviembre de 1992 el actual inquilino de Los Pinos advirtió: “hoy se nos dice que el desempleo en México es de 2.9 por ciento, y sigue siendo la cifra ridícula e inverosímil. Cuando en economías más desarrolladas (…) las tasas de desempleo alcanzan 7 por ciento y, para no ir más lejos, cuando el propio (gobierno) en sus publicaciones señala un desempleo abierto de 14 por ciento, la tasa de 2.9 por ciento es, repito, ridícula. ¿Por qué? Porque no considera el desempleo en el sector rural; porque sólo se limita a muestreos en las principales zonas urbanas del país; porque considera como trabajador a quien trabaja sin remuneración; considera como empleado a quien trabaja a la semana por lo menos una hora; porque considera como empleado a quien tiene la certeza o la creencia de conseguir empleo en un mes. Aparte, esta cifra del 2.9 por ciento no considera el subempleo… Al iniciar la actual administración uno de cada ocho trabajadores estaba en el sector informal; tres años después uno de cada cuatro está en el sector informal. Otras cifras como esta del desempleo se manipulan al gusto de la autoridad y producen no sólo desinformación en la opinión pública, de suyo grave, sino incertidumbre económica… hay cierre de empresas, baja de producción y en todos los rubros de la industria (…) se refleja este año una reducción de la planta laboral; esto es, más despidos y más costo social”. Eso decía y defendía.
Pues bien, si se toman sus exigencias estadísticas y se integran en un solo renglón, el del desempleo, entonces debería reconocer que hoy, 18 años después de aquella perorata y con él sentado en Los Pinos, la situación laboral es verdaderamente dramática, porque muy lejos está México de reportar una tasa de desempleo de 5.87 por ciento, como oficialmente reconoce el Inegi al cierre de enero pasado. En efecto, si se incorporan todos los elementos citados por el diputado Calderón en noviembre de 1992, entonces el 49 por ciento de los mexicanos en edad y condición de laborar están totalmente fuera del mercado de trabajo, es decir, en el desempleo.
Lo anterior, porque es de suponer que la argumentación por él utilizada 18 años atrás en la tribuna de San Lázaro es igual de válida ahora que ya no es de oposición y mucho menos feroz crítico del sistema, de tal suerte que más allá del fatuo discurso de la recuperación de las plazas canceladas por la crisis, el hecho atroz, contundente y escalofriante es que uno de cada dos mexicanos en edad y condición de laborar está en el desempleo, de acuerdo con la mecánica de medición defendida por el ahora inquilino de Los Pinos.

Cientos de personas asistieron a la 21 Feria del Empleo de la Ciudad de México en Santa Fe, el pasado 11 de marzoFoto Roberto García Ortiz
De acuerdo con la información oficial (Inegi), poco más de 47 millones de mexicanos dan cuerpo a la población económicamente activa; si se suman los renglones laborales citados por Calderón aquel 5 de noviembre de 1992, entonces 23 millones están en el desempleo (49 por ciento de la PEA), es decir, un monto más de ocho tantos superior al reconocido por lo que algunos llaman gobierno calderonista.
La tasa oficial de desempleo (5.87 por ciento, igual de ridícula e inverosímil que la de 1992) equivale, en números cerrados, a 2.8 millones de mexicanos; la de subempleo (9.3 por ciento) a 4.4 millones; la de trabajadores en el sector informal (27 por ciento) a 12.6 millones, y la de trabajadores que no reciben ingresos (6.8 por ciento, que se refiere a aquellos parientes que laboran en una empresa familiar) a 3.2 millones. Resultado: 23 millones de desempleados, 49 por ciento de la población económicamente activa, o si se prefiere uno de cada dos paisanos se encuentra en tan delicada circunstancia, sin considerar a los poco más de 10 millones de emprendedores (eufemismo por changarreros foxistas). Entonces, el recuento, a toda luces, está por demás alejado del balance que, con todo y ataque hepático, reconoce el presidente del empleo, no sin antes justificar que es una de las tasas más bajas para países con economías similares a la nacional.
En aquel noviembre de 1992 Felipe Calderón criticaba ferozmente que al iniciar la actual administración (la de Carlos Salinas de Gortari) uno de cada ocho trabajadores estaba en el sector informal; tres años después uno de cada cuatro estaba en el sector informal. Otras cifras, como esta del desempleo, se manipulan al gusto de la autoridad y producen no sólo desinformación en la opinión pública, de suyo grave, sino incertidumbre económica.
Pues bien, para beneplácito del otrora crítico feroz, a estas alturas el número de empleos –por llamarle de alguna forma– en el sector informal de la economía nacional resulta ligeramente superior a los registrados por el IMSS en el sector formal, de tal suerte que en este renglón la relación sería de uno de cada dos mexicanos. Así es: de uno de cada ocho en 1988 a uno de cada dos en 2010, un sostenido avance (aunque en sentido contrario) en 18 años y con el mismo que cuestionaba la medición laboral en el país ahora instalado en Los Pinos, desde donde descaradamente se manipulan al gusto de la autoridad las cifras del desempleo.
Las rebanadas del pastel
Mientras el tal Jelipe arrancó por enésima ocasión su campaña electoral, por mucho que esté en su cuarto año de estancia en Los Pinos, Javier Lozano Alarcón, el pobre Lozanito, es feliz con su política de corte y confección para acomodar el calendario, ajustar cifras y decir, sin sonrojarse, que estamos a punto, en tan sólo dos meses, de recuperar todo lo perdido en el peor año, en la peor caída del PIB en la historia moderna de México.
cfvmexico_sa@hotmail.commexicosa@infinitum.com.mx

David Márquez Ayala: Reporte Económico
El Banco de México recién presentó la Balanza de Pagos correspondiente a 2009, macrocuenta que, como es sabido, compendia el total de las transacciones comerciales y financieras del país con el exterior.
En el año, México registró un déficit en la Cuenta Corriente de -5 mil 238 millones de dólares (el 0.6% del PIB) el cual fue financiado con un ingreso neto de recursos externos (saldo de la Cuenta de Capital) por 14 mil 526 millones. Del remanente de estos ingresos, 5 mil 397 millones de dólares fueron a incrementar la Reserva Internacional (que terminó el año con un saldo de 90 mil 838 millones), 63 millones fueron ajustes por valoración, y 3 mil 954 millones fueron a cubrir el faltante en la cuenta de ajuste Errores y Omisiones (Gráfico 1).
Cuenta Corriente
Por la depresión económica, tanto las exportaciones como las importaciones de mercancías se contrajeron severamente en 2009 (-21.2 y -24.0% respectivamente), arrojando un déficit en la Balanza Comercial de -4 mil 678 millones de dólares. El déficit de la balanza de Servicios no Factoriales continuó aumentando y totalizó -8 mil 25 millones; y el déficit de la balanza de Servicios Factoriales (pago por intereses, utilidades, regalías…) si bien disminuyó respecto a 2008, totalizó -14 mil 52 millones de dólares (Gráfico 1). La balanza de Transferencias registró un saldo superavitario de 21 mil 517 millones, casi 5 mil millones menos que en 2007.
De estas transferencias, los ingresos por remesas familiares (de emigrantes) representan casi el total y ascendieron a 21 mil 181 millones, -15.7% inferiores a 2008 (Gráfico 2).
Los ingresos específicos por estas remesas se presentan en el Gráfico 3.

El Correo Ilustrado
Carta al Poder Legislativo
Señoras y señores legisladores: en los días recientes hemos visto el espectáculo de la real y cotidiana práctica política que impera en México. Este ofensivo episodio no podrá cerrarse sólo con el arrepentimiento y mutuas disculpas entre la clase política, porque el agraviado real es el pueblo mexicano.
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Sergio Ramírez: El tigre en su jaula
Ignoro todo acerca del golf. Mis imágenes más lejanas de este deporte vienen de los días de la infancia cuando encontraba en los periódicos las fotografías del presidente Dwight Eisenhower montado en un carrito que lo llevaba a través del campo donde jugaba, y desde entonces supe que se trataba de una diversión propia de presidentes y de millonarios segregados en clubes exclusivos; y cuando repaso los canales de televisión me detengo a veces, con aburrida curiosidad, en los torneos que se juegan en esos terrenos de tarjeta postal que parecen maquillados, con verdes colinas, suaves hondonadas, estanques plácidos y tranquilas arboledas, siempre bajo un soleado cielo azul.
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Iván Restrepo: El subsidio del desperdicio de agua
Durante décadas, los gobernantes de la ciudad de México no se atrevieron a aumentar las tarifas por consumo de agua que reciben los hogares capitalinos a través de la red de distribución. Era una medida impopular. Por décadas el servicio estuvo altamente subsidiado, mientras la red no ha recibido el mantenimiento requerido ni se moderniza. Por falta de recursos, pero los podían obtener reduciendo el subsidio y siguiendo el esquema de que pague más quien más líquido consuma y tenga más ingresos, lo que protegería a las clases menos favorecidas y que reciben poco líquido y de mala calidad. Además, poniendo orden en el sistema de cobro, pues son muchos los que no erogan un centavo por el agua y, además, la desperdician.
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León Bendesky: El fantasma de la recuperación
La recuperación es una palabra que está de vuelta ya en boca de todos. Unos la usan para decir que las cosas fueron muy mal en la economía el año pasado, pero que podremos olvidarlo pronto pues actuaron de modo muy eficaz, estos son los funcionarios públicos.
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Óscar González*: La crisis parlamentaria en Argentina
Cuando se analiza la actuación de los legisladores opositores que tratan de impedir el desendeudamiento argentino y traban la utilización de las reservas en divisas excedentes para la inversión productiva y social, pareciera que, con epicentro en el Congreso, está naciendo una nueva fuerza política: el partido del ajuste. La formación de esta entente conservadora, que pretende agrupar al desperdigado universo opositor en el Congreso tras el objetivo común de condicionar y entorpecer la gestión de la presidenta Cristina Fernández, constituye una novedad en la tradición parlamentaria de este país.
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Hermann Bellinghausen: Juegos de manos
Según explica en sus manuales el Sistema de Información sobre Biodiversidad de Honduras, el quetzal macho protege su territorio cantando, que bien mirado suena de lo más poético, pero es impráctico. Vaya bestezuela indefensa. El nuestro no cantó en su descenso. Extrañamente, no sintió amenaza. Sobre la rama de su elección gorjeaba bajo, en un ronroneo.
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