10/08/2016

Movilidad laboral entre México y Estados Unidos

MONEDERO
Por: Carmen R Ponce Meléndez*



A nivel mundial el tema de migración ha cobrado una especial relevancia y México no es la excepción. Ya sea por el volumen de remesas que recibe de sus personas trabajadoras migrantes, por la problemática que viven las familias al separarlas con las deportaciones, su alto nivel de criminalización, y recientemente por el racismo y la xenofobia que encabeza el candidato republicano a la presidencia, Donald Trump.

Ninguna de estas cosas son ajenas a las mujeres, por el contrario, se podría decir que están en el centro del huracán; ya sea como receptoras de remesas -en México para muchas jefas de familia es su principal ingreso, sino es que el único-, también como trabajadoras migrantes, o bien, como familiares de migrantes (madres, hermanas, hijas, esposas).

Con esta visión tiene una especial relevancia el documento recientemente publicado: “Una frontera común, un futuro común. Una propuesta para la regulación de la movilidad laboral entre Estados Unidos y México”.

Informe del Center for Global Development realizado por el Grupo de Trabajo sobre innovaciones en materia de cooperación bilateral para la regulación de la movilidad laboral en el siglo XXI.

El grupo de trabajo que lo formuló es muy heterogéneo, lo conforman académicos tan importantes como el doctor en Economía Gerardo Esquivel; un ex presidente de México (Ernesto Zedillo); un ex secretario de Comercio de Estados Unidos; personas que defienden los Derechos Humanos, funcionarios fronterizos, por mencionar algunos.

Según este documento, casi 10 por ciento de las personas nacidas en México vive y trabaja en los Estados Unidos, y los mexicanos de nacimiento constituyen por lejos la mayor comunidad de inmigrantes en éste último. Por consiguiente, aun los avances más pequeños en el abordaje jurídico y regulatorio de la movilidad laboral, podrían tener un impacto enorme a los efectos de crear oportunidades y elevar el nivel de vida en ambos lados de la frontera.

“No obstante, la mayor parte del flujo laboral entre México y Estados Unidos en los últimos 25 años ha sido de carácter ilegal, lo cual ha ido en detrimento tanto de los trabajadores como de la seguridad nacional de ambos países. A pesar de la creciente importancia de otras naciones, seguirá habiendo importantes flujos laborales de mano de obra mexicana que complementen el mercado laboral estadounidense”.

La historia nos enseña que la flexibilidad regulatoria y la cooperación bilateral son las únicas soluciones duraderas; no obstante, las limitaciones presentes en convenios anteriores son una muestra de que estos acuerdos pueden fracasar si no se planifican adecuadamente.

La firma de un nuevo convenio laboral bilateral ha de perseguir objetivos diversos logrando un equilibrio entre ellos. La historia y la geografía implican que la mano de obra mexicana ha sido un impulsor sin igual de la economía estadounidense

LA OPCIÓN NO ES CONSTRUIR MUROS

Algunos de sus objetivos son:

Reducir drásticamente la movilidad transfronteriza ilegal; preservar la prioridad de los trabajadores estadounidenses respecto de los puestos disponibles en los Estados Unidos, evitando a la vez la proliferación de trabas burocráticas innecesarias; evitar aumentos bruscos en la ausencia de mano de obra, respondiendo al mismo tiempo a las condiciones del mercado.

Eliminar la intermediación laboral abusiva; garantizar el cumplimiento, por parte de los empleadores, de los diversos estándares laborales respecto de todos los trabajadores; disponer la responsabilidad común a lo largo de la frontera en cuanto a la ejecución del convenio y las acciones destinadas a hacerlo cumplir.

Evitar la permanencia de personas con visas vencidas, fomentando la emigración de regreso al país de origen y estableciendo una vía de salida clara; mejorar la seguridad común a ambos lados de nuestra frontera.

Incluir a aquellos sectores en los cuales la mano de obra mexicana aporta un valor agregado; propiciar la adquisición, por parte de todos los trabajadores, de competencias laborales que mejoren la productividad; establecer criterios transparentes para la adaptación a condiciones de mercado cambiantes; y financiar su implementación en los dos países. En síntesis, debe ganarse la aprobación y la confianza de los trabajadores y los empleadores de ambas naciones generándoles beneficios comunes.

Nuestra atención está puesta principalmente en los flujos futuros temporarios motivados por razones de empleo puesto que, a nuestro entender, la raíz de muchos de los problemas actuales se halla en los fracasos del pasado a la hora de regular adecuadamente los flujos futuros.

Y ahora que la presión migratoria entre México y Estados Unidos es menor, es el momento propicio para tratar adecuadamente estos flujos. No desconocemos la creciente importancia de otros países en materia de movilidad laboral, especialmente en Centroamérica; sin embargo, la cooperación debe empezar por los dos vecinos cuyo destino común es harto evidente”.

 “La movilidad de la mano de obra menos calificada proveniente de México también mejora las condiciones laborales allí existentes, aumentando los salarios en el país. Cada año que un trabajador mexicano promedio pasa en Estados Unidos hace que su productividad económica sea mayor cuando vuelve a México. El trabajador mexicano promedio utiliza los ingresos provenientes de sus trabajos temporarios en los Estados Unidos para mejorar su vivienda e invertir en la educación y en gran medida prefiere una migración legal temporaria antes que la migración ilegal”.

 Como bien se aprecia en la gráfica en las expectativas futuras de demanda de mano de obra no calificada las mujeres juegan un papel preponderante, ya que con excepción de la industria de la construcción en todas las demás áreas tienen una presencia significativa, vamos están feminizadas.

VER GRÁFICA AQUÍ

Las y los trabajadores mexicanos menos calificados que emigran a los Estados Unidos suelen operar como un complemento de los trabajadores estadounidenses locales, mientras que aquellos que no emigran suelen reemplazar a otros trabajadores mexicanos en su lugar de origen.

Esto significa que la movilidad de mano de obra menos calificada desde México hacia los Estados Unidos tiene el potencial económico necesario para mejorar las condiciones del mercado laboral en ambos países.

Hoy en día los mexicanos constituyen 49 por ciento del total de los residentes de Estados Unidos que ingresaron al país o permanecieron en él de manera indocumentada.

A pesar de la creciente importancia de otros países, seguirá habiendo flujos transfronterizos de mano de obra mexicana y es indispensable regular la movilidad laboral de la mano de obra menos calificada”.

Pero es indispensable reconocer que la economía estadounidense ha tenido, y seguirá teniendo, un gran apetito de trabajadores menos calificados.

Con una planificación adecuada, una regulación bilateral puede brindar oportunidades y seguridad en beneficio de ambos países, proteger los derechos de los trabajadores de una y otra nación, y debilitar fuertemente las actividades ilegales a ambos lados de la frontera, además de servir de modelo para la región y el mundo.

México y las familias más pobres seguirán dependiendo de las remesas, pues la economía prácticamente está estancada y los salarios que ofrece son muy bajos. Las mujeres seguirán emigrando en busca de mejores empleos y mejores condiciones de vida, exponiéndose a toda clase de riesgos,  maltratos y discriminación.

La separación de las familias y las deportaciones masivas complican más el problema de la migración y tampoco resuelven el problema laboral, no en vano en Estados Unidos es un tema electoral y la reforma migratoria sigue pendiente.

Para colmo, la migración sin documentos (mexicana y centroamericana) ha resultado un pingüe negocio para el crimen organizado.

Un planteamiento sobre la regulación de la movilidad laboral México-Estados-Unidos en estos momentos es crucial. Existe la potencial amenaza de que un personaje como Donald Trump sea presidente de Estados Unidos.

Su discurso (si así se le puede llamar) es contra los migrantes en general y los migrantes mexicanos en particular, contra la comunidad latina y desde luego contra México. Xenofóbico, misógino, racista y discriminatorio, en una palabra fascista.

Tal parece que el único que no ha entendido la gravedad del problema es el gobierno mexicano, primero tuvo una actitud pasiva y permisiva ante sus insultos, para después pasar a ser cómplice, invitándolo a Los Pinos y dándole un trato de estadista a un bufón fascista.

Todo esto ha tenido y tendrá costos muy altos para las personas migrantes (nacionales e internacionales), hasta las remesas están en peligro; abonando a los grupos neofascistas de Europa, en momentos donde hay una crisis humanitaria por la situación de los migrantes. También México pagará ese costo. Para muestra la creciente devaluación del peso frente al dólar.

Desgraciadamente sus opiniones no sólo son personales, también reflejan la posición de una parte de la sociedad norteamericana.  La crisis no sólo es económica, también es política.

PD:
Un reconocimiento tácito de que la economía no está bien. Suben las tasas de interés. Banco de México (Banxico) aumentó la tasa de interés en 50 puntos y quedó en 4.75 por ciento. Con este es el tercer incremento en los últimos 10 meses, ya que de 3.0 pasa a 4.75 por ciento,  y seguramente seguirá aumentando; en diciembre la Reserva Federal tiene previsto un aumento, por tanto también se hará en México.

Uno de los objetivos es frenar la caída del peso, pero sin mucho éxito. Esta medida encarece los créditos (públicos y privados), así como la deuda. Pretende retener las inversiones y también puede provocar inflación.

Twitter: @ramonaponce

* Economista especializada en temas de género
  
Especial
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 

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