Lo expuso en la conferencia de prensa, coloquialmente
llamada “la mañanera”, del 7 de mayo, al declarar su desacuerdo con que
estuviera exiliado a consecuencia de una persecución
político-empresarial, tanto como para asimilar los costos políticos que,
en su alocución, expuso al recordar que lo criticaron por esa
inclusión.
En el círculo cercano de López Obrador, la suma de Gómez Urrutia
también fue recibida con sorpresa en diciembre de 2017, cuando a punto
de iniciar el proceso electoral se empezó a manejar la idea, luego de la
recomendación que hiciera el izquierdista británico, Jeremy Corbyn,
casado con una empresaria mexicana, que en pareja han cultivado la
amistad con el hoy presidente y su esposa.
Aunque el pasado 24 de abril Gómez Urrutia fue recibido en Palacio
Nacional, al calor de las negociaciones por la reforma laboral, no hubo
espaldarazo absoluto, pues el mensaje del 7 de mayo fue un deslinde
contundente del mandatario hacia un personaje por el que sólo ha
expresado solidaridad ante la persecución política, pero nunca respaldo
político incondicional.
Una primera señal fue dada el 1 de mayo, cuando al acto de
“reconciliación” en Palacio Nacional, la representación obrera recayó en
el dirigente de la CTM, Carlos Aceves del Olmo –el sindicalismo
oficialista mimetizado y acomodaticio de siempre– por ahora líder del
Congreso del Trabajo, así como en Francisco Hernández Juárez, dirigente
de los telefonistas y de la Unión Nacional de Trabajadores. Napoleón fue
uno más entre muchos.
Ese 1 de mayo, López Obrador anunció el acuerdo para reiniciar el
rescate de cuerpos en la mina Pasta de Conchos, asunto en el que empresa
y sindicato no fueron incluidos, naturalmente, por tener una
responsabilidad directa en lo ocurrido el 19 de febrero de 2006.
Gómez Urrutia ha querido reivindicar la recuperación de cuerpos en
Pasta de Conchos, e inclusive, agradeció al mandatario la decisión. Pero
el asunto –se expuso en este espacio el pasado miércoles 1–, fue un
acuerdo entre la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde y los
deudos, de la Organización Familia de Pasta de Conchos, resultado de un
encuentro celebrado en Barroterán Coahuila el 30 de abril.
Y eso fue lo que el 7 de mayo confirmó López Obrador, al decir que
Grupo México, la empresa propietaria de la mina siniestrada, y el
sindicato minero de Gómez Urrutia, no participarían en la mesa ni el
eventual procedimiento de recuperación de cuerpos, pero que sería
bienvenida su información.
Ahí mismo, López Obrador separó un tema de otro, a contrapelo de lo
que ha intentado construir discursivamente Gómez Urrutia: en el pleito
del sindicato con el magnate Germán Larrea, llamó a ambos a la
reconciliación para reactivar la actividad económica en zonas mineras
paradas por el conflicto, como Taxco.
Justo cuando ese conflicto se ubica en el centro de la
beligerancia de Gómez Urrutia, el llamado presidencial supone la
claudicación de la afrenta por la que debió irse del país durante 12
años.
Y, fue peor cuando López Obrador terminó por poner las cosas en su lugar:
“Si hay denuncias en proceso que se les de curso. No porque estemos
llamando a la reconciliación vamos a detener procesos legales pendientes
por responsabilidad de quienes han cometido algún delito. Es buscar la
reconciliación sin obstruir el trabajo de las autoridades judiciales. Si
hay denuncias adelante. No establecemos relaciones de complicidad con
nadie”.
Ese deslinde presidencial, era necesario.
Visita www.notassinpauta.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario