En 11 años apenas existen 51 quejas en penales de Puebla
- De 2005 a 2016, 19 de los 21 Centros de Readaptación Social de Puebla
acumularon 51 quejas formuladas por mujeres en reclusión ante la
Comisión estatal de Derechos Humanos (CDH), de las cuales sólo una ha
terminado en recomendación, cinco están en proceso y el resto fue
desechada.
Esta cifra apenas representa 15 por ciento de las 336 quejas presentadas
en los penales de Puebla en el mismo periodo por internos varones, lo
cual obedece a la intimidación que reciben las mujeres por parte del
personal penitenciario si denuncian por los maltratos que reciben al
interior de los penales.
Además de que la población femenil es infinitamente menor en comparación
con la varonil. En 19 penales hay 589 mujeres, que representan 7 por
ciento de los 8 mil 305 varones internados en los penales de Puebla.
En 2012, el informe “Mujeres privadas de su libertad. ¿Mujeres sin
derechos?” elaborado por el Instituto de Derechos Humanos Ignacio
Ellacuría, de la Universidad Iberoamericana de Puebla y la organización
no gubernamental Asilegal, reveló que 7 de cada 10 mujeres en las
cárceles sufren agresiones por parte de las mismas autoridades.
Miedo a las represalias impiden quejas
A pesar de que existe un Programa Penitenciario de la CDH, formular una
queja para denunciar violaciones a Derechos Humanos (DH) no es fácil
para las mujeres en situación de reclusión.
De acuerdo con la directora del Instituto de Derechos Humanos Ignacio
Ellacuría, Galilea Cariño Cepeda, la constante intimidación y
hostigamiento por parte de custodias y personal penitenciario hacia las
internas, inhibe la denuncia de abusos, pues existen testimonios de
internas que aseguran que cuando intentan llamar al personal de DH las
amenazan diciéndoles que quedará señalado en su expediente y tendrán
problemas para alcanzar la preliberación.
Esto inhibe la queja, afirma Cariño Cepeda y lejos de favorecer la
denuncia, la inhibe, y es una situación que no se evidencia en los
expedientes.
El programa Penitenciario adscrito a la Primera Visitadora General de la
CDH establece que para formular una queja desde un centro penitenciario
puede hacerse de manera telefónica o por medio de familiares; sin
embargo, de acuerdo con la especialista, la mayoría de las internas no
recibe visitas o no tiene acceso al teléfono público.
Sumado a ello, en los penales de Puebla no hay módulos del personal de
la Comisión de Derechos Humanos y las visitas de supervisión son
escasas.
En los últimos 11 años, en la Comisión estatal de Derechos Humanos se
iniciaron sólo 51 quejas de mujeres en reclusión de 19 penales, de las
cuales el Cereso de San Pedro Cholula y Puebla, acumulan el mayor
número.
La prisión de Cholula, cuya población femenil es de 44, tiene iniciadas
apenas 11 quejas en un periodo de 11 años (2005 a 2016) por maltratos
físicos, amenazas, vejaciones, prostitución forzada y falta de atención
médica.
Cinco de estos procedimientos fueron presentados por mujeres en
reclusión embarazadas que sufrieron un aborto espontáneo en el interior
del penal debido a la falta de atención médica, malos procedimientos
médicos, maltrato físico y trabajos forzados impuestos por el personal
de seguridad.
De acuerdo con el Informe Especial de Mujeres en Reclusión, en este
penal la atención médica es deficiente, no hay ginecólogos,
medicamentos, anticonceptivos, ni campañas preventivas contra el cáncer
de mama, el cérvico-uterino y el Virus de Inmunodeficiencia Humana
(VIH).
Además las instalaciones son deficientes, carecen de mantenimiento, hay
insalubridad, faltan espacios dignos para la alimentación, el trabajo,
el descanso o el esparcimiento de los internos.
El segundo penal que contabiliza el mayor número de quejas es el de
Puebla, conocido como San Miguel. En este lugar hay 325 mujeres, de
ellas 180 están procesadas y 145 sentenciadas, sus edades oscilan entre
20 a 60 años. El robo, homicidio y secuestro, son los delitos más
comunes de su detención.
Aquí pese a que las mujeres denunciaron el maltrato por parte de los
custodios que las obligan a desnudarse y hacer sentadillas, las segregan
sin procedimiento, las obligan a prostituirse, hay vejaciones y
tocamientos de parte de las custodias, entre otros abusos, únicamente se
han formulado siete quejas en más de una década.
Se emitió una solicitud de información a la CDH de la entidad con
número 00090216, para conocer si había emitido alguna recomendación por
estas violaciones a DH y la respuesta fue que no existe ninguna
recomendación al respecto.
La cárcel de Izúcar de Matamoros es otro lugar donde más se cometen
abusos. Con 15 mujeres en reclusión, de 2011 a 2014 se acumularon ocho
quejas, de las cuales tres fueron por discriminación por preferencia
sexual y cinco más por propuestas indecorosas de custodios, acoso
sexual, intimidación, maltrato y amenazas.
Solamente se emitió una recomendación por estas quejas relacionada con
el caso de una interna que denunció al comandante del Centro, quien le
pidió sostener una relación sentimental con él a cambio de beneficios,
como ella se negó, éste tomó represalias contra ella.
Penales de Puebla, sin derecho a la salud y al trabajo
En Puebla no hay penitenciarias femeniles, todos los espacios son
mixtos, lo que agudiza las malas condiciones de vida y trato digno de
las mujeres, señaló el Informe Especial de 2015 de la Comisión Nacional
de Derechos Humanos, sobre Mujeres Internas en los Centros de Reclusión
de la República Mexicana.
El documento reconoce que las mujeres en presidio son más vulnerables
que los hombres, pues prevalecen en condiciones de desigualdad, no hay
programas, ni campañas de salud preventiva y las instalaciones
penitenciarias no están adaptadas a ellas.
Revela que hay una inadecuada separación y clasificación de las mujeres
en prisión, lo que propicia el hacinamiento, hay irregularidades en la
imposición de sanciones disciplinarias, segregación en celdas de castigo
e incomunicación con el exterior.
Galilea Cariño Cepeda, afirmó que las condiciones de vida de las mujeres
recluidas en los penales de Puebla son graves y preocupantes, sobre
todo porque existe una diferencia abismal con relación a los varones
internos.
“Las mujeres en prisión son abandonadas, no tienen recursos para que sus
hijos o familiares las visiten. Lo que obtienen trabajando, lo destinan
para el cuidado de su familia, alimentación, útiles escolares,
etcétera. Mientras que en el caso de los varones, regularmente son
visitados y ayudados por las mujeres de la familia”.
Además aunque las mujeres están en prisión, esto no las exime de
continuar siendo las proveedoras y aún en estas condiciones, buscan
ganar unos pesos, tejiendo, cosiendo o realizando labores de limpieza y
así contribuir a la economía familiar.
Añade que en las cárceles poblanas no hay programas que ayuden a superar
sus condiciones económicas, pues en la mayoría de estos centros no hay
fuentes de empleo digno, bien remunerado o programas de formación
laboral que las prepare para cuando recuperen su libertad.
*Este artículo fue retomado del portal de noticias ladobe.com.mx
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Suzana De los Ángeles*
Cimacnoticias | Puebla, Pue.
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